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Pesimismo

El FMI y el BID descartan una nueva crisis de la deuda en América Latina

La crisis de los ochenta se desató en un contexto de altos tipos de interés en Estados Unidos que provocó una drástica sequía inversora hacia la región. Todo ello, unido a una caída mundial de las exportaciones, aceleró una fuga de capitales en toda América Latina. Los países incurrieron en la suspensión del pago de sus deudas, cuyas consecuencias se arrastraron hasta los noventa. Fue la década pérdida para la región.

Los dos economistas participaron la semana pasada en Madrid en una mesa redonda sobre inversiones en la región, organizada por la Fundación del Centro Internacional de Formación Financiera de la Universidad de Alcalá y el Santander Central Hispano.

Reinhart y Calvo insisten en que Latinoamérica no es un todo, sino que presenta diferencias individuales muy significativas, como México o Chile, que hacen imposible pensar ahora en una crisis de la deuda como la que sucedió hace 20 años.

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Pero, al mismo tiempo, reconocen riesgos suficientes en la región como para dar ya por perdido el próximo ejercicio en términos de crecimiento. '2003 será otro año perdido para la región. Si hay crecimiento, será muy débil', asegura Calvo.

Latinoamérica adolece de serios problemas estructurales muy vinculados al ciclo económico, como explica Reinhart. 'Un entorno de desaceleración mundial eleva la aversión al riesgo y ello reduce casi automáticamente la calificación crediticia de estos países, que redunda en una caída de los flujos de capitales y la depreciación del tipo de cambio. La fuerte dependencia de la financiación externa obliga a aplicar políticas restrictivas en un momento de desaceleración, que agrava la crisis'. Un círculo difícil de romper.

Los dos economistas insisten en que la fuga de capitales en la región comenzó mucho antes de la crisis argentina, que estalló en diciembre de 2001. Según explica Calvo, el mantenimiento de un nivel aceptable de inversión extranjera directa en ese contexto implica que lo que se ha producido ha sido una masiva salida del mercado de bonos y el hundimiento de los préstamos bancarios, no de la inversión productiva.

'No veo el mercado de bonos renaciendo', afirma Calvo. Lo cual supone que la financiación seguirá dependiendo de la atracción de capitales. Una tendencia que será más difícil de mantener dado que los procesos privatizadores han sufrido un serio parón en la región. De hecho, las presiones sociales han paralizado este año varias privatizaciones en Perú.

Para la subdirectora del Fondo, uno de los principales riesgos en la actualidad es, precisamente, el del contagio político, que provoque un auge de las políticas populistas y antimercado que echen por tierra los avances realizados en la última década. En América Latina, 'es un riesgo con el que hay que vivir', dice.

Pese a todo, ambos mantienen el optimismo. 'Los precios están tan baratos que la codicia acabará superando al riesgo. Hay muchos capitales esperando sólo a que mejore un poco la situación', aseguran.

La subdirectora del FMI recuerda que las cuatro palabras más costosas dentro del manejo histórico de las crisis son: 'Esta vez es diferente'. Pese a ello y los riesgos que pesan en la balanza, Reinhart y Calvo coinciden en que la región evitará en esta ocasión la crisis generalizada.

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