Goldfajn: 'La deuda pública interna crece a medida que se devalúa el real'
La evolución de la situación financiera de Brasil dependerá, finalmente, de que el próximo Gobierno mantenga el acuerdo fiscal y político con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Mientras tanto, la fuga de capitales hunde el real, aumenta la voluminosa deuda interna pública y recrea la desconfianza. æpermil;sta es, de manera resumida, la visión del vicepresidente para Política Económica del Banco Central de Brasil, Ilan Goldfajn.
'El temor del mercado se concentra en la deuda pública interna. La gente discute si va a bajar, como decimos nosotros, o si su volumen va a seguir subiendo a medida que se devalúa el real', explicaba Goldfajn en Madrid.
Y no es para menos. La deuda pública bruta es de 956.106 millones de reales, unos 250.000 millones de dólares a un tipo de cambio de 3,8 reales por dólar. El 70% de esa deuda está atada a la evolución del dólar o a tipos de interés variables de corto plazo. Una bomba de tiempo.
Para Goldfajn, 'en la medida en que la deuda pública externa está totalmente bajo control, por sus plazos de amortización e intereses, la clave es recuperar la confianza de los mercados para que el tipo de cambio no siga tan subvaluado'. De esta manera, alude al peligro de suspensión de pagos y que, a su juicio, no se debe 'sólo a la crisis de Argentina o de Enron, sino a la generalizada aversión al riesgo a nivel mundial'.
Pero Brasil acumula una deuda externa, pública y privada, de 210.000 millones de dólares, de los cuales sólo 97.000 le corresponden al Estado. Si se le suma la deuda interna, el total asciende a más de 460.000 millones de dólares. Pero lo fundamental, además de los plazos de pagos, sigue siendo el riesgo que supone la fuga de capitales y el hundimiento del real. En caso de que éste continúe, Goldfajn advierte sólo una forma de reducir la deuda pública: 'Que la depreciación de la moneda se traslade a los precios, reduzca el tipo de cambio real y, así, provoque una reducción de la deuda pública interna'. El coste social y político sería mayúsculo.