Corea abre el último telón de acero
Un leve escalón dibuja lo que no es exactamente una frontera, sino una línea de alto el fuego, porque las dos Coreas siguen formalmente en guerra desde 1950. En Panmunjon, a sólo 56 kilómetros de Seúl, la raya atraviesa un barracón y pasa bajo una austera mesa que ha sido todo este tiempo la única sede de los excepcionales contactos entre la ahora desarrollada Corea del Sur y la paupérrima Corea del Norte.
Militares estadounidenses y surcoreanos bajo bandera de la ONU vigilan un lado; a sólo unos metros observan los soldados norcoreanos. Se intercambian gestos desafiantes en lo que parece una ensayada representación teatral. 'Esto no es Disneylandia', comenta un militar estadounidense. 'Estamos rodeados por la mayor acumulación de tropas del mundo'. Ese detalle no desanima a cerca de 100.000 visitantes que acuden cada año a este lugar, el telón de acero oriental, el último muro de la guerra fría.
El deshielo entre las dos Coreas ha dado un paso histórico. Por primera vez desde la guerra (1950-1953) se abren pasadizos en la zona desmilitarizada, una franja de 4 kilómetros de ancho y 250 de largo plagada de torres de vigilancia, alambradas, cámaras y minas, alrededor de la cual se acumulan más de un millón de efectivos militares.
Las dos Coreas acaban de iniciar los trabajos para construir carreteras y líneas de tren que atravesarán la franja desmilitarizada. En una primera fase se están retirando las minas. Se cree que la infraestructura viaria y ferroviaria en Corea del Norte está en condiciones tan precarias que tendrá que ser reconstruida totalmente. Con dinero del Sur, por supuesto.
Por ahora, el proyecto no servirá tanto para acercar a los ciudadanos de ambos lados -aunque en los dos últimos años se autorizaron algunos reencuentros familiares- como para salvar obstáculos en la relación con terceros países.
Exportaciones
La República de Corea, el Sur, es el segundo país más desarrollado de Asia tras Japón, con exportaciones equivalentes a un 40% de su PIB, que es de 422.000 millones de dólares. En la práctica es una isla, pues sólo tiene acceso a otros países por aire o mar. Sus conglomerados industriales -los oligopólicos chaebols- lograrán importantes ventajas logísticas cuando puedan exportar a China, Rusia y Europa por vía terrestre. El interés es tal que la iniciativa privada se ofrece a sufragar las infraestructuras necesarias en el Norte.
Al sur del paralelo 38, tanto la población como las empresas respaldan la política de reconciliación liderada por el actual presidente, Kim Dae-Jung, y que probablemente continuará quien sea su sucesor dentro de seis meses.
Sorprendió más la repentina disposición de la República Popular, un país con un régimen totalitario que sufre periódicas hambrunas. Tras la tensión generada por el hundimiento de un navío del Sur en junio, y después de que Bush incluyera a este Estado en su 'eje del mal', el líder norcoreano Kim Jong-il dio un giro conciliador no sólo hacia Seúl, sino también hacia Tokio. El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, visitó Pyongyang el martes pasado en la primera cumbre bilateral desde la Segunda Guerra Mundial.
El cambio en la política exterior norcoreana se atribuye a su dependencia de la ayuda de sus vecinos, antes considerados enemigos, para alimentar a la población. Una apertura interna se ve todavía lejana, así como una reunificación al estilo alemán.
Pero ciertos proyectos contienen una gran carga simbólica, como el plan para levantar un polígono industrial con capital surcoreano y mano de obra local algunos kilómetros al norte de la franja divisoria. Cerca de donde aún se repiten las rutinas de una guerra inacabada.
El líder de los 'tigres' resistió la crisis de 1997
Tras el trauma de la partición, Corea del Sur vivió una transformación económica sin precedentes en la segunda mitad del siglo XX, cuando pasó del subdesarrollo -era tan pobre como Ghana- a liderar a los llamados tigres asiáticos, que incluían a Singapur y Taiwan. En 1988, los Juegos Olímpicos de Seúl coincidieron con una transición hacia la democracia. Este país de 47 millones de habitantes y un PIB per cápita de 9.000 euros ingresó en la OCDE en 1997.
Su economía salió relativamente airosa de la tormenta financiera que azotó Asia en 1997, tras la que recuperó tasas de crecimiento cercanas al 9%. En el último año, debido a la desaceleración mundial, esa tasa se ha frenado hasta el 3%. Para 2002 el Gobierno prevé un 5% o 6%.
A diferencia de Japón, que sigue en recesión, en Corea un sólido consumo interno compensó la caída de la demanda exterior. La siderurgia, el automóvil, la construcción naval y la electrónica son los sectores más exportadores. Tras una tímida apertura en 1998, las inversiones extranjeras en Corea superan los 10.000 millones de dólares anuales.
Algunos de los chaebols, los conglomerados que dominan la economía, han sido partidos por el Gobierno para desconcentrar riesgos y animar la competencia. El gigante Hyundai se dividió en tres compañías distintas -que dirigen tres hermanos- y Daewoo se desintegró, lo que ha dejado a Samsung y LG como líderes de la industria.
La apertura económica de China es seguida con interés en este país. En palabras de un diplomático occidental, 'Japón se sigue viendo como una amenaza, mientras China aparece como una oportunidad'.