Fundaciones de empresa
Estas organizaciones deben optimizar y multiplicar los recursos que gestionan porque si no, sería mejor que se actuase desde la propia compañía
Cuando una empresa decide crear su fundación corporativa puede seguir distintos modelos. ¿Deben estar la empresa y su fundación estrechamente relacionadas? ¿Sólo relacionadas por el nombre o también por desarrollar actividades en colaboración? ¿Sólo por una aportación dineraria anual o potenciando día a día los recursos específicos de cada una? Cuatro consideraciones y un caso.
Primera. Las empresas dicen habitualmente que uno de los objetivos más importantes es que la fundación ayude a construir la reputación corporativa de la empresa. Por tanto, el ciudadano debe percibir que la empresa y su fundación desarrollan actividades complementarias. Nos referimos al ciudadano en general, pero especialmente al más cercano, al empleado, al cliente o al inversor.
Segunda. No hay que olvidar que el fundador es la empresa. Por eso la fundación debe subordinarse a sus estrategias y objetivos, que son económicos. Indiscutible, tanto para el accionista grande como para el minoritario. En la fundación manda la empresa. Por eso también hay que gestionar con rigor los recursos que dedica a las actividades de interés general a través de su fundación. La filantropía o la solidaridad, que es la perspectiva desde la que se crean muchas fundaciones de empresa, exige un uso milimétricamente adecuado de cada euro, ya que las necesidades son mucho mayores que los recursos disponibles. Igual que se empieza a hablar de triple cuenta de resultados de las empresas, habrá que hacerlo del triple resultado de las cuentas de sus fundaciones: resultado en la sociedad, resultado externo en la empresa (reputación, comunicación, relaciones con el entorno, marketing, ...) y resultado interno en la empresa (cultura corporativa, satisfacción de los empleados, motivación, imagen como empleador...).
Tercera. Los recursos de la fundación provienen de la empresa. Para optimizar su uso no hay que olvidar que la empresa, además de dinero, también es capital humano, productos y servicios, infraestructura, capacidad de empleo... no menos importantes.
Cuarta. Una fundación debe multiplicar, en colaboración con terceros, los recursos que gestiona. Debe conseguir acometer proyectos mayores que los que le permitirían sus recursos propios. Si no, tendría más sentido actuar directamente desde la empresa que crear una entidad nueva, con toda la carga administrativa que supone.
Caso. 'Citigroup Foundation y las áreas de negocio de Citigroup donaron más de 67 millones de dólares a organizaciones sociales durante 2001' (www.citigroup.com ). 53 son de la fundación y el resto de la empresa, pero se presentan juntos. Los programas se apoyan en el voluntariado, que Citigroup Foundation estimula donando 1.000 dólares a cualquier organización social que reciba 50 horas de trabajo voluntario al año por parte de cualquiera de sus empleados. Uno de los más destacados es el de microcrédito, en el que los empleados del grupo actúan como tutores de los nuevos empresarios. Otro es el Citigroup Relief Fund, para ayudar a escolarizar a niños y jóvenes sin recursos, víctimas de los últimos atentados de Nueva York. Está dotado con 15 millones de dólares por parte de Citigroup Foundation, que también aporta la gestión, y ha conseguido otros cinco de los empleados y clientes del grupo.
Fundación Telefónica, en colaboración con Esade, acaba de cuantificar en 600 millones de euros el presupuesto anual que gestionan las principales fundaciones empresariales españolas. Su efecto en la sociedad puede ser muy distinto si se aplican unos criterios u otros.
Será mejor en tanto que también sea mejor para las empresas. No se trata de intereses contrapuestos. Al contrario, se potencian. Se multiplican. Cualquier accionista minoritario seguro que lo tiene claro.
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