Petróleo en pie de guerra
El precio del petróleo llegó a alcanzar ayer niveles máximos desde los ataques terroristas del 11-S, aunque las malas noticias procedentes de la economía estadounidense respecto a las perspectivas de reactivación mitigaron a última hora las subidas. En todo caso, el barril de brent, el de referencia en Europa, acumula un aumento en el año del orden del 40%, lo que, en un entorno de recuperación renqueante, amenaza con lastrar el crecimiento de la economía mundial.
Muchos factores coinciden en el encarecimiento del crudo. El primero y más evidente es la prima de guerra derivada del posible ataque a Irak por EE UU. Aunque el temor a un conflicto en el Golfo existe desde principios de año, Washington parece decidido ahora a dar un giro a la política exterior desarrollada a lo largo de décadas de guerra fría y pasar de los conflictos defensivos a los ataques preventivos. El vicepresidente, Dick Cheney, dejó claro el lunes que 'el riesgo de inacción es mucho mayor que el riesgo de un conflicto'. A las incertidumbres derivadas de cualquier conflicto bélico se añaden ahora la amenaza del armamento nuclear en la región. Israel se ha comprometido a no ser el primero en utilizar armas nucleares, pero no ha descartado su uso si es atacada por sus vecinos árabes.
Los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) están divididos ante la posibilidad de un ataque al régimen de Sadam Husein. Kuwait encabeza a los que apuestan por premiar el derrocamiento del régimen iraquí con un aumento de producción, pero los halcones, como Venezuela o Siria, se decantan por mantener las actuales cuotas para encarecer el producto e incrementar los ingresos. Tampoco hay que olvidar que Irak es el cuarto productor de crudo de la región. La decisión final se producirá en la reunión que la OPEP tendrá el próximo 19 de septiembre.
En esta ocasión, los apoyos occidentales a EE UU son difusos y escasos, salvo el de Reino Unido. Sus aliados tradicionales en la región, como Arabia Saudí o Egipto, han advertido del caos que provocaría una guerra contra Irak. En el fondo, el claro posicionamiento de la actual Administración estadounidense del lado de Israel en su conflicto con los palestinos está modificando los equilibrios de la región y las relaciones estadounidenses con el mundo árabe. Los fondos saudíes han amenazado con vender sus participaciones en valores estadounidenses, Washington castiga a Egipto con la suspensión de un tramo de ayuda y, en cambio, acelera las negociaciones para cerrar un acuerdo de libre comercio con Marruecos. No cabe duda de que la política exterior de EE UU está en un momento de cambio y esos procesos siempre generan incertidumbre en los mercados financieros.
En este escenario, la amenaza bélica seguirá presionando al alza el precio del petróleo, convertido ya en uno de los factores de riesgo más preocupantes para la recuperación económica.