Alerta roja en el turismo
Definitivamente éste no va a ser un buen año para el sector turístico. Los datos ofrecidos ayer por el Instituto Nacional de Estadística muestran una caída de la actividad que convierte lo que hasta ahora era una amenaza que pesaba sobre la primera industria española en una auténtica alerta roja. La ocupación hotelera cayó en julio hasta el 65,3%, la tasa más baja en muchos años, y las reservas previstas para septiembre y octubre ofrecen un panorama todavía más oscuro. Si no se produce un -inesperable- cambio de tendencia, 2002 será el primer año en que decrezca la actividad del sector, tanto en número de visitantes como en ingresos.
Es fácil encontrar razones para justificar tal estado de cosas. La desaceleración económica internacional, especialmente en Alemania, que con el Reino Unido suma el 50% de los turistas que pasan sus vacaciones en España, se ha unido a los efectos negativos producidos por el 11-S. Por si fuera poco, está el mal tiempo y, en las últimas semanas, las inundaciones en Alemania, que, sin duda, restarán visitantes de aquel país en la segunda parte del año.
Sin embargo, una de las principales razones está en casa. Las empresas del sector han abusado con las subidas de precios y sólo ahora, cuando la demanda da señales de agotamiento, empiezan a moderar sus tarifas. Y eso ocurre cuando nuevos destinos, en el mismo Mediterráneo, empiezan a competir con fuerza. Mientras el sector turístico español se mantenga en la inercia y no afronte una revisión a fondo del modelo de negocio, seguirá aquejado de enormes flaquezas al menor contratiempo. Y no vale el consuelo del aumento experimentado por el turismo interior. Es la solución de los que no tienen soluciones.
Igualmente, resulta poco aleccionador que desde la Administración se intente dar una versión edulcorada de la situación. El secretario general de Turismo ha apelado a que agosto ha tenido un comportamiento 'mejor de lo esperado', a 'la gran capacidad de respuesta del sector' o a que se debe contar con el efecto estadístico del aumento de las plazas hoteleras. Que el máximo responsable de la Administración no vea las claras alertas que significa una caída del 5,5% de la ocupación hotelera en julio, que se suma a la bajada del 7% el mes anterior, sugiere falta de responsabilidad o de rigor.
Es posible que, a poco que la coyuntura internacional se recupere, el sector cierre el año con cifras similares a las de 2001 e, incluso, con 'un ligero crecimiento', como prevé el máximo responsable del Gobierno para el turismo. Es probable que se retomen niveles de ocupación con las ofertas de última hora, aunque esto suponga una caída de ingresos de 'como mínimo' el 10%, según los responsables de Zontur, la patronal hotelera de las zonas turísticas. Aunque sea así, lo que parece ya claro es que este ejercicio, si se salva, será por los pelos.