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Tribuna
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Esto es algo serio

Jorge Nieto sostiene que la teoría de las decisiones económicas se mueve en una dualidad. En su opinión, las opciones reales, pese a su importancia, se adoptan más por azar y costumbre que de forma racional y científica

Dos célebres economistas se encuentran en el apartamento de uno de ellos, el doctor A, que está situado en un lugar privilegiado de Manhattan con unas hermosas vistas sobre Central Park. El recién llegado, doctor B, se asombra de encontrar a su colega recorriendo el apartamento como si fuera un león enjaulado.

-¿Qué ocurre?, ¿cuál es el problema? -pregunta un poco alarmado al ver el estado de nervioso de su amigo.

-¿El problema? -dice A- El problema es que me acaba de llegar una oferta para enseñar e investigar en California, con todos los recursos disponibles, y un salario que no puedes ni imaginar. æpermil;se es el problema.

-No me parece que sea un problema; más bien me parece una buena noticia .

-Estoy muy bien aquí en Manhattan. No me gusta California: soy alérgico a la felicidad, como Woody Allen. Pero si vieras el contenido de la oferta que me hacen…

-Bueno -dice B un poco sarcásticamente-, eres un investigador en teoría de la decisión. Ha llegado tu momento: toma una decisión.

-Venga ya, por favor -dice A- que esto es serio.

Puede que esta historia no haya ocurrido jamás. A mí me la contó Leo Hurwicz, un famoso profesor de Minnesota, como si fuera cierta, y puso los nombres de dos conocidos teóricos que al parecer interpretaban a los profesores que hemos llamado en esta versión A y B. Pero lo importante de la misma, sea o no cierta, es que ilustra perfectamente el ámbito en que se mueve la teoría de la decisión y los investigadores que trabajan sobre sus resultados.

Por una parte, nada hay tan trascendente para los seres humanos y para las sociedades en las que viven como el proceso de toma de decisiones. Desde el punto de vista individual, nuestras decisiones determinan, en gran parte, el modo en que realizamos nuestras inversiones, planeamos trabajo y ocio y, en definitiva, la manera en que vivimos nuestra vida y el nivel de bienestar asociado que obtenemos para nosotros y nuestras familias.

Desde el punto de vista de la empresa, es bien sabido que de sus decisiones, bien sean a corto plazo o estratégicas, depende el futuro de sus productos y su rentabilidad presente y futura.

Desde el punto de vista colectivo, todas las decisiones públicas acaban afectando de manera muy importante a nuestra vida: la reforma educativa, la del sistema fiscal o la de las prestaciones por desempleo son ejemplos muy valiosos de esa clase de decisiones públicas recientes, sobre cuya importancia, visto lo visto, no procede insistir.

Así que, en efecto, esto es serio, como dice el doctor A cuando B le insta a utilizar sus conocimientos teóricos. Demasiado serio, en realidad. La reacción del doctor A es prácticamente idéntica a la de mucha gente, aunque no sea ninguna autoridad en la teoría de la decisión. 'Eso es la teoría, pero esto es la realidad'; y con ello parecen afirmar que, pese a la importancia que tienen, los procesos de toma de decisiones reales tienen mucho más de azar y de costumbre que de racional y científico.

En otras palabras: aceptamos la importancia de conocer los procesos de decisión de individuos, empresas e instituciones, pero creemos saber muy poco de cómo se llevan a cabo tales procesos en el mundo real.

Y en esta dualidad, bastante frecuente en ciencia, se mueve la teoría de las decisiones económicas. En algunos casos, la teoría ha tenido bastante éxito, sobre todo al describir los comportamientos individuales en las decisiones sobre la cesta de la compra, es decir, sobre los gastos de consumo corrientes semanales o mensuales.

La teoría de la utilidad y la demanda, desarrollada hace casi 100 años por Alfred Marshall y ampliamente puesta al día por una lista de importantes economistas como Paul Samuelson o Gerard Debreu, por ejemplo, ha tenido una importante repercusión práctica; casi toda empresa que aborda decisiones de marketing, realiza estimaciones para saber cuál es la demanda de los consumidores y cuáles las características del mercado del producto en cuestión.

Pero los ámbitos en los que la teoría está insuficientemente desarrollada son muy vastos. Algunas de las decisiones más importantes de nuestra vida como comprar una casa o emprender un negocio se toman a través de lo que algunos sicólogos -Kahneman y Tversky, por ejemplo- han llamado 'procedimientos de edición': se mira una de las características de un objeto (el rendimiento esperado en el caso de un activo, el precio en el de una casa) y se comparan las opciones según esa característica relevante. Si ésta no resulta decisiva, empiezan a tomarse en consideración otros factores. En estos procesos de decisión, aparecen frecuentemente las intransitividades: el decisor prefiere una alternativa a otra y ésta a una tercera, pero entre la primera y la tercera es ésta la elegida, así que no existe una decisión racional (la mejor).

Cuando se trata de empresas los resultados son parecidos. Las grandes decisiones estratégicas de las empresas se toman en pequeños comités de unas cuantas personas que evalúan un número reducido de opciones. Las decisiones tomadas por mayoría en estos comités pueden ser también intransitivas, como lo prueba el famoso ejemplo del marqués de Condorcet, con el que Arrow desarrolló su teorema de imposibilidad: no existe forma racional de tomar decisiones colectivas que cumpla ciertos requisitos aparentemente mínimos.

En el caso de las decisiones públicas existe siempre, además, una apelación a criterios de justicia; en la provisión de bienes públicos, en los gastos públicos sanitarios o educativos, en el sistema de pensiones o en la progresividad del sistema impositivo.

Algunos filósofos, como John Rawls y economistas como Amartya Sen o John Roemer, han investigado las nociones de justicia distributiva y los problemas que se derivan del dilema tantas veces presente entre la equidad y la eficiencia de un sistema económico.

æpermil;sta es solamente una enumeración de cuestiones abiertas, muchas de ellas debatidas en un reciente seminario internacional organizado en Pamplona por la UPNA y la Fundación BBVA sobre Decisiones económicas.

La principal implicación de esta lista que no es, ni mucho menos, exhaustiva, es que seguramente los problemas son mayores que los logros; así que no es extraño que nuestra única conclusión provisional en este punto es que para estos asuntos tan serios necesitamos, sin duda, más investigación.

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