Mujeres, no gracias
A principios del siglo XXI todavía hay clubes que no admiten a mujeres como miembros
La celebración del último British Open en el campo escocés de Muirfield ha reavivado la discusión. Este club, sede desde 1891 de la Honorable Compañía de Golfistas de Edimburgo, es uno más de los tantos que existen en el mundo que a principios del siglo XXI prohíbe el acceso a las mujeres. El cartel con la inscripción 'No a mujeres, jóvenes y animales' sigue estando presente en algunos campos. Hace justo un mes que los miembros del Royal and Ancien Club de St. Andrews, considerado la cuna del golf mundial, aprobaron que las mujeres pudieran acceder a la Casa Club.
En algunos campos, por fortuna poquísimos, han estigmatizado el golf como un deporte sexista y racista, con la prohibición expresa de entrada a las instalaciones de jugadores de raza negra. Quien más ha hecho por derribar esta barrera ha sido Tiger Woods y el imperio económico que mueve a su alrededor (la multinacional de material deportivo Nike). Cuando ganó su primer Masters dejó plantado al entonces presidente de EE UU, Bill Clinton, que le invitó a una recepción en la Casa Blanca el día siguiente de vestirse la chaqueta verde. Tiger no acudió a la cita y dijo que no era más que un acto para sacarse una foto con el primer negro ganador en Augusta. En el Augusta National Golf Club, sede del Masters, cada vez son más los ciudadanos de raza negra que acuden a presenciar su torneo. Hasta 1997 los negros que accedían al recinto eran trabajadores encargados del servicio de limpieza o camareros, ataviados al estilo Lo que el viento se llevó.
William Johnson preside el Augusta National Golf Club, del que forman parte 300 socios, todos hombres, de los cuales no más de 10 son negros. A él, las asociaciones en defensa por la igualdad de la mujer le han hecho llegar toda clase de reclamaciones para que permita entrar a las mujeres en su selecta sociedad. Johnson, que no es partidario de la apertura, cuenta con el apoyo de la mayoría de los socios, aunque Augusta evita pronunciarse oficialmente. El tema levanta comentarios irónicos. Un miembro de Augusta apuntó que se levantara el veto a las mujeres aunque estableciendo un reglamento de admisión según el cual los socios, que son los que eligen quién puede ser miembro del club, escogerían a venerables ancianas que no estén para jugar muchos hoyos de golf y, a poder ser, que apenas aparezcan por la Casa Club.
El New York Athletic Club, por ejemplo, abrió sus puertas a las mujeres en 1988. En la actualidad cuenta con 8.600 miembros de los que 700 son mujeres. Las pioneras tuvieron que aguantar pequeñas travesuras de los socios del sexo opuesto, como que les quitaran la toalla de baño cuando estaban en la piscina o que les cortaran el agua caliente en las duchas. Ante esta batalla para abrir las puertas a los clubes más cerrados, siempre hay quien aprovecha el sentido común de Groucho Marx cuando dijo aquello de que: 'Jamás aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo'. Por fortuna, la mayoría de los clubs no lucen carteles de prohibición como el mencionado 'No a mujeres, jóvenes y animales'.