China, nuevo paraíso tecnológico
El país asiático será el cuarto consumidor mundial de tecnología en 2005. Algunas empresas españolas buscan un lugar en este atractivo mercado
Bill Gates se ha reunido más veces con Jiang Zemin, presidente de la República Popular China, que con Bill Clinton en toda su legislatura. El olfato para los negocios del fundador de Microsoft no le engaña: China tiene un hambre voraz de informática, tanta que en 2005 será el cuarto consumidor mundial de tecnologías de la información, según Aberdeen Group.
Esta semana se han cumplido seis meses desde que China firmó su entrada en la Organización Mundial del Comercio el pasado 11 de diciembre. Este enorme país, en el que vive el 20% de la población mundial (1.248 millones de personas), con una economía que crece a un ritmo del 10,9% anual desde 1979, y que en los próximos años se mantendrá en un 7%, es uno de los mercados más atractivos del momento. Y España ya está preparada para aprovechar las oportunidades del gigante asiático.
Anna Birulés dedicó su último viaje oficial como ministra de Ciencia y Tecnología a este prometedor país, que visitó la semana pasada acompañada por una delegación de empresarios españoles con el fin de promover la cooperación entre China y España en los campos de las telecomunicaciones y de la sociedad de la información. Birulés y Xu Guanhua, su homólogo chino, firmaron una declaración conjunta, con la que se quiere plantar la semilla de un próximo convenio de cooperación científica y tecnológica entre instituciones y empresas de ambos países.
El otro gran acto en la agenda de la ministra fue la inauguración de la oficina del Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI) en Shanghai, organismo dependiente del ministerio, que ya ha financiado 82 proyectos tecnológicos en el país asiático de 17 empresas españolas por valor de 58 millones de euros. 'Es un momento muy adecuado para entrar en China. Su potencial es enorme. Y hay un gran interés por parte de las compañías españolas, que ya suman cerca de 160 instaladas en el país', comenta Agustín Segovia, jefe del departamento de Cooperación Internacional y responsable de la red exterior del CDTI.
Y es que, si China resulta interesante para cualquiera sector, en el mercado de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones se convierte en un paraíso para cualquier fabricante de equipos, prestador de servicios o desarrollador de software. Las cifras hablan por sí solas. China tiene 56,6 millones de hogares con acceso a Internet, lo que le sitúa como el segundo país con mayor número de internautas en el hogar después de EE UU, según AC Nielsen. Y, sin embargo, el índice de penetración de ordenadores está por debajo del 5%, por lo que el potencial de crecimiento es enorme. IDC calcula que en 2006 se venderán en China 21,1 millones de ordenadores personales, con un crecimiento del 18% anual. El desarrollo de las telecomunicaciones es aún mucho más acelerado. El país asiático suma una media de cinco millones de nuevos usuarios de telefonía móvil al mes (toda la población de Finlandia, como resalta Nokia, que ha hecho de China su segundo mercado). En total, hay 167 millones de suscriptores de telefonía móvil, lo que le convierte en el mercado más importante del mundo.
China se presenta, más que como un pastel, como un gran soufflé que crece y crece. Los expectativas para los próximos años no pueden ser mejores. Pekín acogerá los Juegos Olímpicos en 2008, para los que hay reservado un presupuesto de 363 millones de euros destinados a tecnologías. Pero, además, el Gobierno quiere que la economía china se duplique de aquí al año 2010, y el motor con el que van a conseguir esta meta son las tecnologías de la información, lo que hace esperar que el sector mantenga un crecimiento medio del 30%.
Las grandes multinacionales están instaladas desde hace años para saciar la sed de informática de este país. Acer, Hewlett-Packard, Intel, Ericsson o Nokia están reforzando su presencia. Microsoft anunció a finales de junio que invertirá 750 millones de euros en los próximos tres años, en lo que ha sido el mayor acuerdo de colaboración del fabricante de software con otro país.
Pero, por una vez, las empresas españolas están sabiendo desembarcar en un mercado no latino al mismo tiempo que las multinacionales europeas y estadounidenses. Indra ganó su primer contrato en China en 1997 y desde entonces ha ido tomando posiciones en proyectos relacionados con los transportes, infraestructuras y control de tráfico aéreo. 'Antes del Tequilazo nos dimos cuenta de que teníamos demasiados huevos puestos en la cesta americana, y fue entonces cuando volvimos los ojos hacia el continente asiático', recuerda Antonio Santamaría, director de Internacional de Indra.
El mes pasado, coincidiendo con la formalización de un contrato valorado en 48 millones de euros para el desarrollo de un centro de simulación para el entrenamiento de los pilotos del avión Boeing 737-800, la compañía española abrió su filial en Pekín, Indra Beijing IT Systems. Aunque ya tenía oficinas con funciones de representación, ésta es su primera filial con autonomía, y que realizará desarrollos y servicios propios en China. El paso más importante que le queda por dar a Indra es lanzarse a la confección de proyectos de tecnología propiamente dichos. 'Toda la Administración y empresas estatales están modernizando sus sistemas, también el sector financiero y las aseguradoras. La gestión tributaria o la identificación de ciudadanos, la inscripción de censos también están modernizándose, y en estos sectores Indra tiene mucho que aportar', comenta Santamaría.
Pero no ha sido fácil llegar hasta aquí. El mercado chino tiene sus peculiaridades, una cultura muy diferente y una pesada burocracia que pone bastante complicaciones legales para cualquier inversor extranjero. Pero no hace falta ser una gran corporación para lograr hacerse un hueco en este mercado.
El fabricante español de antivirus Panda Software, que ya está presente en 47 países, ha entrado con fuerza en este mercado de la mano del segundo fabricante de ordenadores de China, Founder. Ambas compañías han constituido una sociedad conjunta en la que se traduce y localiza sus antivirus. Para llegar a este acuerdo, Panda ha pasado más de dos años de negociaciones con las autoridades, y arreglando asuntos legales. 'En ningún otro país hemos gastado tanto dinero en abogados', apunta José María Hernández, vicepresidente de expansión internacional. 'El mercado informático es poco maduro y lo estamos abordando al mismo tiempo que nuestros competidores estadounidenses'.
La otra gran dificultad para Panda y para cualquier empresa relacionada con el software es el elevadísimo grado de piratería. China es el segundo país del mundo donde menos se respeta el copyright. El 92% de los programas informáticos del país son copias ilegales, según la BSA. 'Las autoridades están empezando a colaborar pero tienen que reforzar las medidas legales para proteger los programas', comenta Hernández.
Aunque las oportunidades de China son enormes, no se debe pensar que se está jugando en un territorio virgen. La apertura de los mercados se produce en ambas direcciones y pronto se empezará a notar la fuerte competencia amarilla en Occidente. Legend, el suministrador chino número uno de ordenadores, está diversificando sus exportaciones y pronto su subsidiaria QDI, que hasta ahora se dedicaba a la venta de componentes, se va a atrever con nuevos productos. También Haier, un fabricante de dispositivos electrónicos, y Huawei Technologies, fabricante de equipos de redes, están reforzando sus ventas en Estados Unidos y Europa.
La dura censura no acaba con los internautas
Las asombrosas cifras de crecimiento de Internet entre la población china chocan de frente con la estricta política de control que el Gobierno de Pekín ejerce sobre la Red. Los jóvenes acuden en masa a los cibercafés que se extienden por las principales ciudades del país para jugar a videojuegos, participar en chats (charlas en línea) o simplemente para navegar por el ciberespacio.
Esta situación preocupa enormemente al Gobierno, que no para de denunciar que Internet no es más que una vía para la difusión de pornografía, que envenena y atonta a su juventud, que pasa horas jugando con los marcianitos. 'No dejéis que los cibercafés destruyan a nuestros hijos', era el principal titular del Diario del Pueblo, el periódico oficial del Partido Comunista chino, hace unas semanas, cuando un incendio en uno de estos locales de Pekín le costó la vida a 24 estudiantes.
Pero, en realidad, los políticos chinos no temen a la pornografía sino a las ideas que corren y se difunden por la Red, pese a sus múltiples intentos por restringir los contenidos que vayan en contra del régimen. El Gobierno obliga a inscribirse en un censo a todos los internautas del país, instala programas en los ordenadores que impiden el acceso a ciertas webs y los portales no pueden publicar noticias de medios extranjeros. Las penas pueden llegar a ser de cárcel si no se respeta la censura. Qi Yanchen, economista y periodistas, fue detenido en 1999 y condenado a cuatro años de cárcel por 'difundir informaciones antigubernamentales por Internet'.
Pese a todo, no se ha acabado con los disidentes que usan este medio para promover ideas democráticas, ni mucho menos con el entusiasmo de los jóvenes por Internet.
Pero el incendio de Pekín ha servido como excusa perfecta para iniciar una redada contra los Internet cafés. Muchos de ellos son ilegales, como el que se incendió, pues la complejidad burocrática hace muy difícil obtener una licencia. De los 2.400 establecimientos de este tipo que existen en Pekín, sólo 200 son legales.
El Gobierno, que suele controlar regularmente el contenido de los ordenadores de los cibercafés para comprobar que no permiten el acceso a contenidos inadecuados, ha iniciado una campaña con el pretexto de mejorar las condiciones de seguridad en estos locales. Los cierres ya han comenzado por todo el país. En la provincia norteña de Hebei se clausuraron 500 cibercafés y se espera que en total desaparezcan más de 200.000 locales.