_
_
_
_
En portada

Cuentas a la americana

La contabilidad es la historia en números de la empresa. La contabilidad española y la de EE UU son dos versiones de una misma historia. En un caso, con final feliz. En otro, con pérdidas multimillonarias. En ambos, con un valor relativo

Miguel Jiménez / Inés Abril

Las discusiones sobre contabilidad tienen más de veneciano que de bizantino desde que el franciscano fray Lucca Paccioli, amigo de Leonardo da Vinci, teorizase en 1494 el método de la partida doble. Desde entonces, prácticamente hay un solo dogma de fe: el balance tiene que cuadrar. Cómo se iguale el activo al pasivo, es ya otra historia. ‘La contabilidad ni es una ciencia ni es exacta. Es un procedimiento. Una cosa es que se trabaje con números y otra que sea una ciencia exacta’, subraya Ramón Gurriarán, profesor de Finanzas del Instituto de Empresa.

La difusión de las cuentas de 2001 de las grandes empresas españolas formuladas de acuerdo con los principios contables generalmente aceptados en Estados Unidos (US GAAP, por sus siglas en inglés) ha causado cierta conmoción esta semana, desde que Cinco Días adelantó el martes los ajustes que convertían los beneficios de 2.106,8 millones de euros publicados en España por Telefónica en pérdidas de 7.182,27 millones de acuerdo con los US GAAP. 'El problema es que a casi nadie le gusta trabajar, así que viene muy bien pensar que con saber un numerito se tiene toda la información. Que salga otro numerito es como una especie de castigo a la vagancia, a quienes se quedaron en la cifra sin saber cómo ni de dónde venía', explica Pablo Fernández, profesor del IESE.

El deterioro sufrido por el fondo de comercio es el principal responsable de los números rojos de Telefónica. La agresiva política de compras pagadas en acciones ha dejado a la compañía al margen de los importantes problemas de deuda de sus más directas competidoras, pero ha mostrado su peor cara al ser medida con el rasero de la contabilidad estadounidense, que valora las adquisiciones al precio de mercado de las acciones emitidas y no al valor teórico contable.

Desde este ejercicio, la exigencia de una amortización sistemática se sustituye por la de un análisis del valor del fondo de comercio con la necesidad de sanearlo con cargo a resultados si está deteriorado, pero la operadora ha sido más prudente que sus competidoras europeas y ha sacado sus cadáveres del armario antes de que fuera estrictamente obligatorio.

Así, ha analizado la recuperabilidad de este activo intangible con la conclusión de que buena parte de él tenía que ser saneado. En total, 8.452 millones de euros de ajuste van en EE UU directamente contra la cuenta de resultados. Telefónica reconoce con toda crudeza que Endemol vale la quinta parte de lo pagado hace dos años y así lo refleja en las cuentas, con un impacto negativo de 4.282,13 millones. La única causa de que el saneamiento del fondo de comercio de Lycos no haya superado al de Endemol en las cuentas de Telefónica es que la operadora sólo tiene el 37,63% de su filial de Internet. Con todo, el ajuste asciende a 2.467,36 millones.

Además del fondo de comercio hay en cada una de las siete empresas españolas que cotizan en Estados Unidos otros múltiples ajustes que obedecen, entre otros, a diferencias temporales, activación de gastos, créditos fiscales o cargos realizados contra fondos propios que alteran el resultado entre la contabilidad española y la notificada a la Securities Exchange Commission (SEC), el supervisor de los mercados de EE UU.

¿Qué número es el bueno? 'La contabilidad ofrece la historia de la empresa, y la contabilidad de EE UU y la española son dos versiones de la misma historia. Pero son igual de válidas las dos. Decir si una refleja mejor que la otra la realidad de la empresa es una discusión baldía', explica Pablo Fernández. 'Pretender que la local explica mejor lo ocurrido porque es la válida a efectos de dividendo es puro disparate, sería como defender que las cuentas individuales valen más que las consolidadas porque son las que importan a esos efectos', opina otro experto.

Al final casi resulta que ninguna de las dos cifras es la buena. 'El beneficio no dice lo que gana la empresa, lo que dice es cuál es el resultado de una serie de sumas y restas. Hay que decidir cómo o con qué números se hace esa suma o esa resta y hay muchísima flexibilidad para hacerla. Ese número puede ser mucho mayor o menor ante una misma realidad', razona Pablo Fernández. 'La contabilidad se basa en unos principios contables y normas de valoración muy flexibles y que dejan un margen muy amplio', coincide Gurriarán.

Si el beneficio neto no sirve de demasiado, ¿qué pasa con el Ebitda o resultado bruto de explotación? 'El Ebitda sale de cortar la línea de resultados un poco más arriba, pero también es relativo. Tienes menos líneas para opinar, pero el número que da es también una opinión', apunta Fernández. Gurriarán también señala que no hay consenso con el Ebitda, pues se usan definiciones diferentes. 'Con el Ebitda, las empresas han ido subiendo por la cuenta de resultados en busca de la primera variable positiva. Sólo hablan de que han logrado Ebitda positivo las que están en pérdidas', subraya.

Comparaciones útiles

Relativizar la importancia del dato de beneficio no supone que la contabilidad no tenga valor. Lo que ocurre es que hay que conocer bien las empresas y saber lo que hay detrás de las cuentas. 'La propia comparación entre las dos contabilidades es útil y muchas veces sirve para llamar la atención sobre algunos aspectos', explica Gurriarán. La comparación permite detectar algunos apuntes que respondían a criterios poco exigentes o gastos que no han pasado por la cuenta de resultados; la cuantía de los saneamientos arroja luz sobre valoraciones actualizadas de activos en función de flujos de caja previstos y también puede decir mucho sobre la capacidad de los gestores de una compañía para acertar o no en su política de adquisiciones. A veces, incluso, tiene mucho más interés comparar la contabilidad de una misma empresa con uno y otro criterio, que las cuentas de distintas empresas teóricamente formuladas con los mismos estándares, pues el gran margen de maniobra permite también en estos casos disparidades de enorme calibre que pueden conducir a engaño.

¿Qué queda entonces? Como se ha dicho, conocer bien las empresas, pero, además, queda la caja. 'El beneficio es una opinión. La caja es un hecho', sentencia Pablo Fernández. 'Por supuesto que también hay que ver de dónde viene ese hecho o el número en que se plasma ese hecho, pero el cash flow tiene la ventaja al menos de partir de un número que es el mismo y que es único, pues está mucho menos sujeto a posibles manipulaciones legales o ilegales'.

El descuento de flujos de caja previstos al coste del capital es uno de los métodos de valoración preferidos por los analistas. Para esa metodología, el resultado contable no es un factor. Por eso, el modo en que se amortiza el fondo de comercio o en que se sanean inversiones disparatadas es casi indiferente. 'La amortización del fondo de comercio es un mero apunte contable, no afecta al cash flow, a menos que sea deducible fiscalmente, en cuyo caso a las empresas les interesa deducirse todo lo que puedan para pagar menos impuestos y consumir menos del cash generado', explica Ramón Gurriarán, partidario de que en las cuentas españolas se incorpore un estado de cash flow como el existente en EE UU.

Muchos expertos consideran que los flujos de caja previstos son la única forma realmente fundada de valorar una empresa. La fragilidad del método de la comparación de múltiplos -operativos o contables- quedó en evidencia con la crisis tecnológica. 'Si se valora una empresa tomando como referencia una burbuja, el resultado será otra burbuja', señala un analista. Si, para colmo, los múltiplos supuestamente comparables, no lo son en realidad tanto, casi mejor ni intentarlo. La tesis, por ejemplo, de que la Bolsa española está mucho más barata que la de EE UU o de que tiene una relación entre precio y beneficio (PER) más baja (lo cual no es necesariamente lo mismo) se desmonta de un plumazo al aplicar a las empresas españolas el rasero de aquel país. Si a los resultados agregados de las 35 empresas del Ibex se les va restando la diferencia de resultado de cada una de las siete que cotizan en EE UU al pasar las cuentas a US GAAP, se acaba llegando a unas pérdidas de 13.400 millones para esas siete empresas y de 7.605 millones para el conjunto de las 35 del Ibex.

El presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Blas Calzada, ha reconocido que esas diferencias provocan 'cierto desasosiego' entre los inversores y ha abogado por una mayor homogeneización de criterios. Los expertos son escépticos: 'Se lleva muchos años hablando de eso. Si llegamos a verlo, será como mínimo dentro de unos cuantos años, pero eso no va a eliminar los márgenes de interpretación', repone Gurriarán. 'Eso tampoco es una solución', coincide Pablo Fernández. 'Cabe pensar en criterios rígidos, en una contabilidad en plan soviético con todo regulado al detalle, pero al final se llegaría a un número que seguiría siendo una información muy incompleta. Conformarse con la cifra de beneficio es como pensar que con ver la nota del examen de historia de tu hijo ya eres un buen padre que cuida de su educación'.

Cálculos de presentar por casa

 

El Santander se lanzó en sus cuentas españolas a efectuar cálculos a bote pronto sobre la aplicación de las normas contables estadounidenses. Dijo que su beneficio aumentaría un 75% con la normativa norteamericana de fondos de comercio, pero ahora se demuestra que su beneficio es menor con estándares contables de Estados Unidos (US GAAP).

 

 

 

 

 

 

 

En la memoria de sus cuentas anuales, el Santander denunciaba supuestas 'ventajas competitivas para las compañías norteamericanas respecto a las europeas' por la nueva normativa sobre fondos de comercio. Y se atrevía a decir que 'de haber aplicado esta normativa durante todo el ejercicio 2001, el resultado consolidado del grupo hubiera ascendido a 4.359 millones de euros, un 75,3% superior al obtenido con la norma en vigor en España (2.486 millones)'.

 

 

 

Tal afirmación, auditada por Andersen, no resiste el análisis. Supondría por ejemplo que no se habían depreciado los fondos de comercio de las filiales en Argentina, los 641 millones de fondo de comercio de Patagon o los 3.429 millones de fondo de comercio de Banespa, gran parte de los cuales se ha acabado saneando voluntariamente como prueba palmaria de su deterioro.

 

 

 

A diferencia de Telefónica o Terra, que han sacado sus cadáveres del armario, el Santander se ha cuidado mucho en sus cuentas con criterios estadounidenses de efectuar un saneamiento de los fondos de comercio deteriorados. De haberlo hecho seguramente estaría con criterios US GAAP más cerca de las pérdidas que de elevar su beneficio un 75%.

Los créditos fiscales de Terra, en el aire

 

Terra Lycos es la compañía española más perjudicada por la contabilidad estadounidense, aunque también era la que tenía peor resultado de partida. Sus pérdidas se multiplican por 20 con los US GAAP. Terra ha tejido todo su entramado empresarial con compras pagadas en acciones y, como su matriz, paga en EE UU las consecuencias de la diferente contabilización, tanto en resultados como en fondos propios, básicamente por el deterioro del fondo de comercio surgido de la compra de Lycos.

 

 

 

 

 

 

 

Además de las diferencias de contabilidad, la reformulación de las cuentas ha retratado a Terra Lycos en un campo: su opinión sobre la recuperación de los créditos fiscales activados en España. Según los criterios de EE UU, los créditos fiscales sólo pueden contabilizarse tras un profundo análisis. Con todas las pruebas objetivas (como la historia operativa de la empresa) y subjetivas (como el presupuesto o el plan de negocio) en la mano, se debe valorar si hay más probabilidades de recuperarlos que de lo contrario. Y Terra reconoce que no tiene garantías y que lo más probable es que no pueda disfrutar de estos créditos fiscales. En su descargo, la empresa de Internet argumenta que determinadas pruebas objetivas (las pérdidas acumuladas durante los años anteriores) pesan tanto en el juicio que es muy difícil que ningún cuestionamiento subjetivo pueda superarlas. En todo caso, Terra da por perdidos en EE UU 614 millones de euros de 2000 y 2001 que figuran activados en el balance español y que ya se usaron para declarar menos pérdidas.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Sobre la firma

Miguel Jiménez / Inés Abril
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

Archivado En

_
_