La contabilidad creativa infla los beneficios en EE UU
Es uno de los lugares comunes de la Bolsa. 'La clave de la recuperación está en los beneficios empresariales'. Ahora bien, ¿qué beneficios empresariales? Porque lo que analistas y, por extensión, inversores toman como referencia son unas cuentas infladas. La diferencia entre los resultados proforma y los oficiales para las empresas del Nasdaq 100 ascendió a 100.000 millones de dólares en el tercer trimestre de 2001, según Clariden Bank.
El beneficio proforma fue de 19.100 millones de dólares, pero de acuerdo con la normativa contable estadounidense (US Gaap), las pérdidas ascendieron a 82.000 millones de dólares. Cisco ganó en cuentas proforma 750 millones, pero en las oficiales perdió 3.000 y Microsoft pasó de ganar 7.000 millones a 4.000.
El abuso de los proforma no es exclusivo de la tecnología. Las empresas del Standard & Poor's 500 ganaron en 2001 45 dólares por acción, según el consenso de los analistas calculado por Thomson Financial. Pero estos datos se basan en cifras proforma. Según la contabilidad oficial, la ganancia fue de 28 dólares, un 38% menos.
Los datos no incluyen estafas, fraudes o engaños como los de Worldcom o Enron. Están de acuerdo con la normativa contable, pero también hacen daño.
Siempre ha habido discrepancias entre las cifras proforma y las oficiales. Al fin y al cabo, las proforma se hacen para reflejar la situación de la empresa en situaciones excepcionales como procesos de fusión. Pero en los últimos años las compañías han abusado para dar datos favorables. Entre 1988 y 2001, los resultados proforma de las empresas del Standard & Poor's 500 han sido un 10% mayores que los oficiales. Pero en los nueve primeros meses de 2001 fueron un 57% superiores.
Incluso Standard & Poor's admite que las empresas abusan de los proforma, que en la jerga se denominan Ebbs, expresión irónica similar a Ebitda y que representa las siglas en inglés de earnings before bad stuff, o beneficios antes de las cosas malas.
'En la última etapa se han vinculado los salarios de los directivos a la evolución de la cotización y a los resultados. Ello representa un incentivo para inflar los números y así hacer subir la cotización de las acciones', explica desde Clariden Manuel Gómez.
Félix González, director general de activos de Beta Capital Mees Pierson, es de la misma opinión: 'La proliferación de los planes de stock options ha generado una cultura especulativa en la que los directivos tratan de que las cuentas justifiquen las fuertes subidas bursátiles. Y cuando todo va bien nadie se preocupa de mirar si se han hecho correctamente'. La segunda mitad de los noventa fue la época de la creación de valor, un concepto que empezó expresando la necesidad de que la creación de riqueza repercutiese en el accionista, pero que terminó significando la obsesión por hacer subir las cotizaciones sin tener en cuenta los medios utilizados.
En lo que ha desembocado esta situación es en la crisis actual. 'Esta entrega de la crisis es un nuevo paso en el deterioro de la confianza del inversor en el sistema', explica Félix González. Ahora ya no se trata de saber acertar el rumbo de la economía y su efecto en los beneficios empresariales, sino también de saber cuándo son de verdad.
El problema principal no está en que las empresas saquen notas de prensa con cifras infladas. Está en que todos, inversores particulares, analistas y medios de comunicación toman una referencia equivocada. Habrá que hacer caso al gurú Warren Buffet, que asegura que sólo tenía en cuenta a los analistas cuando era un quinceañero.
Con cuentas hechas de abajo a arriba, todo es bonito y barato
Algunos veteranos del parqué recuerdan que, en los años setenta, las eléctricas españolas construían las cuentas partiendo del dividendo que querían repartir. En Estados Unidos es un secreto a voces que la mayor parte de las empresas cotizadas hace las cuentas de modo que superen las estimaciones de los analistas, quienes, por su parte, no parecen totalmente imparciales y dan por buenos los datos proforma, inflados, de las empresas.
Según la agencia de calificación financiera Standard & Poor's, ajustando las previsiones de beneficio de General Electric a unos criterios contables más estrictos, el beneficio por acción sería de 1,11 dólares, y no los 1,42 oficiales. S&P elimina, por ejemplo, las plusvalías por fondos de pensiones, que en General Electric suponen una parte muy importante del beneficio. Según este criterio, GE no cotizaría a un PER de 21 veces, como ahora, sino a 27. Muchos dicen ahora que las caídas bursátiles han puesto la Bolsa barata. Pero el concepto de barato no existe si no se sabe, en realidad, qué es lo que se compra.
A la hora de crear cuentas de abajo a arriba, el sistema contable estadounidense, US Gaap, es más fácil de adaptar que la normativa que planea introducir la Unión Europea, denominada IAS.
Según los expertos, el US Gaap es un sistema contable muy detallista, en el que se registra cada movimiento de dinero. Ocurre, no obstante, que los principios contables de dar una imagen fiel de la realidad se pierden entre tanto detalle. Enron escondía sus pecados en confusas notas al pie dentro de informes de centenares de páginas.
Ese estándar IAS se ha creado en los últimos años tratando de tomar lo mejor de los diferentes sistemas. Según los expertos, pone el acento en que el reflejo contable de las operaciones respete el espíritu de transparencia. Será el utilizado por la UE para armonizar la contabilidad.