Los móviles y el Consejo Europeo
Las operadoras de móviles europeas habrán de soportar durante los dos o tres próximos años una situación complicada, y no parece que el último informe de la Comisión al Consejo Europeo de Sevilla, sobre el completo desarrollo de la tercera generación de móviles, contenga una visión muy clara de cómo conducir ese proceso.
El informe constituye la respuesta a la solicitud formulada por el Consejo Europeo de Barcelona de presentar un análisis sobre las dificultades que hay que superar para el completo desarrollo de la tercera generación de móviles. La declaración de principios que contiene el informe es que 'las licencias no deberían ser modificadas en orden a asegurar un entorno previsible y una seguridad jurídica para las inversiones a largo plazo', y 'se recomienda flexibilidad, en el caso de que cambios imprevisibles de las circunstancias requieran adaptaciones', lo cual no parece aclarar las cosas.
Además, hasta la entrada masiva de la tercera generación, faltan aun dos o tres años en los que estas operadoras tendrán que superar unas dificultades creadas en parte por aquellas subastas que se basaron en una previsión de crecimiento no demasiado acertada. El modelo de móviles en Europa se había caracterizado por el enorme crecimiento de 1995 a 2000, del que no se supo ver el fin. Pero los crecimientos comenzaron a reducirse a partir de 2000, continuaron en 2001 y se reducirán aun más en 2002.
Las perspectivas para Europa para este año son de un crecimiento del 10-12% y una densidad del 81-82%, la más elevada de todas las grandes áreas geográficas, pero a partir de estas elevadas densidades los incrementos van a descender a niveles inferiores al 10%, y sobre todo bajarán aun más a partir de densidades superiores al 90%.
Otras áreas geográficas, como EE UU, Japón y el resto de Asia, tienen densidades más bajas, que permitirá a las operadoras mantener un modelo de negocio basado en el crecimiento del número de clientes.
La posición de los móviles en España es similar a la de Europa: los incrementos bajaron del 62% en 2000 al 21,8% en 2001, y la previsión para este año es de un crecimiento del 12%. España tenía 31 millones de móviles el pasado abril y una densidad del 75%, que será del 80% a finales de este año.
Mientras que en el resto del mundo el modelo de negocio de fuertes crecimientos seguirá siendo decisivo, el problema para las operadoras europeas es que el incremento de sus ingresos ya no puede venir del crecimiento del número de clientes. Además, los ingresos procedentes de la voz decrecen ligeramente.
Sólo podrán incrementar sus ingresos con los nuevos servicios de datos, que hasta ahora proceden exclusivamente de los mensajes cortos SMS, que hoy representan el 15% de los ingresos, pero su crecimiento no llega a compensar los menores ingresos de los servicios de voz. Y la entrada de innovaciones como el GPRS o la mensajería multimedia MMS no parece que vayan a representar ingresos apreciables. æpermil;ste es el esquema hasta que el UMTS potencie de una forma masiva los servicios de datos e imagen, algo que probablemente no se produzca hasta 2004.
Por ello, estas operadoras sólo pueden mejorar su eficiencia durante estos dos años reduciendo gastos e inversiones. Y teniendo en cuenta que el peso de los gastos de personal es bajo en estas operadoras, la reducción se centra en los gastos comerciales, suprimiendo o casi eliminando las subvenciones a los terminales y buscando la fidelización de los clientes por medios no costosos.
Los Gobiernos europeos en el Consejo de Sevilla tendrían una buena ocasión para corregir errores pasados: las subastas del UMTS, que pasará a la historia como un monumento a la ineptitud de algunos Gobiernos y reguladores europeos, y quitando trabas a la consolidación de las empresas. Pero la comunicación de la Comisión al Consejo Europeo de Sevilla no va en la línea de una revisión profunda de aquellos errores, aunque sí parece que se reconocen. Hablar de flexibilización puede ser mucho, pero puede también quedar en nada.