Francia consigue que los Quince flexibilicen el Pacto de Estabilidad
Fuentes de la presidencia española se mostraban ayer convencidas de que el compromiso que propondrá Rato 'no supone ninguna merma de la credibilidad del Pacto de Estabilidad y Crecimiento'. El acuerdo en ciernes incluirá supeditar el compromiso de equilibrio presupuestario a medio plazo (definido como el año 2004) a una tasa anual de crecimiento de entorno al 2,5% del PIB.
Los ministros intentarán preservar con este ejercicio de interpretación la letra de un texto suscrito, a instancias de Alemania, en 1996. Francia añadió entonces, de modo premonitorio, la palabra 'crecimiento' al pacto diseñado por Berlín para aherrojar a los países meridionales de la zona euro (España, Italia y Portugal, sobre todo), cuyas haciendas públicas soportaban déficit casi endémicos antes de la Unión Monetaria.
Francia, Portugal, Italia y Reino Unido llegan mañana a la reunión extraordinaria en el Palacio de la Moncloa con serias reservas sobre las directrices presupuestarias para 2002 presentadas por la Comisión Europea. Lisboa ya advirtió ayer que 'no queremos que el objetivo de déficit cero se fije para 2004, porque nos exigiría un considerable esfuerzo alcanzarlo'.
Nicole Fontaine, ex presidenta del Parlamento Europeo y nueva ministra de Industria del nuevo Gobierno francés, reclamaba 'una interpretación inteligente' del pacto. 'Hay margen de maniobra', indicó Fontaine tras conocerse que el déficit público francés se elevará este año al 2,5%, frente al 1,8%-1,9% previsto por la anterior Administración socialista.
Los ministros de Economía se inclinan por extender a Francia el trato magnánimo que ya dispensaron a Alemania en febrero, cuando la Comisión alertó sobre el peligroso coqueteo del déficit alemán con el 3% fijado como límite en el Pacto de Estabilidad. Berlín logró escapar a la reprimenda con una simple promesa de alcanzar el equilibrio presupuestario en 2004 'si la coyuntura lo permite'. 'Creo que esta alternativa no es una aplicación menos estricta del pacto', defienden fuentes de la presidencia ante la inminente repetición de la fórmula alemana.
Portugal también necesitará dotes de flexibilidad, a juzgar por las declaraciones hechas ayer por un portavoz del Ministerio de Economía que calificó como 'inasumible' el esfuerzo necesario para lograr el déficit cero.
Las instancias comunitarias han alertado sobre el riesgo de minar el Pacto de Estabilidad. Pero, de momento, los mercados no parecen haber acusado la laxa interpretación que se ha impuesto durante el semestre español. El Gobierno de José María Aznar asumió la presidencia con un euro a 0,8895 dólares y cederá el testigo con un tipo de cambio que ronda los 0,95 dólares.
Un reforzamiento de la divisa que facilita la lucha contra la inflación y aleja la amenaza de subida de tipos de interés en plena recuperación económica. El Banco Central Europeo mantiene una estrecha vigilancia sobre el cumplimiento del pacto, pero su actual presidente, Wim Duisenberg, es partidario de una interpretación flexible. Su sucesor in péctore, el francés Jean Claude Trichet, se limitó ayer a recordar que 'el pacto es crucial'.
Seis meses en los que la moneda común subió un 7%
El inicio de la presidencia semestral española de la UE coincidió con la exitosa entrada en circulación del euro, que existía como divisa contable desde 1989. Unos 300 millones de ciudadanos de 12 países que tienen un PIB combinado de 6,4 billones de euros (dos tercios el tamaño de la economía de EE UU) sustituyeron sus viejas divisas por la moneda común europea. En dos meses se distribuyeron billetes por valor de 630.000 millones de euros y 16.000 millones en monedas. Y la ausencia de problemas en la transición sorprendió a los propios Gobiernos de la UEM.
La buena aceptación del euro por parte de los ciudadanos no se vio correspondida con un repunte inmediato en los mercados. La moneda europea perdió terreno en enero. Sin embargo, a principios de febrero inició un repunte que le ha llevado a apreciarse casi un 7% frente al dólar en lo que va de año.
El motivo no es tanto el optimismo de los inversores ante la recuperación de la economía de los Doce (que creció un moderado 0,2% en el primer trimestre), sino las dudas sobre la fortaleza de EE UU. Los inversores empiezan a considerar insostenible el déficit por cuenta corriente de EE UU (4% del PIB) y están decepcionados con los pobres retornos de sus inversiones en Wall Street, lo que les lleva a liquidar posiciones allí para comprar activos de otros mercados, incluidos los europeos.
La subida del euro también trajo consigo fuertes subidas en algunos precios debido al efecto redondeo. Pero a medio plazo se espera que ayude a mantener controlada la inflación.