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Futuro
Columna
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Jugar con las mismas oportunidades

Si en lugar de poner la vista fuera, reflexionamos sobre lo que pasa en nuestro entorno, veremos que la situación no es muy distinta. Para Antonio Morales es hora de sacar experiencias positivas

Los riesgos idiosincráticos son un efecto secundario de las desviaciones anormales o extraordinarias respecto a una pauta histórica establecida. Ahora de moda, podemos destacar la crisis corporativa en Estados Unidos y la reciente escalada de la tensión mundial. Los riesgos geopolíticos de los que tantas veces hemos hablado, ya sean el conflicto entre Israel y Palestina, India y Pakistán, el incremento de la amenaza terrorista en Estados Unidos, o un imprevisible problema de Irak, suponen un serio peligro para la economía mundial. Esto tiene además el problema añadido de que Estados Unidos, como casi única potencia mundial, no ha ejercido el liderazgo necesario para resolver estos conflictos.

Los casos de Enron o de Tyco, o de incluso alguna importante multinacional farmacéutica, algunas de las compañías más admiradas hace apenas unos años, han sido los acontecimientos definitorios de una crisis cultural, y que afecta ya de una forma más general al corazón del modelo capitalista de mercado americano.

El final de la burbuja especulativa hace un par de años fue el momento crucial del radical giro que ha venido después, desencadenando el estallido de la burbuja tecnológica y provocando una auténtica masacre de los beneficios empresariales. Este tipo de crisis, principalmente las de carácter corporativo, han venido dándose históricamente en los momentos en los que asistíamos a cambios en los ciclos económicos. También suele representar una señal de cambio de ciclo un aumento en las operaciones de adquisiciones, ventas, fusiones, etc.

Si en lugar de estar siempre poniendo nuestra vista en lo que sucede fuera de nuestras fronteras, como casi todo lo que hemos comentado hasta ahora, hacemos una reflexión sobre lo que pasa en nuestro entorno más cercano, veremos que la situación no es muy distinta.

El mundo de las opas está absolutamente revuelto. Yo te compro a ti, y luego vendo una parte para financiarme. Mientras, aquel trata de comprarte pagando una prima superior. Estamos asistiendo a esta verbena en el sector de la construcción, en el sector inmobiliario, y pronto lo veremos en otros muchos.

Mientras tanto, las cifras macroeconómicas confirman las señales de recuperación económica, pero la Bolsa sigue dándonos disgustos. Los inversores minoristas, la gente de la calle, tenemos la sensación de jugar con menos jugadores en el campo y contra el árbitro, por utilizar un símil futbolístico.

Nos perdemos las primas que se pagan en estas operaciones corporativas, vemos cómo continúan perdiendo valor nuestros ahorros, los que teníamos depositados en los mercados de valores. Mientras tanto, otros ganan a la baja, y generan importantes plusvalías gracias a las primas que comentábamos más arriba.

De todas las crisis se debe sacar alguna experiencia positiva, y ahora probablemente toque aplicar ésta al españolito de a pie. Es posible que tras estas importantes diferencias que se han puesto de manifiesto durante los últimos meses se extraigan conclusiones y se apliquen medidas para que todos los que están en el partido jueguen con las mismas oportunidades.

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