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Columna
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Rusia está en el mercado

El 29 de mayo la Unión Europea (UE) acordó considerar a Rusia como una economía de mercado. La semana pasada hizo otro tanto EE UU. Pero, ¿qué implica ese título?

Por una parte, la aceptación de la mayoría de países desarrollados implica un primer paso para la entrada en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y un mejor tratamiento en las relaciones comerciales bilaterales tanto con la UE como con EE UU. Se estima que el nuevo estatus supondrá para Rusia un aumento anual de sus exportaciones de 1.500 millones de dólares (casi 1.600 millones de euros).

Específicamente, a partir de ahora Rusia se encontrará en mejor situación para hacer frente a las acusaciones de que coloca productos en EE UU a precios excesivamente reducidos o de que realiza prácticas comerciales injustas.

Muchas de las demandas antidumping pueden anularse ahora, ya que los datos de costes de producción que se utilicen en los análisis deberán ser los que Rusia proporcione, en lugar de hacerse estimaciones de cuáles serían esos costes en el caso de ser Rusia economía de mercado.

La entrada en la OMC puede ser realidad en 2003, aunque se encuentra en fase de negociación en la que se plantea la reducción de ciertas tarifas arancelarias. Como beneficios del ascenso de Rusia a miembro de la OMC, el Centro para la Investigación de Política Económica (CEPR) señala que, aparte de enfrentarse a menores presiones antidumping, mejorará el clima para recibir inversión extranjera, y más específicamente que mejorará la protección de los derechos de propiedad intelectual, lo que puede incentivar la inversión en sectores sensibles, como el de tecnología de información o el de telecomunicaciones. Por otra parte, el ascenso conlleva la desaparición o rebaja de aranceles o de subsidios a las empresas, lo que implicará costes por reajuste. æpermil;ste será el caso de, por ejemplo, la producción de gas y de electricidad.

Sin embargo, como se reconoce al conceder el estatus de economía de mercado, la mayor parte de los sectores funcionan de forma abierta y sólo se pueden considerar protegidos el sector bancario, seguros, energía, automóviles o telecomunicaciones. Las reformas más duras se concretan en el sector financiero, ya que del 50% al 90% de los bancos no son competitivos, lo que debe llevar eventualmente a su disolución

El reconocimiento de Rusia como economía de mercado supone la valoración positiva de la década de transformación que lleva recorrida y de la situación actual en la que las empresas privadas son responsables del 70% del PIB, el rublo está determinado por fuerzas del mercado y el país está abierto a la inversión extranjera.

Por parte de la UE, el reconocimiento implica un nuevo paso en el acuerdo de asociación y cooperación firmado en 1997, por el cual se establecía el compromiso para los 10 años siguientes de avanzar en áreas como ciencia y tecnología, comercio, medio ambiente, energía, etcétera.

En la declaración del reconocimiento, la Comisión Europea señala el progreso importante en la economía desde la última revisión de 2000. No obstante, existen algunos analistas que sospechan que este reconocimiento está impulsado por EE UU, que desea compensar la voluntad de cooperación de Rusia en materia de terrorismo internacional.

Aparte de la relación de Rusia con países sospechosos de laxitud con el terrorismo, EE UU también parece valorar su predisposición a firmar un tratado de desarme nuclear y su capacidad productora de petróleo, que reduce la vulnerabilidad ante una hipotética reducción la oferta árabe. Quizá estos dos fines refuercen el papel de Rusia en el primer objetivo. El reconocimiento de Rusia como economía de mercado es un paso más, que marca las buenas relaciones entre ambos países.

Estos motivos quizá expliquen por qué el reconocimiento como economía de mercado se ha adelantado a la entrada en la OMC, o a la evidencia de mayores avances por parte del Grupo de Alto Nivel en el Espacio Económico Común Europeo, que estudia la cooperación económica de Europa y Rusia. No obstante, aunque se haya acelerado por motivos políticos al otro lado del Atlántico, la entrada en el mercado de Rusia puede ser un estímulo para que se completen reformas estructurales y se refuercen los lazos económicos y comerciales con el resto de Europa, que en cualquier caso serán beneficiosos.

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