Los analistas apenas modifican su sistema de trabajo a pesar del 'caso Merrill Lynch'
Las autoridades bursátiles han aumentado los esfuerzos por atajar los conflictos de intereses de los analistas. A raíz del caso Enron, en el que una de las mayores energéticas estadounidenses quebró con recomendaciones positivas de varios bancos, los reguladores de Estados Unidos y Europa han iniciado investigaciones sobre los métodos de trabajo de las firmas de Bolsa.
El pasado 21 de mayo, el fiscal general de Nueva York llegaba a un acuerdo con Merrill Lynch para zanjar el proceso. La firma de inversión acordó pagar 100 millones de dólares, si bien no reconoció haber realizado ninguna acción ilegal. Además, el acuerdo incluía separar la remuneración de los analistas del negocio de banca de inversión, así como la supervisión de la actividad de los analistas, la revisión de los cambios de recomendación y la publicación periódica de la proporción de las distintas recomendaciones.
Las medidas anunciadas en principio se van concretando. Merrill anunció el viernes cambios en la retribución de los analistas, que se basará en el acierto de sus informes. Además, la firma ha simplificado el sistema de recomendaciones.
Las investigaciones de la fiscalía, sin embargo, no se circunscriben a Merrill y varios bancos de inversión han dado algunos pasos para anticiparse a un posible proceso por parte de los reguladores.
Así, fuentes de Salomon Smith Barney han confirmado la existencia de una comunicación interna en la que se propone adoptar algunos de los cambios impuestos a Merrill. En esta línea, Credit Suisse First Boston y Goldman Sachs también han iniciado reformas.
Excepto Merrill, casi todos los demás bancos se muestran reacios a especificar públicamente los cambios propuestos. Básicamente, consisten en la adopción de medidas para dar mayor independencia a las divisiones de análisis y banca de inversión.
Los expertos son escépticos con la profundidad de las reformas. Como ejemplo, los cambios no incluyen la prohibición de que los analistas acompañen a agentes de la división de banca cuando realizan negocios con clientes potenciales. Consideran, asimismo, que aunque la nueva dinámica obligará a las firmas a presentar más información sobre estas relaciones, la dependencia de análisis y banca apenas cambiará.
Miembros del mercado incluso califican las reformas de operación de maquillaje.
Las críticas arrecian de todos los frentes. Un alto directivo de Goldman Sachs, Henry Paulson, ha reclamado reformas urgentes para salir de la situación de 'baja reputación' en la que se encuentra la banca de inversión.
Los cambios, aunque mínimos, se han iniciado. Pero, ¿afectarán a la operativa diaria de los analistas? Fuentes de Merrill afirman que el trabajo de los expertos siempre ha estado supervisado, por lo que, en el día a día, su trabajo no va a sufrir grandes cambios con las reformas.
A pesar del anuncio de reforma, el tono positivo de los informes apenas ha variado. A finales del año pasado, el porcentaje de recomendaciones de compra en EE UU era de un 61,97%, mientras que de venta eran sólo del 3,08%, según Bloomberg. A principios de mayo, en pleno escándalo por la investigación del fiscal, la proporción de este tipo de recomendaciones había aumentado hasta el 62,92% y las de venta aumentaron hasta un mínimo 3,4%.
La 'enronitis' se extiende por Wall Street
El caso Enron, que saltó a la luz a finales del año pasado, desató una oleada de investigaciones sobre prácticas contables poco transparentes. Casi medio año después, el escándalo, lejos de amainar, afecta cada vez a más y más empresas. Tyco, las telecos Worldcom, Global Crossing y Qwest han sido algunas de las víctimas de la llamada enronitis. Más recientemente, la biotecnológica Imclone, el creador de mercado Knight Trading, la operadora de cable Adelphia, la energética El Paso o la petrolera Halliburton, antes dirigida por el actual vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney.
La quiebra de Enron y posterior investigación han puesto de manifiesto las dudosa gestión y prácticas contables de muchas de estas compañías. Las autoridades reguladoras intentan determinar si las empresas siguieron los principios de transparencia en el gobierno de las empresas, por el contrario, incurrieron en prácticas fraudulentas.
Muchos casos entran en el enriquecimiento personal de los directivos. El conglomerado Tyco reavivó un temor que parecía apaciguado en las últimas semanas tras la dimisión del presidente de la compañía, Dennis Kozlowski, implicado en posibles fraudes fiscales. Adelphia, el sexto operador de cable de Estados Unidos, ha reconocido que el antiguo equipo directivo, encabezado por su fundador, John Rigas, desviaba dinero, más de 300 millones de dólares, para uso privado.
Otro ejemplo del nerviosismo fue Knight Trading. El mayor creador de mercado del Nasdaq no evitó el desplome a pesar de desmentir rumores del mercado que apuntaban a una investigación por fraude en la negociación durante el boom tecnológico.
La biotecnológica Imclone, que pudo dar información privilegiada a directivos y familiares de éstos, o la firma de servicios informáticos Perot Systems son, asimismo, casos que han llevado la confianza a niveles mínimos.