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Andalucía

Los aceiteros han invertido 105,6 millones en mejoras en dos años

El sector del aceite andaluz ha estado tradicionalmente manejado por importantes comercializadoras, entre las que destacan las italianas, que se han encargado de poner precios, envasar y vender el producto elaborado por una multitud de pequeños fabricantes, mal equipados y peor organizados. Esta situación, que se ha mantenido hasta entrados los años noventa, empieza a sufrir un importante vuelco.

La crisis alimentaria que provocó el aceite de colza y la consiguiente prohibición del garrafeo (venta directa al consumidor sin controles administrativos ni sanitarios) obligó a las cooperativas, que son la gran mayoría de las 800 fábricas de aceite de Andalucía, a montar líneas de envasado para suministrar aceite a sus socios.

Posteriormente, las diferentes normativas medioambientales de la Unión Europea dieron de plano sobre el sector, que ha tenido que ejecutar importantes inversiones para sustituir los sistemas productivos para eliminar las contaminantes balsas de alpechín. Para animar toda esta batería de cambios, tanto la Unión Europea como la Junta de Andalucía han mantenido líneas de ayudas a la inversión.

Así, en el marco comunitario de apoyo 1994-1999, de los 229,3 millones de euros gastados en las almazaras andaluzas, 72,1 millones corresponden a subvenciones. En 2000, la inversión global superó 47,1 millones de euros, de los que 17,1 fueron aportados por las Administraciones, y el año pasado se emplearon 58,5 millones, mientras que las subvenciones fueron de 20,2 millones.

El primer resultado obtenido con los cambios ha sido que la producción de aceite se ha triplicado hasta 1,1 millones de toneladas, al tiempo que los aceiteros andaluces han empezado a arañar cuotas de mercado nada despreciables, a pesar de su atomización y de la complejidad de este mercado. Según los datos que maneja el gerente de la Federación Andaluza de Cooperativas Agrarias (Faeca), Rafael Sánchez de Puerta, el 30% del consumo español de aceite procede de las plantas de embotellado de las cooperativas. En graneles, el porcentaje se eleva hasta el 70% de la producción total.

Además, el segmento cooperativista, en el que destacan Hojiblanca, Baena o Cordoliva, ha hecho especial hincapié en la calidad, centrando su producción el aceite virgen, que ya representa el 30% del consumo.

Objetivo, la exportación

Si en una primera fase el esfuerzo inversor se ha dirigido a la modernización de las fábricas, en este momento el objetivo de los productores es que sus marcas alcancen el mercado internacional.

Poco a poco empiezan a conseguirse logros: 'De los 600 millones de kilos de aceite que se exportan, 100 son envasados', apunta Rafael Sánchez de Puerta. El esfuerzo de las cooperativas ha coincidido con el de las grandes empresas andaluzas del sector, entre las que destacan Aceites del Sur, que tras la compra de Coosur se ha convertido en la segunda aceitera de España.

También la familia Gallego dio un salto importante al comprar La Masía a la multinacional estadounidense Unilever, mientras que el Grupo Empresarial Muela ha adquirido Aceites Minerva.

El fortalecimiento del capital andaluz está relacionado con las complicaciones de un sector 'con unos márgenes estrechos, hasta el punto de no ser atractivos para las multinacionales', y con su carácter de producto gancho para los hipermercados, 'que hace a la distribución apretar mucho en los precios', dice el gerente de Faeca.

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