Con la vista en EE UU
Estados Unidos revisó ayer a la baja su estimación de crecimiento en el primer trimestre, desde el 5,8% inicial hasta el 5,6%. El dato, peor de lo esperado, quedó muy por debajo de las expectativas de los analistas, que preveían una revisión al alza hasta el 6%, y motivó una reacción adversa por parte de Wall Street. La desconfianza de los expertos viene de las causas de la rebaja, derivada de una mayor debilidad del consumo privado y de la inversión empresarial. Con todo, el ritmo de crecimiento de la primera economía mundial es el mayor en casi dos años, lo que proporciona cierto optimismo sobre la salida de la crisis de EE UU, aunque no sobre su fortaleza ni sobre su rapidez.
El análisis de los datos confirma las expectativas de la Reserva Federal, que en los últimos meses viene advirtiendo de una moderación en el ritmo de crecimiento y maneja una previsión para el conjunto del año del 3%. De cara al futuro, recoge un incremento de los beneficios empresariales después de impuestos del 0,9%, el mayor desde el segundo trimestre de 2000, y un aumento de los márgenes de las empresas del 8,8%. Una vez que se consolide la actual coyuntura, las perspectivas para asentar la recuperación deben mejorar, puesto que las empresas han seguido aparcando la inversión en el primer trimestre (-8,2%) para continuar reduciendo inventarios, aunque a menor ritmo que en trimestres precedentes. Además, en un contexto de ausencia de presiones inflacionistas (el deflactor del consumo privado creció el 0,7%), aumenta el margen de la Reserva Federal para mantener los tipos de interés en los actuales niveles (1,75%) hasta que se consolide la reactivación.
Estas expectativas trasladan también algo de optimismo hacia Europa, cuya recuperación depende en gran medida de la reactivación estadounidense. Aunque en estos momentos los Quince están más pendientes de la política comercial practicada por el Gobierno de George Bush. Por este lado hay noticias contradictorias. El Senado acordó el jueves otorgar, después de ocho años, la Autoridad para la Promoción Comercial a Bush. Sin embargo, los cambios introducidos en la Cámara alta son tan sustanciales (limitan la capacidad de negociación de Bush si los acuerdos afectan a las leyes antidumping de EE UU) que el texto deberá ser de nuevo pactado por una comisión mixta del Congreso. De obtenerlo en condiciones satisfactorias, la Casa Blanca habrá obtenido una importante herramienta para impulsar el libre comercio a nivel mundial. Otra cosa es que Bush se decida a emplearla. El próximo director de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Supachai Panitchpakdi, sostiene que con la autoridad comercial y una vez que pasen las elecciones legislativas de noviembre -origen principal, según muchos, de las medidas proteccionistas sobre el acero y los subsidios a la agricultura- EE UU volverá a liderar la ronda de liberalización pactada en Doha. Sería lo deseable.