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América Latina

El mercado anticipa con optimismo la victoria de Uribe

Este domingo se llevará a cabo la primera vuelta de las elecciones presidenciales colombianas. Los resultados no deberían traer grandes sorpresas. Álvaro Uribe, un candidato independiente de derechas, encabeza las últimas encuestas con una cómoda ventaja de 17 puntos sobre Horacio Serpa, su antiguo correligionario del Partido Liberal. Las elecciones podrían incluso definirse sin necesidad de una segunda vuelta, ya que al tener cerca de un 49% de la intenciones de votos en los sondeos sólo necesitaría una pequeña fracción de los indecisos.

Los mercados, a pesar de la habitual incertidumbre que plantean los procesos electorales, han tomado con optimismo la victoria de Uribe. El candidato independiente parece cumplir gran parte de los requisitos valorados por el sector financiero: posee una sólida base técnica (estudió en Harvard y Oxford), es altamente pragmático y ortodoxo, y escapa a la retórica populista. De esta forma, a pesar que el riesgo de los países emergentes se ha ampliado 47 puntos básicos en los últimos dos meses, el riesgo-país colombiano se ha estrechado 78 puntos en el mismo periodo.

Una victoria por un amplio margen como el que se anticipa permitiría que el candidato tuviera, al menos en la primera parte de su mandato, una alta gobernabilidad. Un clima político más tranquilo repercutiría positivamente sobre la deteriorada confianza en la economía y permitiría, por lo tanto, la recuperación del consumo privado y la inversión, gravemente afectados por el recrudecimiento del conflicto con la guerrilla.

Uribe planea tener un enfoque de confrontación con los grupos armados, pretendiendo para ello envolver más a la población civil y duplicar el número de militares y policías. También planea permitir una participación más activa del Ejército estadounidense en la lucha contra las guerrillas. Esta estrategia, aunque arriesgada, debido a que podría agravar el conflicto seduce a un electorado decepcionado por el fracaso de los procesos de negociación. Por otro lado, el aumento en el gasto militar impondría un importante aumento del déficit público en circunstancias en las que el desequilibrio fiscal de 2002 superará con creces la meta pactada con el FMI y en las que la deuda pública alcanzaría un peligroso 60% del PIB.

Las disputas entre el ministro de Economía argentino y el presidente del Banco Central, junto con los escasos avances en las negociaciones con el FMI, han provocado que el peso continúe depreciándose hasta niveles de 3,65 unidades por dólar, aunque luego se estabilizó en torno a los 3,4 pesos. El peso mexicano también mostró debilidad frente al dólar ante las expectativas de que el Banco Central pueda relajar su política monetaria al considerar la entidad que no veía presiones inflacionistas.

Caídas de los tipos de interés

 

La constante caída de la inflación; la estabilidad de sus divisas, tras las depreciaciones de 2001, y la falta de empuje de la demanda interna han permitido a los bancos centrales de la mayoría de economías latinoamericanas relajar las condiciones monetarias durante 2002. Colombia, Chile y Perú son los ejemplos más claros, con reducciones en sus tipos de intervención en el año hasta de 275 puntos básicos. En estos tres países los tipos se encuentran en niveles mínimos históricos (en Chile y Colombia el interés real se encuentra en niveles cercanos al 0%). Con una inflación sin presiones al alza y con un tipo de cambio estable, es poco probable que los bancos centrales emprendan tensionamientos de tipos en los próximos meses aunque los reducidos tipos actuales habrían agotado también el movimiento relajador. En Brasil, la situación es diferente tras la fuerte depreciación de la divisa en 2001, que obligó a la autoridad monetaria a subir los tipos al del 19%. En 2002, el Banco Central brasileño sólo ha reducido sus tipos en dos ocasiones, por un total de 50 puntos, lo que mantiene el interés real en aproximadamente el 8%. Tras el reciente repunte del real por las incertidumbres políticas y con la inflación en el 8% en abril, el proceso de relajaciones debería interrumpirse temporalmente.

 

 

 

 

 

 

 

En resumen, las economías latinoamericanas -con excepción de Argentina y Venezuela que merecen un trato aparte- pueden permitirse utilizar la política monetaria como instrumento para reactivar la economía, algo bastante novedoso en una región en donde la inflación era la nota predominante en las recesiones previas.

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