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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mercados más seguros

La Unión Europea dio ayer dos pasos decisivos en su camino hacia la integración de los mercados bursátiles en 2003 y de los financieros en 2004. Los ministros de Economía y Finanzas (Ecofin), bajo presidencia del titular español, Rodrigo Rato, consensuaron los textos de las directivas sobre supervisión de los conglomerados financieros, por un lado, y sobre la persecución del uso de información privilegiada y de la manipulación de los mercados.

El primero de estos dos proyectos puede quedar rematado el próximo mes, tras su paso por el Parlamento Europeo, que tiene poder de codecisión en ambos casos. El segundo, seguramente, se encontrará con más dificultades en la Eurocámara y se espera que su tramitación pueda concluir en el segundo semestre del año, ya bajo presidencia danesa.

La nueva ley marco sobre conglomerados financieros someterá a un control más estricto a los grandes grupos que operan en banca, inversiones financieras y seguros. También extiende la supervisión del regulador a las empresas cuya facturación proceda al menos en un 40% de la actividad financiera, aunque su principal negocio sea de otro sector.

La directiva prevé la máxima cooperación entre las autoridades supervisoras que en cada Estado vigilan las actividades de los grandes grupos, como BBVA o SCH en España, donde esta actividad de vigilancia está encomendada al Banco de España y a la Dirección General de Seguros. La pretensión de la nueva norma es acabar con la dispersión reguladora existente en la Unión Europea. La simplificación y unificación de las normas europeas en este ámbito es un paso importante y, a la luz de algunos casos recientes, imprescindible.

Igual de oportuna y saludable es la directiva sobre manipulación de los mercados y empleo de información privilegiada, que, propuesta hace un año por la Comisión Europea, sustituye a otra anterior sobre delitos de información privilegiada, que ahora se amplía. Esta directiva llega en un momento de desconfianza entre los inversores, especialmente tras el colapso del grupo energético estadounidense Enron.

Los ministros, en este caso, han pactado un texto que busca el equilibrio entre el control estricto del uso de la información y el respeto a la libertad de expresión y de prensa. El Parlamento Europeo aún desea pulir más esta directiva con el objetivo de garantizar que la publicación no intencionada de información bursátil errónea no acarreará sanciones, a menos que, como ha acordado el Ecofin, quien la difunda 'supiera o debiera saber' que los datos que publicó eran falsos.

La supervisión de los conglomerados financieros, a pesar de ser la directiva más avanzada, todavía provoca rencillas institucionales en el seno de la Unión. El BCE preconiza la vigilancia del sector por autoridades independientes. Pero los ministros se decantaron ayer por respetar el modelo existente en cada país y, sobre todo, en una oportunidad perdida, por preservar el control político sobre los organismos de vigilancia. Es esta una disputa sin cerrar y la Comisión advierte que deben solventarse las diferencias 'lo antes posible'. Sería lamentable que la diligencia mostrada por la presidencia española en asuntos capitales como estas dos directivas embarranque en un tema tan sensible como garantizar un sector saneado y a salvo de contagiosos desequilibrios, pero la independencia de los organismos supervisores debería ser indiscutible.

La presidencia también afronta el difícil reto de cerrar el acuerdo sobre fiscalidad de la energía, un expediente que el Gobierno bloqueó por cinco años aduciendo su impacto negativo en la economía española. En los últimos meses, Rato también se escudó en la falta de avances en la liberalización de los mercados energéticos para negarse a la armonización fiscal. Tras la Cumbre de Barcelona, ese argumento ya no sirve y Bruselas exige avances. Rato ha presentado un proyecto de compromiso que recorta sensiblemente las expectativas de la Comisión, aunque el ministro juega con la resistencia de muchos Estados a atarse las manos con unos tipos mínimos demasiado elevados en caso de crisis.

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