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Inversores

El cerco judicial a analistas de Wall Street se estrecha en los frentes civil y criminal

'Esto es un desastre, no hay fin para la caída de este valor'. Estas frases y otras parecidas se leían en algunos mensajes electrónicos que Henry Blodget, analista estrella de Merril Lynch durante la burbuja tecnológica, mandaba a sus compañeros. Era una comunicación privada. En público, las acciones de la empresa en cuestión eran recomendadas.

Se calcula que tras la burbuja tecnológica de los años noventa los inversores que colocaban su dinero en los valores de telecomunicaciones perdieron en EE UU cerca de 1 billón de dólares. Los 10 meses de investigación por parte de la fiscalía de Nueva York han empezado a dar sus frutos y ya se recogen evidencias de los informes manipulados que llegaban a los inversores.

Spitzer no trabaja solo ya. La acusación de fraude es grave pero ha coincidido con un momento en el que la solidez de la llamada Muralla China, que separa los intereses de la banca de inversión de los de su división de análisis para preservar la independencia de ésta, estaba en cuestión. Una vez más el caso Enron había puesto en evidencia un fallo en el sistema y los analistas llegaron a ser comparecientes en las investigaciones seguidas por el Congreso.

La iniciativa de Spitzer ha sido seguida por el departamento de Justicia, que desde la semana pasada busca indicios de actividad criminal, y por el organismo regulador de las Bolsas que investiga las implicaciones civiles y administrativas del caso.

Desde la SEC, se ha mostrado el entusiasmo por que la investigación iniciada por Spitzer haya sido tan amplia y haya podido dar a este organismo una buena entrada en el caso, pese a que el trabajo se acumula a raiz de las investigaciones abiertas por el caso Enron y la estrechez de un presupuesto que apenas crece.

La Merrill Lynch de Henry Blodget, fue la primera empresa en la que se fijó Spitzer tras estudiar los mensajes electrónicos internos y el pasado 8 de abril el fiscal obtuvo una orden judicial forzando a la entidad a revelar si las compañías analizadas eran además clientes del banco. La firma llegó a un acuerdo con la fiscalía y desde el 24 de abril, cuelga de la página web de la entidad una lista con los nombres de empresas con las que Merrill tiene, ha tenido o está en trámites de obtener negocios.

Muchos analistas comentaban, sin querer ser citados, que medidas como estas ponen al descubierto la estrategia y los negocios de los bancos y debería ser obligatorio para todas las firmas o para ninguna. Desde Merrill recuerdan que esta publicidad 'excede de los actuales estándares del sector'. A partir del 3 de junio esta información se ampliará.

Spitzer negocia con Merril una multa y una restitución a los inversores. Desde Prudential Securities se ha estimado que la cifra de costes ronde los 2.000 millones de dólares 'en el caso de que se de el peor escenario entre indemnizaciones, multas y reformas en departamentos'.

Siempre en condición de anonimato, fuentes de este sector reconocen que pagar es lo mejor. Y es que el caso Andersen, está probando que los errores se deben pagar cueste lo que cueste y casi sin plantar cara. Tanto para la auditora que dejó pasar las cuentas de Enron como las firmas de Wall Street, la confianza es el mayor activo.

Spitzer no cree que Bodget-Merrill sea un caso aislado y su investigación se ha extendido a firmas como Salomon Smith Barney (SSB) y su ex estrella, Jack Grubman. Spitzer no menciona a Grubman pero ha pedido información detallada de 54 valores, 53 de los cuales pertenecían a la cartera de este analista (14 de ellas en suspensión de pagos y el resto cotizando por debajo de los 10 dólares ahora).

Un ex compañero de Grubman ha asegurado que la paga de éste estaba ligada a los negocios de inversión que lograba. SSB fue la firma que más negocios del sector telecos consiguió entre 1997 y 2001.

Esfuerzos que se quedan cortos

 

 

Cuando en 2000 los inversores se dieron cuenta de lo abultado de sus pérdidas en Bolsa siguiendo empecinadas recomendaciones de analistas, algunos de ellos empezaron a litigar. Poco antes de que Henry Blodget dejara Merrill Lynch, en noviembre de 2001, el abogado Jacob Zamansky consiguió que la entidad bancaria pagara 400.000 dólares en un acuerdo extrajudicial a un cliente suyo por las pérdidas de 500.000 dólares que había tenido con una compañía llamada InfoSpace. El banco no reconoció haber hecho nada malo pero Zamansky dijo entonces que sería fácil ir a por otros analistas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El camino abierto por Zamansky y otros abogados lo ha retomado Spitzer que puede llevar a los tribunales con cargos civiles a las firmas. Además esta acción ha puesto en máxima tensión también a la Asociación Nacional de agentes de Bolsa (Nasd, en sus siglas en inglés) que ha lanzado una investigación sobre JP Morgan y Robertson Stephens (del FleetBoston Financial) por los excesos en las salidas a Bolsa entre 1999 y 2000.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De momento, las investigaciones van dando frutos y la amenza del impacto que sobre la confianza de los inversores tienen estas pesquisas ha forzado no sólo el pacto inicial de Spitzer con Merrill Lynch sino también que el consejero delegado de la firma, David Komansky, hiciera durante la junta de accionistas de la entidad, celebrada el viernes, una disculpa oficial por el contenido de los mensajes electrónicos que se enviaban los analistas de la empresa y en la que calificaban de 'porquería' o 'valor perro' las acciones de algunas empresas de las que puertas afuera recomendaran su compra. 'No responden a nuestros estándares profesionales y son inconsistentes con nuestras políticas'.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Spitzer cree que, de momento, los esfuerzos y los reconocimientos de Merrill Lynch no son suficientes para dar por cerradas sus actuaciones.

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