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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Oleada de despidos

Las multinacionales recurren a los despidos masivos como respuesta al deterioro de sus cuentas de resultados. En un fenómeno que viene observándose desde hace un año, cuando la economía estadounidense empezó a dar señales de debilidad, las empresas tratan de recuperar márgenes y ganar credibilidad con drásticos ajustes de plantilla. La anunciada recuperación de la mayor economía del mundo, que creció un vigoroso 5,8% en el primer trimestre, no ha logrado variar la tendencia, que por el contrario se acelera. En lo que va de año se han anunciado recortes en las grandes corporaciones que sumarían unos 233.000 puestos de trabajo, cuando en el mismo periodo de 2001 sólo se contabilizaron unos 100.000.

La tecnología, las telecomunicaciones y el automóvil figuran como los sectores que más necesitan reducir su fuerza laboral. Ericsson, Kmart, NTT, Toshiba y NEC prevén suprimir más de una decena de miles de empleos cada una. Siemens, Lear, Worldcom, Motorola o Lucent eliminarán varios miles. A menudo, por ejemplo en Ford, General Motors o Delphi, se amplían planes de despidos en vigor desde el año anterior, es decir, que se reducen plantillas ya menguadas.

No todos estos ajustes laborales se producen mediante despidos. Las compañías recurren con frecuencia a bajas incentivadas, prejubilaciones y no renovación de empleos temporales. Esto explicaría lo poco conflictivos que resultan muchos de estos planes. A veces ni siquiera se pierden puestos de trabajo, sino que se mantienen en filiales segregadas o activos vendidos. Algunos estudios en EE UU han revelado, incluso, que algunas empresas exageran sus previsiones de recorte de empleo para causar impacto en los mercados y hacer subir la acción, sin que el tiempo confirme los anuncios de mano dura en la gestión de recursos humanos.

La reducción de personal es una vía válida -a veces inevitable, nunca deseable- para que una empresa recupere la viabilidad perdida o debilitada. Existen negocios muy sensibles al ciclo económico que tienen que adecuar permanentemente su fuerza laboral en función de la producción y la demanda. El automóvil acusó un exceso de capacidad incluso en años récord de ventas como 2000 y 2001. En el caso de la industria tecnológica, durante los años de la burbuja se habían hecho unas previsiones de producción excesivamente optimistas, cuando no disparatadas. Lo mismo cabe aplicar a la telefonía, que acusa la parálisis del mercado en espera del aplazado estreno de tecnologías como el UMTS.

Es demagógico oponerse a los ajustes de plantilla cuando están justificados por la situación del mercado, pero los ejecutivos harían bien en calcular cuidadosamente el impacto de sus decisiones, que causan un problema social de pérdida de oportunidades y propician un contraproducente clima de pesimismo en empresarios y consumidores. En una economía flexible, a veces es necesario prescindir de miles de empleados, pero sería más prudente no sacar pecho por ello.

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