Separarse de Wall Street es posible
Pasamos la mañana entre el cierre anterior de Wall Street y los futuros sobre el Standard & Poor's. La tarde, hasta el cierre, pendientes de Nasdaq y el Dow Jones. Muchos hablan de que el contexto económico actual puede deparar una divergencia entre la rentabilidad de activos europeos y estadounidenses. Otros, a la vista de los datos, replican que parece un chiste.
Todo es relativo. Economías que no están en crisis están en un grado similar de desarrollo y sólo difieren ligeramente en el momento del ciclo económico no pueden ir por libre. Así, se entiende que Wall Street siempre mandará. Pero este año, pese a todo, empezó con el Dow un 5% más arriba que el Ibex, después al contrario y ahora andan a la par. Eso es a lo que se refieren los observadores que hablan de divergencia.
Las valoraciones en Estados Unidos están muy ajustadas. Más que en Europa. Los flujos de fondos favorables a Estados Unidos, además, no son perennes, como tampoco lo es la fortaleza del dólar. Europa tiene, ahora mismo, más disciplina presupuestaria que Estados Unidos. Estos factores no son los únicos que influyen en la relación entre ambos mercados. Son sólo los favorables a los activos europeos. Luego hay otros, como la subida del petróleo, que favorece al dólar, o el déficit comercial, que obliga a EE UU a atraer dinero.
En un mundo perfecto, la evolución de las Bolsas iría ligada a la rentabilidad sobre activos de las empresas de un país y a su capacidad para generar y hacer crecer los beneficios. En términos macroeconómicos, eso se llama productividad. La preferencia por activos estadounidenses coincidió con el aumento de productividad de la segunda mitad de los noventa.
También en productividad Europa está mejorando frente a EE UU. Por eso son cada vez más los gestores que, si tienen que arriesgar su dinero en algún sitio, prefieren apostar por Europa. Pero con paciencia.