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Crisis

Un nuevo atentado suicida frustra el diálogo entre palestinos e israelíes

Un militante islámico se suicidó ayer haciendo detonar una bomba en el corazón de Jerusalén. El terrorista provocó la muerte de al menos dos personas e hirió a otras 87. Este atentado echa un jarro de agua fría a las expectativas de paz entre israelíes y palestinos. El Gobierno de Tel Aviv suspendió inmediatamente el encuentro que tenía previsto con los oficiales palestinos para negociar un alto el fuego.

El atentado se produjo por la tarde, en la confluencia de las calles Rey Jorge y Agrippas. Se trata del centro comercial de Jerusalén y un lugar especialmente castigado por los terroristas islámicos. En lo que va de año, 29 personas han muerto en atentados en la ciudad, las mismas que en todo el año pasado.

El atentado fue reivindicado en una llamada telefónica a la agencia Associated Press por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, una facción de Al Fatah, el movimiento vinculado al presidente palestino, Yasir Arafat. La milicia integrista identificó al suicida como Mohamed Hashaika, de 22 años, y residente en una aldea cercana Naplusa (Cisjordania).

A pesar de que Arafat condenó de inmediato el atentado y urgió a un alto el fuego, las autoridades israelíes le culparon de los hechos. 'Ellos [los terroristas] están financiados por Arafat y cumplen sus órdenes', dijo el portavoz del Gobierno, Ranaan Gissin. 'Arafat no ha cumplido con los mínimos requerimientos exigidos por el vicepresidente [de EE UU] Dick Cheney para hacer una declaración de alto el fuego y el terrorismo', añadió Gissin, renovando el temor de que Israel impida al rais palestino acudir a la Cumbre de la Liga Árabe la próxima semana.

El presidente estadounidense, George Bush, expresó ayer su 'decepción' con el comportamiento de Arafat en la actual crisis. La Casa Blanca decidió incluir a Al Aqsa en su lista de organizaciones terroristas. La eventual entrevista entre Cheney y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en El Cairo la semana próxima parece ahora improbable.

La reacción inmediata de Israel al atentado no ha sido esta vez atacar los territorios palestinos, sino suspender la reunión de seguridad que estaba prevista para seguir discutiendo los términos de un posible alto el fuego.

No obstante, oficiales de ambas partes reconocían ayer al diario Ha'aretz que 'sólo una escalada de violencia imparable' impedirá firmar una tregua en los próximos días. El propio Arafat anunció tras el atentado que tomaría 'las medidas necesarias' para frenar los ataques contra civiles israelíes. Las mayores divergencias están en la interpretación del Plan Tenet. Los israelíes quieren que la ANP detenga a todos los terroristas que han estado implicados en atentados. Los palestinos se quejan de que no pueden actuar mientras permanezca el bloqueo de sus campos y ciudades y se comprometen a detener sólo a aquellos que intenten atentar en el futuro.

El ministro palestino de Gobernación Local, Saeb Erekat, afirmó que Israel centra la negociación en la seguridad, sin contar con sus reivindicaciones. 'Los palestinos reclaman el horizonte político, nosotros no lo rechazamos, pero el Plan Tenet es el primer paso para después aplicar las recomendaciones del Informe Mitchell, para reanudar las conversaciones de paz, y ése es el horizonte político', contestó el ministro israelí de Exteriores, Simon Peres. Al menos 1.085 palestinos y 355 israelíes han muerto desde que estalló el conflicto, en septiembre de 2000.

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