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Efecto Enron

Los bonos de alto riesgo de Estados Unidos aguantan el tipo a pesar de la 'enronitis'

El efecto Enron se ha dejado sentir en los mercados de acciones, pero salvo excepciones los bonos de las empresas han evitado el nerviosismo. Los expertos lo explican en las mejores perspectivas económicas y las consiguientes expectativas de cambio de sesgo en la política de la Reserva Federal.

La quiebra de Enron ha desencadenado una crisis de confianza sin precedentes en los mercados estadounidenses. Las prácticas contables de numerosas empresas se han puesto en entredicho y los inversores han penalizado a todas aquellas compañías bajo sospecha de haber realizado operaciones poco ortodoxas. Tyco, Williams, Worldcom o Qwest han sido víctimas de los recelos.

A ello se ha sumado una avalancha de problemas crediticios de empresas que, aparentemente, nada tienen que ver con el gigante energético. La quiebra de la cadena de ventas de descuento Kmart o la bancarrota de la operadora de telecomunicaciones Global Crossing han levantado la alarma entre los operadores, que extreman las precauciones a la hora de decidirse a comprar títulos.

Todo ello ha provocado una fuerte volatilidad de los mercados del mundo, de la mano del Nasdaq.

Sin embargo, y en contra de lo que podría parecer en un principio, los bonos de alto riesgo mantienen el tipo. Los títulos de riesgo son aquellos cuya calificación por las agencias de crédito es de B2 o inferior. El nerviosismo de los operadores, por tanto, se ha cebado con valores concretos más que con el mercado de renta fija en general.

Según datos de Bloomberg, el diferencial de los bonos basura con los títulos del Tesoro a 10 años se mantiene estable desde enero en alrededor de 500 puntos básicos. El diferencial alcanzó el nivel máximo de los últimos meses en octubre, después de los atentados del 11 de septiembre. Entonces se situó en unos 740 puntos.

Recuperación económica

'Hay una creciente confianza en que la recuperación económica se producirá en 2002 y, de hecho, el mercado empieza a considerar la posibilidad de subidas de tipos de interés por parte de la Reserva Federal a finales de año', explican los expertos de WestAM. 'Los activos sensibles a los tipos de interés, tanto de alto riesgo como de calidad crediticia, se benefician de este entorno'.

No obstante, esta firma reconoce que los temores tras el desplome de Enron, lo que denomina la 'era posEnron' mantiene la presión sobre determinadas emisiones de bonos de empresa.

Merrill Lynch comparte esta opinión. Kevin Mckenna, director de renta fija, considera que los bonos de empresa, tanto los que disfrutan de una categoría de inversión como los no calificados, 'deberían beneficiarse de la recuperación económica por la mejora de las perspectivas crediticias de los particulares'. De igual manera, 'no cabe duda de que un mayor escepticismo por parte de los inversores hacia las prácticas contables afectará a ciertos valores', matiza.

En cualquier caso, la desconfianza se ha dejado sentir en el mercado de renta fija. Los bonos de empresa con mayor calidad de crédito se han comportado mejor que los de alto riesgo. Las rentabilidades, asimismo, fueron más elevadas para los títulos de empresas con vencimientos más largos.

Los analistas explican este comportamiento por la curva de tipos del Tesoro, que anticipa alzas de tipos en los próximos meses. Greenspan ha sugerido que, por el momento, la política monetaria se mantendrá invariable, al menos hasta que desaparezcan los riesgos económicos.

Crecen los problemas para conseguir financiación

 

 

La quiebra de Enron ha puesto de manifiesto los problemas de numerosas empresas para conseguir financiación. Credit crunch es el término que utilizan los estadounidenses para destacar las dificultades de aquellas compañías, las más endeudadas, para obtener liquidez por las vías que hasta ahora la habían proporcionado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Empresas que antes habían acudido a fuentes de financiación a medio plazo sin grandes problemas han empezado a sentir el nerviosismo tras el colapso del gigante energético.

 

 

 

 

 

 

 

Compañías de peso como el conglomerado Tyco o las telecos Qwest Communications o Sprint se ven forzadas a pagar mayores intereses por su deuda para conseguir atraer a los inversores. JP Morgan es otra de las firmas cuyos bonos han sufrido el nerviosismo por su alta exposición en Enron.

 

 

 

 

 

 

 

Los expertos sostienen que las dificultades para la financiación se centran en compañías concretas más que en sectores. Sin embargo, la presión sobre el sector de telecomunicaciones es mucho mayor que en otros valores. La quiebra de la estadounidense Global Crossing o la británica Carrier1 confirman las sospechas de que los altos niveles de deuda no son sostenibles.

 

 

 

 

 

 

 

Los recelos no sólo provienen del mercado. Los analistas se han apresurado a revisar sus criterios de calificación. Muchos de ellos se vieron sorprendidos por el colapso de Enron, dada la falta de transparencia de sus cuentas y la más que posible connivencia de los auditores. Moody's se plantea la posibilidad de revisar sus valoraciones con mayor frecuencia. Esta casa de análisis no anticipó el desplome de Enron hasta que ya fue un hecho.

 

 

 

 

 

 

 

Sin embargo, existe una fuerte presión por un sector de los inversores para que estas medidas no se lleven a cabo. Esta parte del mercado, los cambios más rápidos en las calificaciones pueden intensificar la volatilidad de los títulos de renta fija.

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