Luisiana quiere hacer oro de su pasado español
El Estado de EE UU convierte sus 50 años de historia vinculados a la Corona española en argumento turístico al cumplir 200 años de su integración y abre oficina en España
En diciembre de 2003 se celebra el 200 aniversario de la venta por el Reino de España a Napoleón Bonaparte de lo que entonces era el territorio de Luisiana. El emperador francés lo vendería pocos meses después al mandatario de la naciente Confederación de Estados Unidos, Thomas Jefferson, en 15 millones de dólares; una cantidad realmente módica si tenemos en cuenta que aquella Luisiana originaria ocupaba un espacio equivalente a unos 15 Estados actuales de EE UU.
El Gobierno del territorio sureño ha decidido festejar por todo lo alto la efeméride y en diciembre del año próximo quiere reunir al Rey de España, Juan Carlos I, al presidente de Francia (pendiente hoy de unas elecciones en la próxima primavera), y al presidente de Estados Unidos, George Bush, en el Cabildo de Nueva Orleans, el mismo escenario en el que hace dos siglos se hicieron tan importantes trasiegos de tierras y administraciones.
Confirmar la presencia de Juan Carlos I en estos eventos, además de dar el espaldarazo a la creación de la oficina de turismo de Luisiana en España, la primera que existe de un Gobierno local de EEUU, es el motivo de la visita que realiza en estos días a Madrid Phillip J. Jones, ministro de Cultura y Turismo del Estado sureño.
Luisiana, y muy especialmente la ciudad de Nueva Orleans, es una de las principales potencias en el negocio del turismo en Estados Unidos. La música de jazz, cajún, zydeco y gospel, el carnaval de más de tres semanas de duración, conocido como Mardi Gras, las variadas cocinas cajún y criolla y, por encima de todas, el barrio francés de Nueva Orleans (una de las más bellas expresiones de la arquitectura y el urbanismo colonial que se pueden encontrar en el continente americano), han convertido a la industria turística de Luisiana en la segunda actividad por ingresos del Estado, tras su floreciente negocio portuario.
A pesar de ello, el actual Gobierno de Luisiana ha decidido apostar por el medio siglo escaso que el territorio fue español (desde 1764 hasta comienzos del siglo XIX) como tema central en el 200 aniversario de su independencia.
En coordinación con el Gobierno de Madrid, se preparan algunos acontecimientos de gran calado, como es una macroexposición de pintura española que tendrá como sede el museo de arte de la ciudad de Alexandria. Además se abrirá en fecha próxima un concurso internacional para componer una ópera que tendrá como protagonista a una criolla española nacida en Luisiana en 1795. La baronesa de Pontalba fue casada con un noble francés y enviada por la fuerza a Francia, de donde logró escapar al cabo de 20 años para regresar a su querida Nueva Orleans.
Pero la inmersión de las autoridades locales de Luisiana en sus raíces hispanas también incumbe a un pasado mucho más cercano y trata de defender y potenciar alguna de las comunidades canarias que aún conservan el habla hispana dentro del territorio.
El súbito interés de Luisiana por su pasado español tiene sin duda motivaciones culturales, pero a la par busca incrementar el volumen de turistas hispanos de ambos lados del Atlántico.