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Tribuna
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Las acciones, más importantes que las palabras

La cumbre de jefes de Gobierno que se inicia mañana bajo presidencia española se enfrenta a importantes retos. Y no es sólo que el Gobierno español haya querido convertir su periodo de presidencia en un paso adelante en las reformas estructurales que precisa la economía europea para ser más competitiva y flexible. Es que muchos comienzan a considerar la Cumbre de Barcelona como el mejor indicador de la marcha del proceso de construcción europea.

Y eso que inicialmente podríamos considerarla como una revisión del cumplimiento de los acuerdos adoptados en Lisboa en marzo de 2000. Entonces se estableció un ambicioso Plan de Reformas dentro de la Unión Económica y Monetaria, que abarcaban hasta 2009. Entre las medidas, la liberalización de varias industrias (telecomunicaciones, energía, transporte y correo), del mercado de trabajo y la integración total de los mercados financieros. ¿Se ha avanzado en estos temas en los últimos dos años? Sí y no. Vamos a analizarlos por separado:

Mercado de trabajo: mucho por hacer. A la Comisión Europea le gusta comparar la situación del mercado de trabajo en la zona con la de EE UU, como si esta última fuera el ideal. Así, denota que el nivel de ocupación del 64% es inferior al estadounidense; también que la productividad es un 64% de la correspondiente a EE UU. ¿Cómo mejorar estos datos? La Comisión lo tiene claro: hay que aumentar la creación de empleo, reduciendo la contribución social de las empresas. De forma adicional, también pide aumentar la edad de retiro y restringir las prestaciones por desempleo. Todo esto sin olvidarnos de la movilidad geográfica de los trabajadores. Hasta el BCE ha contribuido de forma reciente al debate sobre la reforma del mercado de trabajo, con la publicación de un reciente informe sobre las diferencias entre los mercados de trabajo europeos y el margen para mejorarlos.

Liberalización de sectores: algunos avances, pero fuertes enfrentamientos en ciertos campos. Nos referimos, sobre todo, a la energía. Los avances en este tema han sido muy diferentes según los países. En algunos casos el sector está liberalizado; en otros se mantienen diferentes fechas; por último, existe un grupo de países liderado por Francia que se oponen a establecer un calendario concreto. Al final se trata de un enfrentamiento ideológico. Por un lado, los países que creen que la liberalización es el proceso más adecuado para aumentar el crecimiento potencial de la economía; por otro, aquellos que sin descartar plenamente la anterior afirmación también consideran que la liberalización tiene que ser controlada. La última novedad sobre el tema ha sido la afirmación de la comisaria de Transportes y Energía de que, sin acuerdos concretos, se podría optar por 'obligar' a liberar el sector.

Por lo que se refiere al resto de los sectores considerados, sí se han producido avances con respecto a los acuerdos de Lisboa. Muchos países han abierto sus mercados de telecomunicaciones, lo que puede haber contribuido a un fuerte descenso de los precios en los últimos años. En el caso de los servicios postales, sin fecha concreta para su liberalización, sí se ha producido una cierta apertura parcial.

Integración de los mercados financieros: fechas precisas, pero también desacuerdos. En la Cumbre de Lisboa se adoptó la liberalización de los mercados de capitales para 2003 y de los servicios financieros para 2005. El Parlamento Europeo ha aprobado la propuesta de Lamfalussy de reforma rápida de las Bolsas, aunque su aplicación para el próximo año parece demasiado optimista. Sobre los problemas más recientes en este tema, la oposición a la armonización de la opa por Alemania el año pasado.

Avanzar y concretar los puntos anteriores se va a convertir en el principal objetivo durante la cumbre. Sinceramente, el reciente desacuerdo en el Ecofin de la semana pasada sobre la liberalización de la energía no ofrece muchas esperanzas sobre un final positivo de la reunión. Y no nos referimos ya a un acuerdo de intenciones para seguir avanzando en la consecución de los objetivos generales. Por contra, lo que a todos nos gustaría ver son acuerdos concretos sobre temas también concretos.

Pero en la Cumbre de Barcelona se van a tratar también otros temas fuera de la agenda anterior. Por ejemplo, probablemente se acordara el sustituto del francés Christian Noyer como vicepresidente del BCE (de forma indirecta, también sobre el posible futuro presidente). Recientemente hemos conocido que otro tema a tratar en la reunión será la posible reforma del Consejo Europeo, a través del informe presentado por Javier Solana.

En definitiva, la Cumbre Europea del fin de semana se va a convertir en un foco de discusión sobre la marcha y objetivos de la Unión Económica y Monetaria. O, lo que es lo mismo, un nuevo test para la credibilidad del Proyecto Europeo. Sin embargo, la coyuntura actual no invita al optimismo sobre sus resultados. Y cuando hablamos de coyuntura no sólo nos referimos a la desaceleración económica, sino también a la convocatoria electoral en los próximos meses de los dos mayores países del área.

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