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Bolsa

Dos años de caída libre para el Ibex

A comienzos de marzo de 2000, el Ibex 35 marcaba sus máximos históricos, cerca de 13.000 puntos. En 24 meses ha perdido un 34,7%

Esta semana se han cumplido dos años de caídas en la Bolsa española. El 6 de marzo de 2000 el Ibex 35 alcanzaba los 12.816 puntos, su máximo histórico al cierre. Al día siguiente tocaba los 12.968,5 enteros, máximo intradía. Unas cotas impensable ahora mismo. El fenómeno denominado capitalismo popular, es decir el uso por parte de las familias españolas de la renta variable como una forma de ahorro y de inversión habitual, estaba en su máximo apogeo. Muchas compañías habían dado el salto al parqué y los grandes monopolios estatales habían sido privatizados. Además, la fiebre por los valores tecnológicos había desatado un fenómeno especulativo sin igual. Era el momento en que las acciones de Terra cotizaban a más de 120 euros...

En 24 meses, el Ibex ha caído a 8.369,7 puntos, un 34,7% menos. La corrección de la Bolsa española no ha sido un hecho aislado, sino que se engloba dentro de un bienio negro para la renta variable mundial. Durante este periodo de tiempo el Nasdaq ha cedido cerca del 60%; el Stoxx 50, un 30,74%, y el Footsie 100, un 20%.

Las primeras señales de alarma provinieron del Nasdaq, el mercado tecnológico estadounidense. La burbuja se pinchó y los valores puntocom, telecos y demás compañías relacionadas con las nuevas tecnologías empezaron a caer en picado, arrastrando a los principales índices del mundo debido al peso que habían adquirido en los mismos.

El segundo golpe para las Bolsas comenzó a finales de 2000 y se prolongó durante todo el pasado ejercicio. La actividad económica a nivel global, con EE UU a la cabeza, empezaba a dar señales de enfriamiento, con la consiguiente merma para los ingresos de las compañías cotizadas. Los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington se encargaron de dar el golpe de gracia a una coyuntura económica muy debilitada a ambos lados del Atlántico. El caso Enron y las dudas surgidas entre los inversores sobre la contabilidad creativa de muchas empresas para maquillar sus cuentas han sido un elemento adicional que ha contribuido a que numerosas familias retirasen su confianza de la renta variable.

El peso de Argentina

La Bolsa española ha contado además con otro factor exógeno que ha acelerado su caída: la crisis económica y política que ha vivido durante este tiempo Argentina. El país suramericano ha suspendido pagos y ha puesto fin a años de paridad entre el peso y el dólar, mermando los ingresos de las compañías españolas con intereses allí. Además existe el riesgo de que la crisis argentina se contagie al resto de la región, especialmente a Brasil, su principal socio comercial y la mayor economía de la zona. Se calcula que cerca del 40% del beneficio por acción del conjunto del Ibex 35 procede de Latinoamérica, correspondiendo prácticamente en su totalidad a las cinco compañías con más peso en el índice: Telefónica, BBVA, SCH, Repsol YPF y Endesa.

Desde que el Ibex alcanzó su máximo histórico hasta el cierre de ayer sólo el 40% de los valores del selectivo acumula ganancias. Proporción que sería incluso menor si no se incluyese en este grupo a compañías como Gamesa e Inditex, que salieron a Bolsa bastante después del pinchazo de la burbuja tecnológica, y Aceralia, que acumula una revalorización de más del 50% en este periodo debido sobre todo a su fusión con la francesa Usinor y la luxemburguesa Arbed para crear Arcelor, la mayor siderúrgica del mundo.

Las compañías más beneficiadas por este periodo bajista de la Bolsa son valores relacionados con la vieja economía, en su mayoría con características defensivas y con subidas sostenidas en sus ingresos (Altadis, la que más sube con una revalorización del 72,8%, Acesa, Carrefour, Iberdrola, NH Hoteles, etcétera). La única compañía que se aleja de este perfil es la biotecnológica Zeltia, que se apunta una subida del 58,73% en este intervalo de tiempo por los avances experimentados en sus compuestos anticancerígenos.

Por sectores, el claro triunfador es el de la construcción, impulsado por la aversión al riesgo de los inversores, el auge del ciclo constructor en España y el Plan de Infraestructuras aprobado por el Gobierno. Todas las constructoras incluidas en el Ibex reflejan sustanciales revalorizaciones: Dragados, un 51,3%; Ferrovial, un 36,7%; ACS, un 20,11%, y FCC, un 17,6%.

Por lo que se refiere a los mayores desplomes, éstos se han centrado en valores relacionados con Internet, las telecomunicaciones y los medios de comunicación. Terra Lycos es el farolillo rojo del Ibex, con una caída del 92,46%. Le sigue Telepizza, cuyo precio se infló por proyectos relacionados con Internet, que cede un 82,12%, y TPI, que acumula una minusvalía del 79,43%.

Telefónica, el valor que más pondera en el Ibex, también ha sufrido su particular vía crucis en estos dos años. Sus acciones han perdido un 55% de su valor, lastradas por la abultada deuda de las compañías de telecomunicaciones tras pagar precios multimillonarios por licencias para explotar la telefonía móvil de tercera generación (UMTS) a la que aún no han sacado un euro de rendimiento. Además, Telefónica también se ha visto perjudicada por su exposición a Argentina.

Repsol, otro de los valores con gran presencia en el país suramericano tras la compra de YPF, también ha sufrido un bienio difícil en Bolsa. Sus acciones han perdido un 19% desde el día en el que el Ibex marcó máximos. En su caída también ha influido el descenso de los precios del crudo.

Las caídas de los bancos, menos la de Bankinter, afectada por su apuesta por Internet como canal de negocio, han sido menores a las del Ibex, pero también han cerrado este periodo en terreno negativo.

SCH cede un 12,4% y BBVA un 8,37%, ambos muy influidos por su presencia en Latinoamérica. El Banco Popular, centrado exclusivamente en el mercado doméstico, es el único que registra mejoras en su cotización. Sus acciones han ganado un 45%.

A pesar de encontrarse con un contexto tan adverso, los expertos creen que el mercado español ha demostrado su madurez en este periodo. Ello no ha impedido, sin embargo, que se enfriase la euforia por la renta variable que se apoderó de los ahorradores a finales de los noventa. Las familias españolas, según datos del Banco de España, tenían en septiembre de 2000 acciones por valor de 343.000 millones de euros, frente a los 272.000 millones del mismo periodo del año pasado. Parte de esta caída se debe al desplome de los precios, pero parte a la pérdida de confianza de los inversores, que han puesto su dinero en otros productos de ahorro más seguros.

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