_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Esperanza en EE UU y Europa a la zaga

La semana pasada se empezó a comentar que ya empiezan a vislumbrarse síntomas de recuperación económica. No obstante, para ser más precisos, se debe decir que los datos lo que indican es que la recesión se aleja; es decir, que ya se ha tocado fondo. El dato más rotundo ha sido la revisión al alza del crecimiento del producto interior bruto (PIB) de EE UU, hasta una tasa anual del 1,4% en el cuarto trimestre de 2001, que se ha añadido a las declaraciones esperanzadoras del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan.

Por parte de la economía europea, el PIB aún se desaceleró en el cuarto trimestre del año pasado, lo que ha aumentado el pesimismo sobre cualquier esperanza de que la depresión de la actividad en Europa no alcanzaba el nivel de recesión. En el caso de Alemania, su PIB ha registrado descensos en dos trimestres seguidos. A pesar de ello, han aparecido diversos indicadores meridianamente optimistas, que se basan en general en expectativas expresadas por empresarios y consumidores.

Resulta destacable que estos índices se construyen para el conjunto de la zona euro, lo que permite que nos vayamos acostumbrando a analizar la coyuntura trascendiendo las fronteras nacionales. Por una parte, el instituto alemán de análisis IFO, en su informe de la semana pasada, aunque reconoce que las condiciones son aún peores que las existentes en la primera parte de 2001, descubre indicios optimistas en el sector empresarial alemán. Por el contrario, en otros países europeos las expectativas sobre la situación económica en los seis meses siguientes siguen siendo pesimistas.

En segundo lugar, el llamado Eurocoin, indicador creado por el Centro para la Investigación de la Política Económica (CEPR) ya mostró señales positivas en diciembre, que se han vuelto a repetir en el indicador de enero.

El peor momento de la economía europea, según este indicador, se sufrió entre el pasado septiembre y noviembre y ya nos encontraríamos en una fase de recuperación, aunque aún no se ha llegado a un valor positivo (que indicaría crecimiento).

La misma impresión la proporciona el índice Reuters-NTC de gestores de compras, que indica las expectativas de empresarios industriales; ha pasado desde 46,3 en enero a 48,6 en febrero. Esta mejoría corrobora lo dicho: el deterioro parece reducirse, aunque la economía aún no florece, ya que una cifra inferior a 50 señala contracción de la actividad.

La esperanza en que la actividad comience a dar muestras de dinamismo se apoya en que las condiciones monetarias actuales son muy holgadas tras los continuados recortes en los tipos de interés oficiales hechos por los bancos centrales. Además, los precios del petróleo y de otras fuentes de energía, que habían contribuido a la desaceleración en 2001, han descendido significativamente.

Sin embargo, es crucial para la economía mundial que se recupere la economía de EE UU. Este país ya ha tomado diversas medidas de estímulo fiscal y monetario que se consideran suficientes para contrarrestar dos factores que hacen de lastre: la caída del ahorro de las familias y la excesiva expansión en el sector de alta tecnología. Se espera que a lo largo del segundo trimestre de 2002 se recupere la propensión a invertir, ayudada por los bajísimos tipos de interés.

Si fuera así, cabría esperar un efecto positivo sobre las exportaciones europeas que, a su vez, podrían verse beneficiadas por una mejoría en su competitividad. La economía europea sigue dependiendo de la recuperación estadounidense, en lugar de haber tomado el relevo y haberse convertido en locomotora de crecimiento. Las economías de otras regiones como Latinoamérica y el sureste asiático han dependido también sustancialmente de sus exportaciones de tecnología a EE UU; Europa, cuya dotación de capital tecnológico es bastante inferior, no ha ocupado la cuota vacante y las oportunidades de precios.

Hasta la fecha las declaraciones de las diversas autoridades económicas europeas señalan que la máxima preocupación es alcanzar un equilibrio macroeconómico, avanzar (a veces muy lentamente) en liberalización de sectores y apertura de mercados. Es posible que una vez que las diversas economías hayan equilibrado ratios, puedan enfocarse en cómo conseguir la segunda parte del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Es evidente que cada vez son mayores (y afectan a más áreas) las necesidades de contar con voces únicas o unificadas para Europa, aparte de la del Banco Central Europeo, que sí está haciendo bien su cometido. Como ha declarado recientemente su presidente, Wim Duisenberg, 'todo parece indicar que la inflación anual descenderá por debajo del 2% este año y permanecerá en niveles compatibles con la estabilidad de precios en el futuro próximo'.

Archivado En

_
_