Gasto y calidad de la educación
Crece la polémica sobre la situación de la enseñanza. Para Carlos Sebastián, dadas las características de los sistemas educativos, más recursos financieros no conlleva una mejora de los resultados académicos
Se ha abierto en nuestro país una polémica sobre la situación de la enseñanza secundaria, que debería ser bien recibida dada la relevancia de la cuestión. Uno de los primeros puntos sobre el que se está polemizando se refiere a la intensidad del gasto en educación como determinante del rendimiento académico. Se ha argumentado que en España el gasto en educación, medido por el gasto por estudiante o por el gasto por estudiante en relación con el PIB per cápita, está por debajo del que se produce en la mayoría de los países de la OCDE. Parece sugerirse que ésta es la principal causa por la que los resultados académicos sean en nuestro país peores que en muchos de los países desarrollados, medidos por una serie de encuestas transnacionales. Pero esta afirmación carece de base empírica.
Por un lado, el profesor Terceiro argumenta de forma muy convincente, en la Revista de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, que el gasto español en educación está, y ha estado en el pasado reciente, dentro de las pautas de los países de la OCDE: por razones estadísticas los ratios utilizados no son la representación adecuada de la relación entre gasto en educación y PIB. Si se realiza una representación correcta, España tiene un nivel de gasto en educación perfectamente homologable con el del resto de la OCDE.
Por otro lado, si tomamos los resultados de la encuesta que se hizo recientemente en el ámbito de la OCDE sobre tres aspectos del nivel alcanzado por los estudiantes (comprensión de la escritura, cultura matemática y cultura científica), se obtiene que no existe correlación entre las dos medidas de intensidad del gasto antes mencionadas y los niveles de los estudiantes en las tres capacidades que estudia la encuesta de la OCDE. Ninguno de los seis coeficientes de correlación calculados son significativamente distintos de cero (algunos, incluso, son negativos pero cercanos a cero).
Pero este resultado no debe sorprender. En un análisis de los distintos estudios que hasta 1995 han tratado de explicar los determinantes del rendimiento académico, el profesor Hanushek reporta que sólo en el 27% de las estimaciones realizadas se obtiene un efecto positivo del gasto por alumno en el rendimiento académico. En un 7% de las estimaciones el efecto es negativo y en el 66% restante no se obtiene un efecto estadísticamente significativo.
Los resultados deben interpretarse correctamente. No quieren decir que el gasto en educación sea en cualquier situación irrelevante para la calidad de la educación. Significa que con las actuales características de los sistemas educativos (el español y el del resto de los países de la OCDE, por ejemplo) no puede esperarse una mejora significativa de los resultados académicos por dedicar más recursos financieros.
La discusión debería centrarse, por tanto, en las características del sistema educativo español. Además del análisis de los contenidos y de los métodos, que tradicionalmente han monopolizado las discusiones, deberían también plantearse los incentivos que el sistema genera para que los estudiantes se esfuercen en aprender, y los profesores, en mejorar su calidad.
Es bastante probable que el actual sistema genere incentivos muy pobres a unos y a otros.