Los analistas consideran incierto el efecto sobre la banca del plan argentino
La banca pagó ayer la incertidumbre argentina. La pelea entre Gobierno y jueces por el corralito financiero y los cabos sueltos en la pesificación de créditos y depósitos crean más incógnitas de las que despejan. Según los analistas, los efectos de las noticias del fin de semana son todavía inciertos. Ello explica el retroceso bursátil de ayer, que fue del 3,69% en BBVA y del 2,25% en Santander.
La asimetría en la pesificación ya estaba cantada. La paridad uno a uno para los créditos y 1,4 a uno para los depósitos había sido ya anticipada y cotizada por el mercado. Anteriormente, no obstante, la pesificación de los créditos no afectaba a toda la cartera, y ahora sí. A esta medida se une la pelea entre el Ejecutivo y el Poder Judicial, por causa del corralito. Todo ello pasó factura a la banca española, que cayó más que el resto del sector en Europa. Sobre todo BBVA, que cerró con un retroceso del 3,69%. El de Santander se quedó en el 2,25%.
'Aún quedan muchos flecos por atar', considera Jesús Martínez, de Standard & Poor's. 'La pesificación abre una brecha de capital [entre el activo y el pasivo] que aún no se sabe cómo se va a cubrir'. La falta de referentes se extiende a los mecanismos de compensación. El Gobierno emitirá un bono para capitalizar la banca ante el impacto de la pesificación, pero no ha concretado cómo. Según Merrill Lynch, la brecha ascenderá a 10.000 millones de dólares (11.500 millones de euros).
Merrill, optimista
El banco de inversión, de hecho, adopta un tono optimista a la hora de analizar las últimas medidas. Considera que el sector bancario será clave para que Argentina salga de la crisis, y que a mayores costes, mayores compensaciones. Según Merrill Lynch, hoy por hoy Argentina no cuenta en las valoraciones de BBVA y Santander, y cuando se diseñe un plan creíble, las acciones repuntarán.
Otro tema que sólo se ha resuelto a medias es el del corralito. La cúpula del Poder Judicial da la razón a los ahorradores y decretó el viernes que los bancos les tienen que devolver el dinero. Pero el Gobierno emitió ayer un decreto que impide durante seis meses que los jueces obliguen a devolver los depósitos. Independientemente de quién tenga razón, lo cierto es que no hay dinero para abrir la banca mientras la ciudadanía no confíe en el sistema. Ello implicaría la quiebra casi automática de la banca.
El blindaje en forma de provisiones que han establecido los bancos españoles en los resultados contribuye a limitar las caídas de las cotizaciones. Pero el sistema bancario argentino sigue cogido con pinzas, y el riesgo de quiebra no ha desaparecido.
Versiones encontradas en el mercado
'La clave está en cuánto están dispuestos los bancos a perder antes de lanzar en serio la amenaza de cerrar sus puertas en Argentina', comentaba ayer un analista. Otros sugieren que, en realidad, es el Gobierno argentino quien más necesita a la banca. La incertidumbre jurídica y política (las medidas cambian tan deprisa como la meteorología) hace difícil encontrar una versión homogénea entre los expertos.
Hay elementos tranquilizadores. El plan de este domingo tenía todos los visos de haber sido consensuado con el FMI y el Banco Mundial cuyo presidente, de hecho, lanzó un capote a Duhalde. El carpetazo jurídico al corralito, que supondría el caos, parece descartado.
A eso se agarran los optimistas. Los pesimistas, por contra, tienen argumentos de sobra para elegir. Ahora bien, y en lo que respecta a la banca española, entre el colchón de provisiones y las ayudas gubernamentales, las filiales pueden salvarse de la quiebra lo que, con lo que ha llovido, no está mal.