Gas Natural, liberalización y negocio exterior
Entender el modelo de negocio y las circunstancias que enmarcan el desarrollo futuro de la actividad de la compañía Gas Natural requiere tener en cuenta varias circunstancias sobre la situación de este mercado a escala continental: el gas tiene un papel vital en el desarrollo energético futuro de Europa y se espera que, en 2020, cubra algo más de un tercio de la demanda de energía; el 94% del gas que se consume en Europa corresponde a siete países, entre ellos España; la tasa de penetración media de esta fuente de energía en esas siete naciones no es muy alta (54%); la directiva del Gas de la UE (1998) supuso los primeros pasos para liberalizar un sector en manos de monopolios nacionales; está previsto por expertos y analistas que la demanda de gas crezca, sobre todo por su consumo en las múltiples centrales de ciclo combinado en construcción, cerca de un 4,5% al año en el periodo 2000-2005.
Dentro de este contexto, el mercado español presenta una peculiaridad, única en Europa, que supone una ventaja para Gas Natural, siendo España el país con mayores crecimientos de demanda de gas previstos, un 11,7% anual, para 2000-2005. Dos factores explican esta circunstancia: la tasa de penetración del gas en España es muy inferior a la media (24% en 2000) y la apertura masiva en los próximos años de centrales de ciclo combinado, utilizando como combustible el gas natural, va a tener un impacto significativo en la demanda.
Resulta imprescindible para comprender la situación competitiva de Gas Natural hacer referencia a la Directiva del Gas y sus principales implicaciones. Esta norma comunitaria pretendía liberalizar la actividad gasista y crear un mercado único (lejos aún a la vista de sus resultados) para este producto energético.
En primer lugar, esta norma comunitaria busca desgajar, desde un punto de vista contable y operativo, los tres eslabones que componen la cadena del negocio gasista (producción e importación, transmisión y almacenamiento, y distribución final). Históricamente casi todos los operadores monopolistas europeos, también Gas Natural, estaban presentes en esas tres áreas y las gestionaban de forma conjunta. Así podían coordinar precios y márgenes para subvencionar las actividades que pudiesen resultar deficitarias en cada momento. El Reino Unido es el único país de la UE que ha concluido esa separación y sólo España e Italia están siguiendo, tímidamente, sus pasos.
Para afianzar esa separación y facilitar la libre competencia, la directiva establece que la transmisión y almacenamiento, que en España desarrolla Enagas (filial al 100% de Gas Natural), sea una sociedad independiente y garantice el acceso de todos los operadores en igualdad de condiciones y con tarifas no discriminatorias.
La consecuencia de esa separación será la segregación de los negocios de transmisión y almacenamiento, que se concretará en la posible salida a Bolsa de la italiana Retegas y Enagas en el primer semestre de 2002. En ambos casos, los operadores gasistas de referencia, ENI y Gas Natural, conservarán participaciones significativas.
Mediante esta separación, que está encontrando obstáculos en Francia y Alemania, se hace factible alcanzar el calendario progresivo de liberalización impuesto por la norma comunitaria. Así, se estableció la obligación de que, en 2000, se alcanzase un 20% de liberalización en el mercado libre (grandes clientes e industriales), porcentaje que se alcanzó en todos los países de la UE. En el primer semestre de 2001, según cifras de la Comisión Nacional de la Energía, un 36% del mercado libre (con nuevos protagonistas como Endesa, Cepsa o BP) estaba liberalizado. Pero esa circunstancia no debe ocultar el hecho de que Gas Natural domina alrededor del 90% del mercado regulado (consumidores no industriales o de pequeño tamaño) y conserva en sus manos la práctica totalidad de las infraestructuras.
Se observa, pues, que se han dado algunos pasos hacia la liberalización, pero resta un largo camino hasta llegar a una situación en que ésta, en 2013 según la directiva, sea completa.
En este entorno, que supone cambios sustanciales para los operadores nacionales tradicionales, Gas Natural ha optado por un modelo de negocio que le está permitiendo convertirse en compañía de referencia del sector en Europa. Ha emprendido, con resultados palpables, un proceso de diversificación en una triple vertiente. Ha conseguido, mediante la definición de un marco de colaboración con Repsol YPF (accionista al 47% de Gas Natural), estructurar de forma racional la actividad de extracción, producción e importación de gas. Mientras Repsol YPF se centra en el negocio de extracción y producción, Gas Natural mantiene una posición dominante como importador de gas (la reciente y controvertida venta forzosa en subasta de un 25% del contrato de gas argelino le sigue dejando una cuota de importación del 92%).
En segundo lugar, Gas Natural ha emprendido una diversificación en el ámbito de la distribución a los clientes finales. Además de ser proveedor de referencia de gas, la compañía presidida por Antoni Brufau pretende alcanzar entre un 10% y un 15% de cuota de mercado de generación y distribución comercial eléctrica mediante las centrales de ciclo combinado que tiene en construcción (en solitario o en asociación con Repsol YPF tiene proyectos que tendrían una capacidad de 2.400 MW).
La diversificación a este nivel cuenta con una ventaja inducida esencial, ya que no se tiene en cuenta, a efectos del cómputo de la cuota de mercado, el autoconsumo de gas para las centrales. Esta última circunstancia refuerza aún más la posición de Gas Natural como importador de gas y optimiza la rentabilidad de la cartera de clientes. En tercer lugar, la compañía ha emprendido los últimos años un proceso de internacionalización divergente del de sus homólogos europeos, convirtiéndose en el mayor distribuidor de gas de Hispanoamérica. En este mercado espera doblar el nivel de ventas actual en 2005, a pesar de las dificultades previsibles en los próximos meses en Argentina. Gas Natural busca posicionarse en mercados con fuertes crecimientos y en los que, a medio plazo y mediante alianzas, podrá comercializar otros servicios y productos energéticos alternativos.
Los recientes rumores sobre un posible interés de Gas Natural en la adquisición del mayor distribuidor de gas italiano, Italgas (con una cartera de 5,3 millones de clientes), desmentidos por la compañía española y cimentados en las declaraciones del presidente del ENI (que posee un 42% de la distribuidora) sobre una posible desinversión en Italgas, revelan un segundo vector de expansión europea que previsiblemente, a medio plazo, podría emprender.
Esa estrategia de diversificación en tres frentes ha permitido encarar con éxito a Gas Natural la liberalización de su mercado doméstico, definir una alianza con su accionista de referencia, ampliar su oferta energética, y situarse en el pelotón de cabeza de los operadores gasistas ante las posibles operaciones que, una vez alcanzado un mercado único, se producirán en Europa.