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TRIBUNA

<i>El empleo, la EPA y la Seguridad Social </i>

A pesar de la infravaloración que hace la EPA, ésta es más adecuada que la estadística de afiliaciones a la Seguridad Social para estimar el nivel de empleo.

La única estadística existente en España que cuantifica todas las magnitudes relacionadas con la posición de las personas en edad de trabajar en el mercado de trabajo, actividad, inactividad, empleo y paro, y que sigue estrictamente los criterios establecidos por la OIT es la encuesta de población activa (EPA).

Aun así, existen otras estadísticas que pueden utilizarse para estimar algunas de esas variables, pero no todas. En relación con el empleo, además de la EPA, se dispone de la Contabilidad Nacional de España y de las afiliaciones a la Seguridad Social, tanto para los asalariados como para los no asalariados, y de la encuesta de coyuntura laboral del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, sólo para los asalariados.

De esas estadísticas, la de afiliaciones a la Seguridad Social de trabajadores en situación de alta laboral o asimilada a la misma, que ha tenido últimamente una tendencia muy expansiva, superior a la del empleo estimado por la EPA, ha sido defendida desde diversas perspectivas como un método correcto, más incluso que la EPA, para aproximar la cuantía del empleo y su evolución.

Aparte de que la de afiliaciones es una estadística administrativa que no tiene como objetivo prioritario, al contrario que la EPA, estimar el empleo, sino reflejar los trabajadores afiliados y cotizantes a la Seguridad Social en situación de alta laboral, la magnitud que cuantifica no coincide plenamente con el concepto de población ocupada, definido internacionalmente como el conjunto de personas que han trabajado, al menos, una hora en el período considerado o que no habiendo trabajado ni siquiera una hora por diversas circunstancias (vacaciones, días festivos, enfermedad, conflictos laborales, climatología, averías, etcétera) tienen un empleo, concepto que, en cambio, sí coincide con el utilizado por la encuesta.

Para esta no coincidencia entre afiliaciones y empleo existen varias razones.

En primer lugar, la estadística de la Seguridad Social se refiere al número de afiliaciones y no al número de personas afiliadas, por lo que los trabajadores pluriempleados, a diferencia de la EPA, están computados más de una vez.

En segundo lugar, no todas las personas ocupadas, aunque se encuentren en situación regular, están incluidas en la estadística de afiliaciones a la Seguridad Social. Es el caso de una parte importante de los funcionarios públicos, los adscritos al Mutualismo Administrativo, 800.000 aproximadamente, o de los que no tienen obligación legal de afiliarse a dicho sistema, como ocurre con las ayudas familiares o con los empleados de hogar, que trabajan habitualmente menos de 20 horas a la semana.

En tercer lugar, al estar referida la estadística de afiliaciones al último día del mes correspondiente, puede haber personas que habiendo trabajado y estando afiliadas a la Seguridad Social algún o algunos días del mes y, por tanto, cumplan los requisitos de la OIT para ser considerados ocupados no figuren en ese mes como afiliados en esta estadística.

Y, por último, en cuarto lugar, algunos de los trabajadores que figuran como afiliados y cotizan a la Seguridad Social no están realmente ocupados, aunque su situación sea plenamente legal. Eso ocurre en el caso de los trabajadores autónomos y trabajadores del campo que mantienen su cotización en los momentos de inactividad para seguir generando derechos a las prestaciones de la Seguridad Social y, en concreto, los trabajadores eventuales agrarios perceptores del subsidio de desempleo especial de Andalucía y Extremadura incluidos como afiliados en situación de alta laboral, independientemente de que trabajen o no.

Por todo lo señalado, para estimar el nivel de empleo es mucho más adecuada la EPA que la estadística de afiliaciones a la Seguridad Social, y ello a pesar de la evidencia disponible sobre la infravaloración del empleo por parte de las estimaciones de la encuesta, debido, principalmente, a cuatro razones relacionadas con la naturaleza y características de dicha encuesta:

La exclusión en la EPA de las personas que habitan en hogares colectivos (conventos, residencias, prisiones, etcétera).

El envejecimiento de la muestra al diseñarse en función de una distribución territorial de la población desfasada, lo que suele propiciar una infraestimación de la población con mayor tasa de ocupación, la de 25 a 54 años.

El tratamiento que la encuesta hace de las ausencias en el momento de la entrevista al acabar suprimiendo muchos de los hogares de la muestra sin sustituirlos por otros, lo que, sobre todo, si la entrevista se realiza en horario de trabajo, puede suponer la infrarrepresentación en la muestra de las viviendas en las que todos los adultos están ocupados.

La dificultad para estimar a los trabajadores extranjeros, entre otros motivos, por el concepto de residencia que utiliza la EPA (llevar residiendo más de un año en España) y porque el diseño de la misma no siempre tiene en cuenta los núcleos poblacionales en los que se concentran los inmigrantes, muchos de los cuales no habitan en hogares familiares.

En cualquier caso, la primera de las razones señaladas explica una infravaloración de menos de 100.000 ocupados y la segunda y la tercera se han ido solucionando, al menos parcialmente, los últimos años. La segunda por el rediseño y actualización de la muestra, primero, en 1995 y 1996 y después, en el primer trimestre de 2000, y la tercera por el uso del control telefónico generalizado a partir del cambio de la EPA en 1999. æscaron;nicamente, la cuarta razón, la infravaloración de los trabajadores extranjeros, tiene una importancia creciente.

A pesar de los problemas para estimar el empleo a partir de las afiliaciones a la Seguridad Social, éstas tienen un comportamiento coyuntural muy similar al del empleo estimado por la EPA, como muestran las curvas de las variaciones interanuales de ambas variables, tanto para el total como para los asalariados, representados en los cuadros adjuntos. Y ello, aunque el movimiento de las afiliaciones es muy irregular al existir muchas empresas que dan de baja en la Seguridad Social a sus trabajadores los fines de semana y durante las vacaciones para darlos de alta después.

Como muestran los citados gráficos, con los datos más recientes ambas estadísticas reflejan una clara desaceleración del empleo, que comienza antes en los datos de la Seguridad Social, pero que es más acusada en las estimaciones de la EPA, lo que es coherente con el comportamiento de otras estadísticas relacionadas con el mercado de trabajo, como el paro registrado en el Inem y el paro estimado por la encuesta.

Una de las críticas que suele hacerse a la EPA, incluso desde ciertas instancias gubernamentales, es que no refleja el crecimiento real del empleo. Ello se justifica porque, normalmente, el aumento de las afiliaciones es más intenso que el del empleo estimado por la EPA, lo que es cierto, salvo para periodos en los que se han producido cambios en la EPA que han dado lugar a un afloramiento del empleo y a sesgos alcistas en la variación interanual de dicha magnitud.

Sin embargo, el mayor crecimiento de las afiliaciones puede explicarse por razones relacionadas con la naturaleza y algunas de las insuficiencias de la estadística de la Seguridad Social, como las siguientes:

La no afiliación a la Seguridad Social de la mayoría de las ayudas familiares (personas que trabajan en el negocio o empresa del familiar con que conviven sin percibir remuneración a cambio), que sí están incluidos en el empleo de la EPA y cuyo colectivo, según los propios datos de la encuesta, está disminuyendo continua e intensamente.

La exclusión en la Seguridad Social de parte importante de los funcionarios, los pertenecientes al Mutualismo Administrativo, cuya evolución en los últimos años está siendo menos expansiva que la del conjunto del empleo.

Las posibles regularizaciones de trabajadores que, teniendo un empleo, no cotizaban a la Seguridad Social, situación favorecida en los últimos años por la positiva situación económica y la aprobación de incentivos a la contratación en la reforma de mayo de 1997, así como por la regularización de trabajadores extranjeros que se ha producido en los dos últimos años y cuyo impacto en la Seguridad Social ha sido, sin duda, mayor que en la EPA debido a las razones apuntadas.

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