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La tensión en la CNMV impidió que Gescartera llegara al fiscal en 1999

José Manuel Barberán, ex consejero encargado de Supervisión de la CNMV, aseguró ayer que, cuando el consejo de la Comisión debatió la intervención de Gescartera, Antonio Alonso Ureba, secretario del consejo, se opuso con argumentos "apocalípticos". Apuntó, incluso, que dos meses más tarde la Comisión celebró un miniconsejo en el que David Vives, jefe de Supervisión, planteó llevar el caso al fiscal.

Según Barberán, el ex consejero José María Roldán, opuesto a la intervención, empezó a pegar puñetazos en la mesa y se creó tal tensión que Barberán amagó con abandonar la reunión. Fuentes solventes confirman que, en otra reunión, Armesto se mostró a favor de la medida propuesta por Barberán.

Roldán, ex responsable del área de Fomento, desmintió, primero con suavidad y luego tajantemente, a Barberán. "No me acuerdo de esa reunión. Yo no doy puñetazos so-bre la mesa", comentó en primera instancia. Poco después desmintió radicalmente la información. Roldán, asimismo, expuso una versión sobre el consejo del 16 de abril de 1999 opuesta a la de Barberán y en línea con las de Pilar Valiente, Luis Ramallo y Antonio Alonso Ureba. El ex consejero admitió que "se habló de intervención, pero no se discutió. El consejo versó sobre si faltaba o no dinero".

Con similares palabras se expresó Miguel Martín, que entonces era consejero de la CNMV y subgobernador del Banco de España. Martín ne-gó que en el mencionado consejo se planteara una propuesta formal, ni oral ni por escrito, de intervenir la socie-dad, y sólo se mencionó como "hipótesis de futuro". El ex consejero recalcó que no se po-dría haber adoptado ese día tal decisión por la ausencia del representante del Tesoro, el hoy gobernador del Banco de España Jaime Caruana, cuya presencia era "fundamental".

Roldán descargó responsabilidades en David Vives: "Lo que él presentó no era un informe, sino un borrador sujeto a revisión. No había conclusiones ni estaba firmado".

Puenteo de Vives

Barberán habló también del relevo de Vives. El propio Ureba propuso a Barberán, según éste, que separara del caso a Vives y a su subordinado Luis Peigneux, paso al que Barberán se negó. En julio de 1999 Vives tiró la toalla y Armesto puso el caso en manos de Antonio Botella y del actual jefe del Gabinete de Rato, Jaime Pérez Renovales.

La dimisión fue consecuencia del puenteo al que, según Barberán, Antonio Alonso Ureba había sometido a Vives. El 17 de junio de 1999, asegura, Ureba le mostró documentos sobre la supuesta creación por parte de Gescartera de una Sicav (una especie de fondo de inversión) en Luxemburgo que no habían llegado a Supervisión.

Entonces, Alonso Ureba alardeó ante Barberán de su buen ojo para comprobar que el descuadre patrimonial de 4.500 millones denunciado por Vives realmente no existía. Tal fue el entusiasmo con el que Ureba manejó estos papeles que en el borrador del acta del Consejo celebrado en aquella fecha intentó reflejar que el dinero buscado había aparecido. Barberán se opuso.

Desde que Pilar Valiente se convirtió en presidenta de la CNMV se produjo, según Barberán, el aislamiento de cuantos habían defendido la intervención de Gescartera.

 

Luis Ramallo ingresa

en el juzgado 1,6 millones

El ex vicepresidente de la CNMV Luis Ramallo ingresó ayer en la cuenta del juzgado que instruye el caso Gescartera 1.615.000 de pesetas procedentes de una especie de autoliquidación que él mismo se practicó a partir de la diferencia que hay entre el coste de los regalos que recibió del presidente de la agencia, Antonio Camacho, y el valor del cuadro que asegura haberle entregado a cambio.

Ramallo recibió de Camacho siete pañuelos de seda, dos billeteros, dos relojes, pendientes y otros objetos, por valor de 3.113.000 pesetas. El cuadro le costó 1.498.000, por lo que la diferencia es la cantidad que entregó al juzgado pues dice haberse enterado ahora que los obsequios de Camacho pudieron salir de "los perjudicados" por la estafa.

Ramallo entregó al juzgado un escrito en el que reconoce que su hija María tiene el 5% de Mandraque Restauración, participada en un 20% por Inversiones Colombo, propiedad de Camacho.

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