La nueva ronda comercial, pendiente del pulso entre los países ricos y los pobres
Ginebra es un hervidero desde hace meses. Los 142 países de la OMC mantienen reuniones a diario con un solo objetivo, lanzar una nueva ronda comercial en la reunión de Doha en noviembre.
La expectación crece a medida que se acerca la cita de Doha, del 9 al 13 de noviembre, donde se celebrará la IV Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). En menos de tres meses (agosto no cuenta) los 142 miembros de la organización deben aprobar un documento en el que quede patente un principio de acuerdo para el lanzamiento de una nueva ronda comercial. Tras el rotundo fracaso de Seattle en 1999, en parte provocado por la falta de preparación, los interlocutores quieren dejar los temas casi atados antes de llegar a la capital de Qatar.
Sin embargo, el viernes pasado las reuniones volvieron a poner de manifiesto la inmovilidad de las posiciones. "Todo está aún muy verde", afirman fuentes cercanas a las negociaciones en Ginebra. Ello no impide que el sentimiento generalizado sea la intención de impulsar nuevas negociaciones para liberalizar más las barreras comerciales.
Este año el crecimiento del comercio mundial se verá influenciado por la desaceleración económica y el incremento del 12% de 2000 se reducirá a un 7%. Según un informe de la OCDE, la eliminación de las barreras comerciales originaría en 2010 unos beneficios de 1,2 billones de dólares (235 billones de pesetas) a precios de 1995.
Las diferencias más palpables dividen a los miembros en dos bandos, el de los países desarrollados y aquellos menos avanzados. Los primeros apoyan una ronda más amplia, en la que se introduzcan algunos temas sensibles a los países pobres (inversiones, competencia y medio ambiente); estos critican las barreras impuestas a sus productos y el excesivo proteccionismo de los países ricos.
El director general de la OMC, Mike Moore, ha repetido insistentemente las ventajas que una nueva ronda tendría para los países pobres. "Si no hay una ronda, los primeros perjudicados serían los países en desarrollo. Los países avanzados tenderían a los acuerdos locales, lo que provocaría la marginación de los países pobres", apuntan desde la OMC. Ese fue el temor cuando George Bush alcanzó la presidencia de EE UU e impulsó las negociaciones del ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas), pero su apoyo a la nueva ronda durante su visita a Europa en junio calmó los ánimos.
Ahora falta convencer a los países pobres de que saldrán ganando, para lo que es necesario ganarse su confianza. La mayoría está decepcionada por el incumplimiento de los acuerdos alcanzados en la Ronda de Uruguay (finalizada en 1994). Es el llamado Conflicto de Implementación.
Consideran que no han obtenido beneficios y que la puesta en marcha de los acuerdos es muy lenta. Un ejemplo es el relacionado con la liberalización del sector textil. Prevista para 2005, la reducción escalonada de aranceles apenas se aprecia en Egipto, Pakistán o India. A cambio se han abierto las fronteras a productos de alta tecnología, de los que estos países no participan.
El peso de la agricultura
Otro frente abierto es el de la agricultura. Los países en desarrollo piden un levantamiento de las fronteras a sus productos, mientras la UE y EE UU no quieren ni oír hablar de rebajar sus subsidios. No obstante, los países del grupo Cairns (los 18 con mayores exportaciones agrícolas, entre ellos, Argentina, Uruguay, Brasil y Australia) exigen un mandato ambicioso contra las subvenciones.
En Ginebra hay negociaciones desde el año pasado sobre agricultura. "La UE está dispuesta a seguir las negociaciones en marcha, pero no considera necesario un mandato adicional", afirma Jesús Zorrilla, consejero de Agricultura de la Comisión Europea ante la OMC.
La importancia que los países en desarrollo quieren otorgarle a la agricultura quedaría en un plano inferior en las negociaciones si la ronda fuera ambiciosa y se incluyeran otros temas como las inversiones, la competencia o el medio ambiente requeridos por los países avanzados. Así al menos lo ve Florencia Ballivian, embajadora de Bolivia ante la OMC. "Al entrar muchos temas, la agricultura quedaría de soslayo", afirma. Ballivian apuesta por una ronda pequeña en la que se retomen los acuerdos de Uruguay. "Si la ronda es modesta puede convenirnos, porque se seguirían tratando los temas de Uruguay y se aplicarían las medidas pendientes", señala.
Jean-Marie Metzger, responsable de Comercio de la OCDE, no opina lo mismo. "Cuanto mayor sea el número de asuntos a negociar, más son las posibilidades de lograr resultados equilibrados para cada miembro", afirmó en la revista de la organización.
Las cicatrices del fracaso de Seattle
La sombra del fracaso de Seattle se proyecta sobre las reuniones que se celebran en Ginebra desde hace varios meses. Los interlocutores quieren evitar a toda costa que en Doha se repita la misma situación. Por eso están tomando medidas. La primera, acudir a la cita con los deberes hechos. Una de las causas de que la reunión ministerial de 1999 fuera fallida correspondió a la falta de preparación. Los representantes de los países miembros de la OMC acudieron a la ciudad estadounidense con un documento lleno de paréntesis y parches. A la hora de definirlos surgieron las discrepancias. Por eso, esta vez las negociaciones de Ginebra persiguen acordar al máximo los temas a tratar.
"En el ambiente se respira el deseo de evitar Seattle", afirman fuentes cercanas a las negociaciones. Por ello, se prevé que el hecho de que la ronda no sea ambiciosa no se convierta en un impedimento para que salga adelante. "Si no se puede hacer algo grande, pues que sea una rondita", afirman dichas fuentes.
En ese caso podrían quedar fuera los temas más espinosos, como el medio ambiente, asunto equiparable a los estándares laborales que Bill Clinton, entonces presidente de EE UU, exigió a última hora en Seattle. Un tema tabú para asiáticos y centroamericanos que no quisieron aceptar.
Los países en desarrollo irán, a su vez, más preparados. Según Jesús Zorrilla, han mejorado sus equipos de asesores y acuden a la cita "con las posiciones más claras".