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El G-10 advierte a EE UU contra la excesiva fortaleza del dólar

La fortaleza del dólar está dificultando la recuperación de EE UU e introduciendo tensiones inflacionistas en la zona euro. Los banqueros centrales de las 10 principales economías del mundo introdujeron, así, un debate que habían evitado los ministros del G-7 a lo largo del fin de semana en Roma, aunque ambos lanzaron un mensaje de moderado optimismo sobre el futuro de la economía mundial.

El presidente de los banqueros del G-10, el británico Edward George, aseguró ayer que "la combinación de tipos de cambio tiene, en muchos sentidos, efectos perversos. Es uno de los factores que contribuye a la importación de inflación en la zona euro, lo que, a su vez, daña el gasto de los consumidores".

"De igual manera, es un factor que produce un efecto negativo sobre la economía de EE UU a través de los saldos comerciales", añadió George tras la reunión de los gobernadores del G-10 (Alemania, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia, Japón, Reino Unido y Suecia).

Pese a estos efectos, las autoridades de EE UU han defendido los beneficios de un dólar fuerte para la economía, ya que mantiene la inflación bajo control y hace posible la rebaja de los tipos de interés, como así ha sucedido desde principios de año.

Los empresarios, sin embargo, han iniciado una campaña para presionar al Gobierno de George Bush en favor de una relajación de esta política, por la pérdida de competitividad que implica para sus exportaciones, más aún cuando el euro y el yen mantienen una casi constante depreciación frente al dólar.

Aunque el Banco Central Europeo (BCE) ha restado importancia a la cotización del euro, las autoridades europeas han expresado su preocupación por la debilidad de la divisa europea frente al dólar, pese a sus mayores perspectivas de crecimiento para este ejercicio y la más alta rentabilidad de los tipos de interés en la actualidad.

El G-10 mostró especial preocupación por las tensiones inflacionistas en la zona euro, debido a su impacto negativo sobre la confianza de los consumidores. Pero, además, es la principal referencia para las decisiones del BCE en materia de tipos.

Los ministros de Economía del G-7 evitaron este debate durante su reunión del pasado fin de semana en Roma. El G-10 tampoco mantuvo ayer una discusión detallada sobre este aspecto, pero sí insistió en la necesidad de que los tipos de cambio "se fijen en función de lo que está sucediendo en las economías", admitió George.

Moderado optimismo

Sobre las perspectivas de la economía mundial para los próximos meses, el pronóstico del G-10 se mantuvo en línea con el mensaje del G-7: recuperación de EE UU para finales de año hasta el 1,5%-2%; moderado crecimiento de la zona euro en torno al 2%-2,5% y leve recuperación de Japón, condicionada a los efectos de las reformas.

Nada nuevo respecto al escenario dibujado por el G-10 hace dos meses, aunque sí con algunas novedosas advertencias.

El gobernador del Banco de Inglaterra precisó que en EE UU persiste el riesgo de un mayor deterioro económico antes de iniciar la recuperación (prevista ahora para el cuarto trimestre) por "los riesgos e incertidumbres" que rodean la economía. Sin embargo, el control de las tensiones inflacionistas en la primera economía del mundo deja margen a la Reserva Federal para nuevas rebajas de tipos si una mayor desaceleración así lo hiciera necesario, aseguró George.

El G-10 también estudió ayer la situación de Argentina y reconocieron que Brasil, y en menor medida Chile y México se verán afectadas por la crisis, aunque descartaron un contagio al resto de los mercados emergentes, como sucedió en 1998.

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