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El BCE prevé que la UE crezca menos y se retrase el control de la inflación

Las proyecciones macroeconómicas presentadas ayer por el BCE ilustran lo que el economista jefe de la autoridad monetaria, Otmar Issing, la víspera había llamado una "situación difícil". Sobre todo debido al débil entorno internacional, el crecimiento de la zona euro este año será bastante menor de lo previsto, entre un 2,2% y un 2,8%, un dato incluso susceptible de empeorar. Bajar los tipos, sin embargo, es arriesgado ante una inflación que, a corto plazo, sigue disparada.

El Banco Central Europeo (BCE ) por vez primera había presentado sus proyecciones económicas en diciembre pasado, y entonces aún consideraba posible un crecimiento entre el 2,6% y el 3,6% este año, y entre el 2,5% y el 3,5% en 2002. Ahora, estos pronósticos se han bajado hasta un horquilla del 2,2% al 2,8%, en este ejercicio, y del 2,1 al 3,1% en el próximo año.

Aunque distinta en términos metodológicos -el BCE basa sus cálculos en que los tipos se mantendrán invariables-, la proyección es similar a las previsiones de otros organismos (Comisión Europea, 2,8%; FMI, 2,4%, y OCDE, 2,6%). El BCE, sin embargo, admite que "no se puede descartar que el entorno internacional evolucione menos favorablemente de lo estimado", lo que podría debilitar aún más el crecimiento.

Incluso sin que esto suceda, la desaceleración en Estados Unidos y Japón ya ha conducido a que "la contribución de las exportaciones netas al crecimiento del PIB sea prácticamente nula" en 2001 y 2002. Ello repercute también en las inversiones privadas, que -junto a las públicas, sometidas al régimen de los planes de austeridad- tienden a la baja.

Así, el cada vez más débil crecimiento se basa casi exclusivamente en un consumo privado que se debería mantener relativamente estable gracias a las reducciones fiscales en varios países de la zona euro.

En este punto, no obstante, aparece el espectro de la inflación, que este año se ubicará entre el 2,3% y el 2,7%, y sólo en 2002, con una horquilla entre el 1,2% y el 2,4%, caerá por debajo del 2% que se ha propuesto el BCE. La fuerte subida de los precios -que, según los analistas, superarán el 3% en la zona euro en mayo- amenaza seriamente el poder adquisitivo de los ciudadanos y pone en entredicho al consumo privado como garante de crecimiento.

En su análisis, el BCE reitera una vez más que el actual despegue de los precios obedece a factores transitorios, como los efectos de la subida del petróleo y las crisis sanitarias. A "corto plazo" éstos seguirán presionando "notablemente" sobre la inflación, pero en 2002 deberán ir "desapareciendo", con la consiguiente estabilización de los precios, "siempre que no se produzca ninguna nueva perturbación".

Hoy por hoy, el BCE cruza los dedos para que la "transición al euro no produzca ningún efecto significativo" sobre la inflación y que los incrementos salariales como respuesta a la subida de precios sean "limitados".

Suposiciones a todas luces optimistas, en suma, que ilustran los riesgos que supondría bajar los tipos para sostener el crecimiento. La situación es tan difícil que ayer incluso uno de los más acérrimos críticos del BCE, el presidente de la confederación sindical alemana DGB, Dieter Schulte, pidió "no volverse locos con los actuales datos de inflación".

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