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CRâNICA DE MANHATTAN

<I> Un encuentro de alta tensión</I>

El presidente George Bush y el gobernador californiano Gray Davis se han visto por fin cara a cara tras meses de lanzarse dardos en la distancia. Y el encuentro resultó tan infructuoso como todos esperaban. El gobernador demócrata pidió por enésima vez que el Gobierno federal limite los precios mayoristas de la electricidad durante seis o siete meses, para dar tiempo a que se pongan en marcha dos de las plantas generadoras que están construyéndose en este Estado.

El presidente republicano se negó a hacerlo diciendo que los controles de precios "no resuelven el desequilibrio entre la oferta y la demanda". Davis amenazó con demandar a la Comisión Federal de Regulación Eléctrica (FERC) por no cumplir con sus obligación de garantizar "precios justos y razonables". Y Bush replicó que lo que California necesita "son actuaciones y liderazgo, y no cruces de acusaciones". Todo ello con la mejor de las sonrisas y posando para las cámaras.

Bush ha visitado 29 Estados desde su toma de posesión antes de decidirse a pisar California (donde perdió frente a Al Gore por un margen del 12%). Y sabe que sus políticas han sido recibidas con muy poco entusiasmo en este Estado. Pero sus asesores se encargaron de rodearle en todo momento de un público favorable, que aplaudió con fervor sus alegatos a favor de un aumento en la generación de energía. Davis, acorralado, tuvo que aguantar el espectáculo con estoicismo. El almuerzo en el Consejo de Asuntos Mundiales se vio interrumpido brevemente por tres mujeres que se alzaron para pedir límites a los precios eléctricos mayoristas. Pero las tres (incluida Medea Benjamin, una candidata ecologista al Senado que tiene 79 años) fueron desalojadas y Bush siguió pronunciando su discurso como si no hubiese pasado nada.

Davis, que tiene aspiraciones a la presidencia y ha visto caer su popularidad por la crisis eléctrica, se vengó con un alarde de populismo. Reunió a un grupo de californianos para que explicaran al presidente sus problemas con la factura eléctrica. Pero Bush no pudo recibirles y Davis aprovechó para hacerse una lucida foto rodeado de sus conciudadanos.

El gobernador lleva meses acusando a las generadoras eléctricas de inflar artificialmente los precios, que han pasado desde 31 dólares por megawatio / hora en 1999 a 258 dólares en febrero pasado y hasta 1.900 dólares en algunos momentos de emergencia de mayo. Duke Energy y Dinegy han duplicado beneficios en el primer trimestre. Duke reconoce que en enero vendió electricidad en California a precios que ella misma califica como "aberrantes" (3.880 dólares por megawatio / hora). Y los proveedores de Texas cobran por el gas natural transportado a California tres veces más que por el que envían a Nueva York (un asunto que incluso Bush ha prometido a investigar).

Sin embargo, ni las arengas populistas de Davis ni las promesas de Bush ofrecen demasiadas esperanzas a California. Si de algo sirvió la visita presidencial fue para confirmar una vez más que tanto el presidente republicano como el gobernador demócrata están más interesados en sus índices de popularidad que en solucionar cuanto antes una crisis que amenaza con llevar a la recesión al Estado más populoso del país.

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