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La naranja española se contagia de localismo

Una ola de localismo se ha cruzado en la campaña de marketing de la interprofesional citrícola Intercitrus para colocar la naranja española en lo más alto del mercado europeo y en los supermercados de Estados Unidos.

Productores de Cataluña, Valencia y Andalucía, alentados por sus respectivos Gobiernos autonómicos, han creado denominaciones específicas de sus respectivos cítricos.

Tarragona fue la primera, en diciembre de 1994, en crear al amparo de la legislación europea la indicación geográfica protegida (IGP) Clementines de les Terres de l'Ebre -etiquetadas también como "de les Terres Catalanes"-, a la que pertenecen sólo cuatro empresas y que incluye las variedades de mandarina de mayor calidad.

En febrero de 2000 comenzó a funcionar la IGP Cítricos Valencianos, que incluye mandarinas, naranjas y limones. A ella podrán acogerse todas las empresas que cumplan unos requisitos de calidad y que tengan cultivos en la Comunidad Valenciana, donde se produce el 66% de los cítricos españoles.

Por último, el pasado 30 de noviembre se anunció en Lepe (Huelva) la próxima creación de la indicación Naranjas de Huelva, con el objetivo, según el consejero de Agricultura andaluz, Paulino Plata, de que toda la fruta de esta provincia sea conocida por una marca de origen de calidad.

La promoción de las IGP catalana y valenciana se ha extendido ya al extranjero. Cítricos Valencianos ha realizado diversas presentaciones y ha insertado anuncios en revistas especializadas y en televisión, respaldado por la Consejería de Agricultura de la Generalitat Valenciana.

Limitación geográfica

Esta consejería apoya también la campaña de la interprofesional Intercitrus para promocionar los cítricos españoles en el norte de Europa y en Estados Unidos, cuya inversión este año rondará los 1.900 millones de pesetas. El Icex y el sector citrícola -con aportaciones obligatorias, según una nueva normativa- financian también esta promoción.

Según el presidente de Intercitrus, Octavio Ramón, "las IGP están de moda y tienen de positivo que añaden un control de la calidad de la naranja española, que es excelente, pero creo que no van a tener mucho éxito porque precisan de un esfuerzo publicitario enorme". Según Octavio Ramón, lo que pide el mercado es que se cumplan las normas de seguridad y unas determinadas variedades, sin que importe demasiado dónde se producen.

El el caso de los cítricos de Huelva y, sobre todo, de Tarragona, la IGP queda acotada al tiempo de la cosecha en esa zona. Una limitación de la que huyen los exportadores, ya que la necesidad de ofrecer producto todo el año obliga no sólo a desplazar el origen de la fruta a medida que avanza el año -en función del diferente calendario de maduración en España-, sino a importar cítricos de Suramérica en verano.

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