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Para pensar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Se nos ha olvidado construir pisos?

Hace falta un plan extraordinario que acortara drásticamente los tiempos necesarios para declarar urbanizable un terreno y empezar a vender/alquilar viviendas construidas

El Gobierno de coalición, por su bloqueo interno, que ha llevado a unos ministros a pedir en público la dimisión de otra ministra, se ha convertido en el principal responsable del mayor problema que los ciudadanos perciben hoy en España: la imposibilidad de acceder a una vivienda, ni libre, ni social, ni en compra, ni en alquiler. El último dato del INE indica que los precios siguen disparados. En concreto, subieron un 13% interanual en el segundo trimestre del año, la mayor subida registrada en 18 años. Ello alarga la edad de emancipación e introduce una brecha entre aquellos jóvenes cuyas familias pueden ayudarles y aquellos que no, lo que repercutirá, a lo largo de toda su vida, en su nivel de ahorro y riqueza, agrandando la desigualdad social en España, ya que “una parte creciente de la población queda al margen del principal mecanismo de acumulación patrimonial” (Fedea). Unido a la mayor tasa de paro juvenil de Europa, y el elevado porcentaje de jornada parcial involuntaria, es decir, la pobreza laboral y un salario medio sensiblemente menor que en Europa, y un 20% menor, en términos reales, que sus padres a su edad, reflejan el proyecto de país que estamos ofreciendo a los jóvenes: la desesperanza. ¿Nos extraña que crean menos en la democracia y opten más por opciones radicales antisistema?

Sin duda tiene razón quien, desde Sumar, exige la necesidad de medidas “serias, innovadoras y valientes”. Medidas tan “revolucionarias” como construir más viviendas dedicando más dinero público a ello, que se aplican en todos los países y a las que, paradójicamente, Sumar se viene oponiendo. Después de seis años, el Gobierno formado por el PSOE y Podemos primero, y su heredero, después, no ha sido capaz de resolver el problema de la vivienda, porque han estado bloqueados por la existencia de dos propuestas contradictorias en su seno: para Sumar, si sube el precio, lo que hay que hacer es intervenirlo manu militari matando al mensajero (la inútil ley de vivienda de 2023, como ejemplo). Para la parte socialista del Gobierno, sin una convicción arrolladora por miedo a que le acusen de alimentar otro bum, la solución es construir más viviendas, incluidas sociales y en alquiler (se barajan cifras como 244.000 públicas). Y, debatiendo entre combatir el síntoma o la causa del problema, el Gobierno de coalición parece un Hamlet incapaz de resolver la que, según el CIS, es ya la primera preocupación para los españoles.

Todos los expertos, de todas las instituciones, han señalado que el principal secreto detrás de la subida disparatada en el precio de la vivienda es que tenemos un déficit acumulado en los últimos años calculado en unas 700.000 casas, concentrado en algunas zonas de las grandes ciudades. A diferencia de la anterior burbuja, creada por un crédito bancario que inflaba de forma artificial una demanda siempre por delante de la oferta y, por ello, subían los precios, hoy el problema es totalmente distinto, ya que es la gran ausencia de oferta la que los sube. Sobre esa escasez real, podemos luego insertar los alquileres turísticos ilegales, los fondos buitres o lo que queramos. Pero, si mañana surgieran de golpe esos 700.000 pisos donde hacen falta, el precio y la especulación se desplomarían.

Si el problema es la ausencia de nueva vivienda, ¿por qué no se está construyendo (libre, social y de precio tasado, en venta y en alquiler) al ritmo exigido para acabar con la escasez detectada? ¿Se nos ha olvidado en España cómo se construyen viviendas? Hace unos días me llegó por las redes sociales un video chino donde se mostraba cómo se construía, con material industrializado, un edificio habitable, de cinco plantas, en 48 horas. Se lo envié a un amigo promotor español y su reacción fue inmediata: aquí también lo construiríamos en 48 horas. Pero necesitaríamos 10 años para tener todos los permisos. Y ahí radica el primero de los problemas españoles: no se puede resolver un problema urgente en el siglo XXI con una normativa del siglo XIX.

Hace falta, pues, un plan extraordinario y urgente que, por su carácter excepcional, acortara drásticamente los tiempos necesarios para declarar urbanizable un terreno y empezar a vender/alquilar pisos construidos, así como simplificar los reglamentos y condiciones de urbanización y construcción. Sobre todo, porque hoy este proceso no lo financia la banca/las cajas de ahorros como antes, sino fondos de inversión cuyos tiempos, condiciones y exigencias son distintos. En segundo lugar, un plan urgente y extraordinario para construir 700.000 viviendas (sociales, libres, etc.) exige un gran acuerdo entre las tres Administraciones competentes: Gobierno central, comunidades autónomas y ayuntamientos, es decir, que Ejecutivo y oposición decidan ponerse de acuerdo en resolver el problema, abandonando la paralizante polarización actual dentro del Gobierno y respecto a la oposición. Todo lo contrario al estéril control de precios que propone una parte contratante del Ejecutivo de (más o menos) coalición, convirtiendo este, con su bloqueo, en un freno a la solución del problema.

Si de señalar culpables se trata, veo dos claros: esa izquierda exquisita española empeñada en soluciones imposibles que no han funcionado ni en el laboratorio porque no se dirigen a las causas, pero que bloquea aquellas medidas sensatas que el PSOE solo se atreve a enseñar en la campaña electoral. Y, por otro lado, ese 70% de diputados que forman la suma de PP y PSOE, partidos que, juntos, tienen la solución al problema si decidieran negociar y acordar, ya que no están tan lejos y, a la vez, gobiernan en comunidades y ayuntamientos donde se han de aplicar dichas medidas, pero que se ven impelidos a mantenerse enfrentados, agrediéndose verbalmente y aparentando tremenda distancia, todo por seguir las reglas de una polarización que sus expertos electorales les aconsejan mantener, en contra del interés general. Si faltan viviendas, construyámoslas. Y, si tu socio de Gobierno no te deja resolver el primer problema del país, ¿para qué quieres estar en el Gobierno con ese socio?

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