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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El fantasma de la prima de riesgo, de nuevo en el armario

Es en las situaciones críticas cuando tanto las instituciones como las capitales europeas demuestran su capacidad para superar los intereses particulares

CINCO DÍAS

Más de una década ha tardado la zona euro en enterrar la crisis de deuda que casi se lleva por delante, en unos meses, el proyecto de unión monetaria. Los diferenciales de la deuda entre los Estados miembros de la zona euro no superan los 80 puntos básicos respecto a a la referencia, el sólido bund alemán. Italia, el último país descabalgado, ha recortado su prima de riesgo a lo largo de este año hasta situarse en niveles similares a la de Francia, el nuevo foco de preocupación para los inversores.

Siempre ha sido complicado dirimir cuándo el mercado está poniendo en precio realidades, cuándo está especulando y cuándo la especulación acaba creando esas realidades. Es lo que ocurrió entre 2011 y 2012: fue la presión de los inversores, que impedía la refinanciación de la deuda, la que amenazaba con provocar un default o la ruptura de la divisa. Prueba de ello es que después del rescate la presión sobre España se agudizó, en lugar de mitigarse. Fue el soporte implícito del BCE lo que obligó a los inversores a deshacer sus apuestas. Con todo, no se trata de una carta blanca, y por eso la convergencia ha tardado más de una década en llegar.

Junto al apoyo del BCE (ahora concretado en un instrumento definido), la flexibilización de las normas de déficit y la emisión de deuda conjunta han construido una arquitectura financiera sólida. El papel del mercado sigue siendo el principal factor de disciplina, como demuestra la evolución de la prima de riesgo francesa a la luz de las dificultades para recortar el gasto, pero no hasta el punto de poner en riesgo el proyecto europeo. Y el contexto geopolítico no puede ser más explícito: se precisa una Europa más fuerte y más unida. Bajo la Administración Trump, el océano Atlántico es más ancho que nunca, y el Viejo Continente debe ser capaz de volar solo.

En el área del mercado de capitales, la prevención contra la ruptura de la eurozona es un paso imprescindible; quedan retos pendientes, como la emisión de deuda conjunta, la concreción de la unión bancaria o de la propia unión del mercado de capitales. Asuntos profusamente explicados en numerosos informes de expertos y a la espera de la decisión política. Pero hay hueco para un tímido optimismo, sobre todo porque es en las situaciones críticas (y a veces parece que solamente bajo estas condiciones) cuando tanto las instituciones como las capitales europeas demuestran su capacidad para superar los intereses particulares.

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