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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una Europa débil se rinde ante Trump

Son las nuevas formas, ‘matoniles’, del nuevo desorden mundial. Pero los matones no respetan a los que se rinden ante ellos

Estados Unidos y la UE han alcanzado un acuerdo comercial que pone fin a tres meses de incertidumbre y amenazas por parte de la Casa Blanca impropias entre aliados. La puesta en escena ya fue representativa de la debilidad con que Bruselas ha enfrentado esta delicada negociación. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se desplazó con su equipo al campo de golf de Escocia en el que se encontraba Donald Trump en una visita privada. La UE acepta sin rechistar un arancel general del 15% sobre los productos europeos (con pocas excepciones como la aviación, ciertos materiales raros y algunos productos agrícolas y químicos), sin réplica alguna por parte europea, pese a que se tenía listo un plan para imponer tasas por más de 90.000 millones. El argumento para ceder es que Trump amenazaba con algo mucho peor, un arancel de hasta el 30%. Eso, es sabido, es parte de la estrategia negociadora del presidente de EE UU, que amenaza con el caos para que la otra parte se resigne con una versión suavizada del caos.

Los aranceles anunciados, que todavía habrá que examinar con más detalle, son desorbitados, aunque Bruselas ha calculado que el precio a pagar sería mayor si fuera a la confrontación. La mayoría de exportaciones pagaba un 4,8%, al que Trump había añadido un 10%, de donde resulta el 15% final (aunque para el automóvil era del 27,5%). Si Bruselas preparaba una respuesta ya no lo hace. Comparado este escenario con el previo a la proclamación de la guerra comercial (el famoso “Día de la Liberación”, el pasado 2 de abril), los productos europeos soportaban una tasa media del 1,45%, y los estadounidenses un 1,32%. La Comisión tiene difícil explicar que acepta multiplicar por 10 el impuesto a sus productos sin contrapartidas. Porque todo lo que se sabe del acuerdo son cesiones de Bruselas a Washington, incluidos los compromisos de que Europa compre energía a EE UU por valor de unos 640.000 millones de euros durante tres años, a lo que se sumará una cuantiosa adquisición de armamento sin cifrarse por el momento.

La actitud de Europa en esta crisis recuerda el servilismo ante Trump que demostró Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, en la cumbre de los aliados de hace un mes. También allí el Viejo Continente aceptó sin rechistar la exigencia de Washington de comprometerse con elevar la inversión en defensa al 5% del PIB, una cifra caprichosa y de dudosa viabilidad. Son las nuevas formas, matoniles, del nuevo desorden mundial. Pero los matones no respetan a los que se rinden ante ellos.

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