Ir al contenido
_
_
_
_
Breakingviews
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los poco favorecidos mercados emergentes están a punto de experimentar un renacimiento

Sus empresas están frenando la inversión, y sus Bolsas pueden beneficiarse del fin del excepcionalismo de EE UU

Bolsa de Sao Paulo, con la réplica del toro de Wall Street delante, en 2021.

Los inversores en acciones de mercados emergentes obtienen rendimientos bíblicos. A menudo, siete años de abundancia van seguidos de siete de escasez. La experiencia reciente ha sido mucho peor. A principios de año, los mercados en desarrollo llevaban 15 ejercicios decepcionando. La buena noticia es que las condiciones son propicias para que las acciones emergentes recuperen parte del terreno perdido.

El grupo de países que ahora denominamos mercados emergentes sufrió un desastre total en la primera mitad del siglo XX, debido en gran parte a la guerra y a la expropiación de los accionistas por parte de los Gobiernos comunistas de Rusia y China. Desde los años 50, han obtenido un rendimiento real del 6,7% anual, medido en dólares, en línea con los rendimientos medios de los mercados desarrollados. Pero han sido irregulares: según UBS, los emergentes obtuvieron un 9,5% anual en los 80, un 3,4% en los 90 y un 8,4% en los 2000. Desde 2010 hasta principios de este año, los rendimientos en dólares fueron de solo un 1,3% anual, después de la inflación, el peor rendimiento desde los años 40.

Al comienzo de esta decepcionante racha, las expectativas de los inversores para esta clase de activos nunca habían sido tan optimistas. Antoine van Agtmael, el execonomista del Banco Mundial que acuñó el término “mercados emergentes” en 1981 después de que le dijeran que un fondo de renta variable del Tercer Mundo nunca tendría éxito, proclamaba el “siglo emergente”. Goldman Sachs promocionaba el rápido crecimiento económico de los llamados países BRIC: Brasil, Rusia, India y China. Mientras el mundo desarrollado se veía sumido en las secuelas de la crisis financiera, los emergentes salieron prácticamente indemnes. Los precios de las materias primas se dispararon. Los flujos de capital hacia los emergentes volaron.

En el punto álgido de esta euforia comenzó el periodo de vacas flacas. En 2011, los mercados de materias primas entraron en declive. Las entradas de capital extranjero se invirtieron después de que el anuncio de la Reserva Federal de una restricción monetaria desencadenara una crisis de reducción gradual (tapering) en 2013. Brasil, India, Indonesia, Sudáfrica y Turquía, conocidos como los “cinco frágiles”, se vieron afectados. En 2014, un grupo de investigadores sacó a la luz la corrupción generalizada en la petrolera estatal brasileña Petrobras, que poco antes había convencido a los inversores para que compraran la mayor oferta secundaria de acciones del mundo.

Cambio de suerte

Los títulos de los mercados emergentes permanecieron en horas bajas durante el resto de la década. Su suerte volvió a cambiar en 2022, tras la invasión de Ucrania. Después de que los Gobiernos occidentales impusieran sanciones generalizadas al país liderado por Vladimir Putin, los accionistas extranjeros en Rusia se encontraron una vez más con papeles sin valor. Por esas mismas fechas, la burbuja inmobiliaria china estalló y Xi Jinping lanzó una campaña de represión contra las grandes tecnológicas. A principios de este año, la cuota de los emergentes en las Bolsas mundiales se había reducido al 10%, menos de la mitad de la capitalización bursátil combinada de los siete magníficos.

El rechazo hacia los emergentes fue tan severo que algunos pidieron que se eliminara la etiqueta. John-Paul Smith, ex estratega especializado en mercados emergentes de Deutsche Bank, declaró que no se trataba de una clase de activos viable, ya que los 24 países repartidos en cuatro continentes que componen el índice MSCI Emerging Markets tienen poco en común. La hipótesis anterior de que estos mercados estaban convergiendo hacia las normas occidentales de gobierno corporativo había resultado falsa. En opinión de Smith, la denominación “mercados emergentes” no era más que una herramienta de marketing que permitía al sector de los servicios financieros cobrar comisiones más elevadas.

Pero hay motivos para creer que las fuerzas que redujeron la rentabilidad de los emergentes se están disipando. En una nota reciente, el estratega de inversiones Gerard Minack, de Minack Advisors, sostiene que la elevada rentabilidad de las empresas de los emergentes a principios de los 2000 atrajo una inversión excesiva. Su participación en el gasto de capital mundial pasó de menos del 4% en 2000 al 11% en 2011, y se mantuvo elevada durante varios años. Este derroche perjudicó a los beneficios. A mediados de la década, la rentabilidad de los activos de los emergentes había caído al 3%, aproximadamente un tercio de su nivel de una década antes y por debajo de la de los países desarrollados.

El elevado gasto de capital, combinado con la caída de la rentabilidad de la inversión, llevó a las empresas a emitir más acciones, lo que a su vez deprimió el crecimiento de los beneficios por acción (BPA). Entre 2000 y 2011, el BPA de las cotizadas de los emergentes creció un 17% anual. En los 14 años siguientes, el crecimiento anual del BPA se desplomó hasta el 2,3%. China fue la principal responsable, según Minack, pero la tendencia se mantiene en los mercados emergentes más allá de la República Popular. Ahora la marea está cambiando. Las empresas de estos mercados han frenado la inversión. El año pasado, su gasto de capital neto (como porcentaje de los activos) se redujo en más de un 70% desde su máximo, según Minack. A medida que cae el gasto de capital, el crecimiento del BPA ha comenzado a repuntar.

Los emergentes también son potenciales beneficiarios del fin del excepcionalismo estadounidense en los mercados financieros mundiales. Las extraordinarias ganancias del mercado bursátil del país desde 2009 atrajeron capital extranjero y desplazaron a otras Bolsas, incluidas las de los emergentes. Desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca, los inversores extranjeros en EE UU han comenzado a mostrarse reticentes y están empezando a buscar otros destinos. El presidente está promoviendo activamente un dólar más débil, lo que generalmente beneficia a los emergentes, como ocurrió a principios de los 2000. Los mercados emergentes deberían recibir un nuevo impulso si la Fed vuelve a recortar los tipos de interés.

Los mercados emergentes cotizan con valoraciones atractivas. Rob Arnott, de Research Affiliates, prevé un rendimiento real potencial del 8% anual (en dólares) durante la próxima década. Las acciones de valor de esos mercados deberían comportarse aún mejor. En comparación con la Bolsa de EE UU, las de los emergentes están cerca de los mínimos de 2000, cuando comenzó su última racha alcista. Durante la década siguiente, las acciones de los emergentes superaron a sus homólogas estadounidenses en torno a un 10% anual, después de la inflación.

Una persona que no ha perdido la fe es Van Agtmael. La heterogeneidad de los emergentes es una fortaleza más que una debilidad, afirma, ya que ofrece oportunidades de diversificación. Además, su argumento de inversión original nunca se basó en el crecimiento superior del PIB de estos mercados. Más bien, se basaba en que había encontrado muchas empresas de talla mundial que estaban siendo ignoradas y cotizaban a valoraciones atractivas en economías menos desarrolladas. Esa sigue siendo la situación actual. “Si a la gente no le gusta una clase de activos, probablemente sea una buena inversión”, concluye el padre de los mercados emergentes.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

_
_