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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alemania: “mala, muy mala”, el infierno, según Trump

El canciller germano, Friedrich Merz, gana tiempo en el Despacho Oval frente a la internacional populista

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Friedrich Merz, canciller alemán, en la Casa Blanca, el 5 de junio.

El ingente poder de Trump asusta en Alemania; pero no la paraliza. Todavía. Los investigadores económicos advierten de que su política económica es peligrosísima y que no va a funcionar. Entonces, ¿cómo tergiversará la realidad para perpetuarse en su poder? Ante esa incógnita, el canciller Merz entró en junio en el Despacho Oval con el propósito de ganar tiempo frente a la internacional populista liderada por Trump (y su mundo MAGA) y dar su primer paso como líder europeo en defensa de la razón democrática frente al nacionalismo y neocolonialismo politico-económico de la Casa Blanca. Es un pulso contra el nuevo sistema operativo, libertario, radical y autoritario que defienden Trump y compañía para la primera mitad del XXI. En ese pulso, Alemania figura como “mala, muy mala…” O “parece el infierno“ (Donald Trump, campaña electoral, octubre de 2024).

En una “prueba de valentía” (Süddeutsche Zeitung), Friedrich Merz quería defender en Washington el sentido común político frente al caos trumpista, y demostrar que, ante la locura metódica del Gobierno estadounidense, existe todavía una Europa que se consolida cada vez más como la alternativa democrática en el escenario global. Ante el adversario Trump y su gente MAGA, que cimentan el dominio de la internacional populista dividiendo y amenazando las sociedades democráticas, el Gobierno alemán se propone la defensa de Europa del ataque neocolonialista.

Merz pidió al presidente estadounidense que actuara contra Putin, pero no le apretó las tuercas. No convenía hacerlo. Por eso, el encuentro fue bien. No se registró ningún incidente en “la zona de peligro“, como se refiere la prensa alemana al Despacho Oval. Fue la fórmula para ganar tiempo; sobre todo teniendo en cuenta que el próximo presidente podría ser Mister Vance. En ese intervalo, Europa deberá tratar de independizarse lo máximo de EE UU; en lo político, en lo económico, y en defensa, fortaleciendo a los europeos frente a la manipulación y el populismo. “Pasó la prueba; interpretada como la puesta en escena de Merz en su papel de miembro de un nuevo núcleo duro europeo, fuerte y convencido de su protagonismo“, dice Cathryn Clüver Ashbrook, jefa del proyecto Future of Diplomacy de la Universidad Harvard.

Antes de su encuentro, los medios barajaron posibles escenarios y suplicaron a Merz que encontrara las palabras adecuadas para no provocar a Trump “en el cuarto de los horrores”, como se refieren al Despacho Oval. A Trump no le gusta nada Alemania, “un país que vive a costa de EE UU”, un competidor con pensamiento woke, con un partido (AfD) considerado extremista (entre los miembros de AfD hay racistas, antisemitas y ultras) a nivel local. Se le aconsejó a Merz que asumiera una actitud de agradecimiento a Trump. Contradecirle, sí; pero sin darle lecciones. Dar su opinión, pero sin insistir en tener la razón. Pues en el Despacho Oval solo uno puede tener la razón. Tras el encuentro presidencial, fue obvio que a la prensa de EE UU no le interesaba para nada el canciller Merz y su mensaje pro-Ucrania, sino la ruptura del eje central de la ultraderecha estadounidense, formada por Trump y el tecnofuturista Elon Musk, representantes a su vez de fuerzas radicales diversas.

Según Merz, la baza europea es su mercado de 500 millones de consumidores. Alemania apuesta todavía por EE UU. Pero la distancia ideológica crece. Un punto de inflexión fue el golpe provocado por el disonante discurso del vicepresidente J. D. Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero, atacando a las democracias europeas. Vance se opuso al cortafuegos (consenso de no gobernar con partidos ultras) de los partidos alemanes frente a AfD. También el ministro de Exteriores Marco Rubio ha insistido en que Alemania es una “tiranía” porque la Oficina Federal para la Protección de la Constitución ha calificado a AfD de ultraderecha. Rubio: “El problema no es AfD, sino la fatal política de emigración, impuesta por el establishment”. La página principal del Departamento de Estado de EE UU señala que “el paso atrás dado por Europa en democracia no solo tiene consecuencias para los ciudadanos europeos, sino que amenaza crecientemente la seguridad, las relaciones económicas de EE UU y el derecho de los ciudadanos y de las empresas estadounidenses a su libertad de expresión”.

Uno de los términos más habituales para referirse a la política económica del Gobierno de Trump es el de locura. Gabriel Felbermayr, director del instituto de investigacion WIFO de Austria, lo aplica para referirse a las amenazas arancelarias del presidente estadounidense. Un 50% a los productos procedentes de la UE provocaría por sí solo en EE UU una subida masiva de la inflación. “Es una locura tan grande que apenas se puede tomar en serio.” EE UU se gastó en bienes procedentes de la UE unos 609.000 millones de dólares en 2024. Las importaciones de Europa suponen el 2,5% del PIB estadounidense. En el caso de que la UE impusiera contramedidas, agravaría todavía más su situación. “Estimamos que los aranceles le costarán a EE UU una pérdida del 1,5% de su PIB. A Europa, la mitad.”

Por otro lado, Alemania apunta que es la oportunidad de la UE de presentarse como región económica democrática, justa y segura, opuesta al nacionalismo trumpista desbordado y desquiciante. Felbermayr lo califica de “nacionalismo que implementa una política antiglobalización mediante el proteccionismo nacional”. El objetivo trumpista es alcanzar ventajas nacionales obviando acuerdos. Se apela al proteccionismo cuando conviene y se acepta el comercio libre cuando conviene también. “También los rusos son proteccionistas nacionales, oportunistas que han llegado a acuerdos con Corea, India y Turquía porque les convenía. Y China se ha convertido en el principal acreedor de los países en desarrollo y ha impuesto contratos en los que figuran como garantía sus materias primas más valiosas.” Otro tabú roto.

Aunque no solo se rompe con el derecho, sino que se utiliza la política económica como arma de poder. La lógica del derecho de comercio internacional se basaba en el principio de justicia internacional: los grandes no debían aprovecharse y chantajear a los pequeños. Ahora estamos ahí. Neocolonialismo económico del XXI. Desquiciante. ¿Qué sustituye al orden anterior? Los acuerdos bilaterales y las asociaciones, como los BRICS. Las consecuencias para el FMI, el Banco Mundial o la OMC son enormes, porque se les resta su función como gestores. Y la mayoría de los países sufre bajo la batuta del más poderoso.

La clave es en qué medida pueden crear Alemania y Europa nuevos órdenes globales. Pregunta a Felbermayr: ¿se podría crear una globalización de perfil social? “Sí, mediante políticas sociales. En este sentido, EE UU ha fracasado estrepitosamente. Apenas hay reparto socioeconómico. Su red social es casi inexistente. Y eso es un problema de política interior (rebajas impositivas, recortes en educación, elevada desigualdad…); no es culpa (solo) de la globalización.” Claro, es más fácil decir: “Los alemanes son malos, muy malos” (Donald Trump, Bruselas, 26 de mayo de 2017).

Lidia Conde Batalla es periodista y analista de la economía alemana

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