Los gigantes tecnológicos se enfrentan por las migajas de un tiempo limitado
Puede que los estadounidenses hayan alcanzado el máximo de atención a las redes, por ahora


Cualquier smartphone es una ventana a una multitud agitada de apps: Facebook e Instagram, de Meta; YouTube; de Alphabet, el servicio de mensajería de Apple, etc. La única limitación es el número de minutos al día que cada usuario puede dedicarles, un límite que parecen estar agotando. La demanda del Gobierno de EE UU para dividir Meta ayuda a ilustrar cómo este abarrotado coliseo no tiene espacio para nuevos competidores a menos que los antiguos les dejen paso. La batalla de los gigantes tecnológicos por mantener la atención del público es más peligrosamente cambiante de lo que parece.
Los antimonopolio de la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) alegan que el imperio de Mark Zuckerberg ha sofocado la competencia con una “estrategia de comprar o hundir”, mientras presionan para que se deshaga de sus adquisiciones de Instagram y WhatsApp. Como suele ocurrir en estos casos, gran parte del argumento legal se reduce a quién compite exactamente Meta: si se selecciona un grupo reducido, su dominio del mercado parece inexpugnable; si se amplía la lista, Facebook puede parecer una gota en el océano. El interesante resultado de este ejercicio es que muestra lo delicado que es el equilibrio entre el control que cada aplicación ejerce sobre la atención de los usuarios.
Tomemos como ejemplo la postura del Gobierno. La FTC sostiene que los rivales de Meta se limitan a aplicaciones como Snap y una red social basada en la privacidad con 20 millones de usuarios llamada MeWe. Según esta definición, la cuota de tiempo de los usuarios de Meta es de un impresionante 85%.
Pero, si vemos el mundo como el equipo legal del gigante de las redes sociales, la imagen es muy diferente. Al añadir TikTok a la mezcla, la cuota de Meta se reduce al 60%. Se vuelve aún más débil cuando YouTube entra en escena, cayendo al 30%.
La aplicación principal de Meta, Facebook, comenzó en 2004. Snap le siguió en 2011, y TikTok se lanzó en 2016. El riesgo es que cada nuevo participante innove lo suficiente como para robar los minutos limitados de un día. Tomemos como ejemplo la aplicación de vídeos cortos propiedad de ByteDance. En 2019, TikTok consumía, de media, más de dos minutos al día de cada adulto estadounidense. Cinco años después, esa cifra aumentó a casi 18 minutos, según un análisis de la consultora Epyllion. Y al igual que, por ejemplo, la popularidad del programa de televisión Survivor (Supervivientes) llevó a las cadenas a replicar sin cesar la fórmula de los reality shows en su lucha por la audiencia, en las redes sociales también se reproduce un patrón defensivo de imitación. Instagram y YouTube, intuyendo una amenaza, adoptaron rápidamente formatos similares de vídeos cortos. Como admitió la propia Meta en los tribunales, tras la disrupción inicial, todas las aplicaciones empiezan a parecerse entre sí.
La madurez de la era del iPhone hace que esta competencia sea aún más desesperada. Cuando Facebook compró Instagram por 10.00 millones de dólares en 2012, la penetración de los smartphones en EE UU era del 45%, según el Pew Research Center. Cada día, había mucha gente que encendía un teléfono conectado a internet y se asomaba por primera vez a las tiendas de aplicaciones, lista para ser cortejada por las plataformas de redes. En 2024, la tasa de adopción de los teléfonos inteligentes se había duplicado. Las pantallas de inicio están ahora repletas de apps.
Por tanto, el crecimiento debe venir de mantener a los usuarios pegados a sus móviles durante más tiempo, ocupando más tiempo de su día. El declive de las actividades recreativas en el mundo real implica que esto ya ha sucedido. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, en 2023 la gente dedicaba una media de 26 minutos al día a la lectura, 10 minutos menos que en 2003. Las relaciones sociales y la comunicación descendieron aún más, pasando de 78 minutos en 2003 a 57 minutos en 2023. Salir con amigos disminuyó a medida que aumentó el uso del teléfono, con diferencias más marcadas entre los grupos más jóvenes. Atsushi Katsuki, CEO del grupo japonés de bebidas Asahi, culpó en parte al entretenimiento digital, incluidos los videojuegos, del descenso en el consumo de cervezas como Peroni. “El alcohol solía ocupar una parte mucho mayor del entretenimiento y la diversión de la gente”, declaró al Financial Times en mayo.
Así pues, si hay menos usuarios nuevos y menos minutos nuevos al día que ganar, las plataformas deben robarse tiempo unas a otras. Como dijo el propio Zuckerberg cuando le preguntaron por qué compró Instagram: “Crear una nueva aplicación es difícil”. Captar la atención de la gente es increíblemente valioso, difícil de desbancar y, si se consigue, se reivindica de inmediato. Un par de experimentos naturales accidentales lo demuestran.
En octubre de 2021, Facebook e Instagram sufrieron una interrupción global de seis horas. Netflix se benefició considerablemente. La empresa, que cita desde el cómic Sandman hasta el videojuego Fortnite como competencia, afirmó que registró un aumento del 14% en la dedicación de los usuarios durante el inesperado tiempo de inactividad de Meta. Del mismo modo, cuando TikTok fue prohibido brevemente a principios de año, Facebook e Instagram registraron un aumento del 37% en el uso, según las presentaciones judiciales de Meta.
Es posible que los estadounidenses hayan alcanzado el máximo nivel de atención, al menos por ahora. El sueño, la higiene personal y, al menos, cierta socialización son aspectos que probablemente se mantendrán constantes. Uno de los pocos lugares donde se puede ganar tiempo es en la jornada laboral. El patrón de trabajo ha cambiado poco en las últimas dos décadas, con una media de poco menos de 8 horas al día. Quizás, si se hacen realidad los sueños más descabellados de los tecnólogos sobre la inteligencia artificial, esto finalmente comience a cambiar. Al fin y al cabo, cuanto más productiva es una sociedad, más tiempo tiene para perder. Hasta entonces, la batalla real de las aplicaciones continúa.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías