Un ajuste fiscal que no oculta los retos de la banca


La banca ha afrontado este trimestre un verdadero Rubicón en la presentación de sus cuentas. Eran las primeras cifras que reflejaban ya las bajadas en los tipos de interés que ha llevado a cabo el Banco Central Europeo en los últimos meses y las ha saldado con un nuevo récord de beneficios. No obstante, los exitosos números no ocultan algunas tendencias, como la subida de las comisiones, la reducción en las provisiones o, incluso, los efectos en los balances del nuevo diseño del impuesto a la banca.
El sector se opuso frontalmente a la prórroga de la tasa y, aunque no consiguió esquivar del todo el golpe, sí logró algunas concesiones por parte del Gobierno. Una de ellas es la posibilidad de que se deduzcan el 25% de lo que paguen en el impuesto sobre sociedades. Otra, la que más impacta a corto plazo en la información pública que facilitan, es que ya no deben abonar todo el importe del gravamen en primer trimestre y pueden hacerlo mes a mes. Este último elemento ha supuesto un aldabonazo para las cuentas del sector, es decir, un efecto extraordinario de 1.100 millones de euros para los seis grandes del sector, circunstancia que les ha permitido elevar el beneficio un 27%.
El alivio, en todo caso, será temporal. A finales de año, cuando los bancos hayan ingresado a la Hacienda pública el total del impuesto, el efecto se habrá diluido. Incluso, las mayores entidades tendrán que pagar más. Ante el escrutinio constante de inversores y analistas, el sector tiene la inexcusable tarea de aportar claridad en sus cifras con el fin de explicar al mercado que los buenos resultados de los últimos ejercicios –que resucitaron al sector en Bolsa tras la larga travesía en el desierto de los tipos cero– no son flor de un día por las variaciones en el precio del dinero, sino un cambio estructural en un sector que por fin ha dejado olvidados los rigores de la crisis financiera.
Del mismo modo, sería un error caer en la autocomplacencia. Además de mantener o elevar sus diferentes ratios de rentabilidad, el sector nacional tiene por delante la culminación de todo el proceso de transformación digital en que está inmerso, así como la mejora de su reputación ante la sociedad. Sin contar con el diseño final del mercado que terminen por dibujar operaciones en marcha, como la opa hostil de BBVA a Sabadell. De no prosperar la transacción, no serían descartables otros movimientos relevantes para la integración de entidades medianas. Buena salud para ingentes retos.