El hombre a través del cual Trump quiere controlar la Fed
Kevin Warsh, exmiembro del consejo de gobierno, acusa a la Reserva Federal de perder el control de la inflación y desviarse de su mandato principal


Lo cierto es que Kevin Warsh (Albany, Nueva York, EE UU, 55 años) no tiene cara de títere. En cambiom tiene un aire de halcón, el animal que supuestamente mejor define su postura económica firme y ortodoxa. Banquero, abogado y exfuncionario público, Warsh es el principal candidato de Donald Trump para sustituir a Jerome Powell al frente de la Reserva Federal, una posibilidad que marcaría un giro en la política del banco central, aunque no necesariamente en la dirección que desea el presidente.
Warsh ya fue finalista para presidir la Fed en 2017, cuando Trump optó por Powell. Desde entonces, ha mantenido sólidos vínculos con influyentes círculos económicos republicanos y su nombre vuelve a cobrar fuerza como posible sucesor.
Powell, por su parte, resiste las presiones presidenciales. El miércoles anunció por tercera vez consecutiva que mantendría los tipos en el rango del 4,25% al 4,50%, desoyendo la exigencia de Trump de una bajada inmediata. El presidente teme que sus propias políticas comerciales puedan enfriar la economía, y una Fed menos flexible no le ayuda en ese frente.
La paradoja es que Trump reclama bajadas de tipos para estimular el crecimiento, pero su candidato preferido es un halcón monetario y, por tanto, a priori partidario de que los tipos se mantengan altos para controlar la inflación y preservar la credibilidad del banco central. “La inflación es una elección, y la Fed ha tomado muchas decisiones malas”, ha declarado. En lugar de reaccionar a cada dato económico, propone una política más estable, basada en reglas fijas y orientada a recuperar la confianza institucional.
Warsh, casado y con dos hijos, creció en una familia de clase media alta. Estudió Políticas Públicas en la Universidad Stanford, donde se graduó con mención honorífica, especializándose en economía y ciencia política. Posteriormente cursó Derecho en Harvard, graduándose cum laude, y completó posgrados en Mercados Financieros y de Deuda en la Sloan School of Management del MIT y en la Harvard Business School.
Inició su carrera en Wall Street en 1995 como banquero de fusiones y adquisiciones en Morgan Stanley. En 2002 abandonó el sector privado para unirse al Gobierno de George W. Bush como asesor económico. Con apenas 35 años fue nominado miembro de la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal, convirtiéndose en uno de los más jóvenes en la historia de la institución, a pesar de las dudas iniciales por su edad y su falta de credenciales tradicionales.
Ocupó el cargo entre 2006 y 2011, período en el que, durante la crisis financiera global, actuó como enlace principal con Wall Street y representante de la Fed ante el G20, además de emisario para economías avanzadas y emergentes de Asia.
Dentro de la Fed, se alineó con posturas ortodoxas, preocupado por la inflación incluso cuando esta era moderada. Al estallar la crisis, respaldó las medidas extraordinarias iniciales –programas de liquidez y recortes de emergencia– y, según las memorias de Ben Bernanke, entonces presidente del banco central, sus “numerosos contactos en Wall Street” y “buenas conexiones con legisladores republicanos” fueron “inestimables” para evitar el colapso. Sin embargo, en 2009, con el desempleo cercano al 9% y la inflación por debajo del 1,5%, urgió a retirar estímulos para prevenir futuros repuntes inflacionarios, y se mostró escéptico ante rescates bancarios excesivos, defendiendo que la Fed no debe usurpar funciones del Tesoro.
Tras renunciar en 2011 –un año antes de que Powell ingresara como gobernador–, Warsh se vinculó al mundo académico y financiero: fue miembro visitante en Economía en la Hoover Institution y profesor invitado en la Stanford Graduate School of Business; asesor y socio de Stanley Druckenmiller en Duquesne Family Office; consejero independiente del gigante de la mensajería UPS desde 2012, y de la ecommerce coreana Coupang desde 2019; y colaborador en grupos como el Group of Thirty y el panel de asesores económicos de la Oficina de Presupuesto del Congreso de EE UU.
Otro punto de fricción de Warsh con Powell es la comunicación. Este prefiere hablar abiertamente de los planes futuros para dar seguridad a los mercados, Warsh lo considera un error: “Los líderes de la Fed sienten la necesidad de compartir sus reflexiones a cada momento. Eso no ayuda”, criticó recientemente. También rechaza que la Fed se involucre en asuntos como el cambio climático o la equidad social, convencido de que esas misiones diluyen su independencia. Su propuesta es clara: una Fed sobria, centrada exclusivamente en combatir la inflación y proteger la estabilidad financiera, aunque ello implique renunciar a parte del crecimiento a corto plazo.
Si finalmente llega a presidirla, no será un simple títere de Trump, pero tampoco un independiente absoluto: será un hombre de la Casa Blanca con criterio propio, enfrentado a la disyuntiva entre la lealtad política y la defensa de la credibilidad institucional.
Familia rica
Jane Lauder, esposa de Kevin Warsh, es nieta de Estée Lauder, quien fundó en 1946 la icónica compañía de cosméticos que lleva su nombre. La fortuna familiar, gracias a su imperio global, está valorada en unos 2.000 millones de dólares.
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