La salida de Buffett pone en riesgo el futuro de Berkshire Hathaway
Los inversores se preguntarán si lo mejor para el conglomerado es racionalizarse y dividirse

Warren Buffett ha logrado lo que a los inversores novatos se les enseña que es casi imposible: superar al mercado durante décadas. El sábado, a sus 94 años, anunció que dejaría el cargo de consejero delegado del conglomerado Berkshire Hathaway, valorado en un billón de dólares. Bajo su liderazgo, la rentabilidad compuesta de las acciones hasta 2024, del 20%, duplicó aproximadamente al índice S&P 500. Esto, combinado con su estilo campechano, convirtió al llamado Oráculo de Omaha en una figura emblemática. Su sucesor, Greg Abel, ni siquiera debería intentar seguir sus pasos.
Buffett tomó el control de la entonces maltrecha empresa textil en 1965 y ha dirigido Berkshire durante más de 60 años, expandiéndola a los sectores de los seguros, la energía y otros. Ahora con 189 empresas en funcionamiento, ha acumulado efectivo y adquirido participaciones gigantescas en empresas cotizadas. Algunas apuestas fueron oportunistas, como cuando Buffett prestó su aureola a Goldman Sachs en el punto álgido de la crisis financiera. Otras fueron sencillas. Las inversiones en Apple, que comenzaron en 2016, hicieron que las acciones se multiplicaran por más de ocho, dejando las reducidas participaciones de Berkshire en 75.000 millones de dólares.
Esta combinación de talentos –seleccionador de valores exitoso, operador con una larga trayectoria en la compra y retención de acciones y experto en la asignación de capital– ayuda a explicar por qué la reunión anual de inversores de la empresa en Omaha se asemeja a una atracción turística. Incluso hay peluches con la imagen de Buffett. Todo el mundo, desde el gestor de fondos de cobertura Bill Ackman hasta la empresa de adquisiciones KKR, se ha inspirado conscientemente en el éxito de Berkshire.
La opinión general sobre los conglomerados es que cotizan con un descuento respecto al valor de sus participaciones, lo que ahuyenta a los inversores especializados o enturbia las operaciones. Aunque la complejidad añade incertidumbre, Berkshire probablemente cotiza con una ligera prima. La caída del 5,12% del lunes añade inquietud a cualquier pregunta sobre la durabilidad de la bonificación de Buffett.
Berkshire, como ha lamentado el propio Oráculo, es ahora tan grande que, para mover la aguja, necesita encontrar operaciones de tal envergadura que probablemente ya hayan sido bien seleccionadas o se vean distorsionadas por la llegada de la empresa. Esa es en parte la razón por la que se ha acumulado un récord de 348.000 millones de dólares en efectivo.
El reto de Abel será gastar con prudencia. El excepcionalismo estadounidense que impulsó a empresas tecnológicas como Apple podría estar desapareciendo con el estallido de la guerra comercial. Están surgiendo nuevos riesgos relacionados con la tecnología y el cambio climático. Las divisiones de servicios públicos y seguros de Berkshire se enfrentan a incendios forestales, mientras que su unidad de seguros de automóviles Geico podría verse afectada por la conducción autónoma.
Apollo Global Management, KKR y otras empresas de adquisición también quieren copiar el estilo de inversión oportunista de Buffett durante la próxima crisis. Al igual que Berkshire, han accedido a vastas reservas de capital de seguros y están creciendo rápidamente.
La sombra de Buffett también se cernirá sobre Abel, ya que seguirá siendo presidente. Y los inversores se preguntarán si lo mejor para el conglomerado es racionalizarse y dividirse. El enorme tamaño de Berkshire y el halo cada vez más difuso de Buffett dan tiempo a Abel para esquivar las críticas, pero es difícil que no se vea obligado a ponerse a la defensiva.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías