Las claves: una concatenación poco estética de calamidades
Estos eventos provocan desconfianza en el administrado respecto de la valía de sus administradores

La suma de un apagón total y un parón ferroviario en apenas una semana es una de esas concatenaciones de eventos que, aunque no directamente relacionados –salvo porque ambas han llegado para matizar, otra vez, “el mejor momento de la historia del tren español”, que decía el ministro de Transportes–, provocan desconfianza en el administrado respecto de la valía de sus administradores. Y, lo que es peor, respecto del sistema en su totalidad. Esta, entendible ante la gravedad de unos y otros hechos, debería ser remediada con contundencia por los responsables políticos, a menos que estos quieran que el electorado les busque un sustituto. Y no es por falta de candidatos.
Resulta cuando menos poco estético que, mientras cunde en el Ejecutivo (nacional y comunitario) la retórica belicista del aumento del gasto militar, todo un país se queda sin luz. O 6.000 personas se quedan encerradas en trenes repartidos por la meseta. Por la localización y rápido remedio de las causas –en ambos casos consistirá, al menos en parte, en mejorar la infraestructura– pasará la recuperación de esa confianza. Sin ella, muchos se frotan las manos.
Hay que potenciar la red... de recarga de vehículos eléctricos
Dice la patronal española del automóvil, Anfac, que el apagón de luz de la semana pasada no tuvo efecto en las ventas de coches eléctricos, puesto que las que no se matricularon en el día de autos se efectuaron en los días posteriores. El problema no debería influir demasiado en los compradores, aunque no deja de ser un elemento más a tener en cuenta. Las ventas de estos modelos se están disparando este año (desde niveles muy bajos, eso sí), gracias en parte a que se están abaratando un poco, gracias a las marcas chinas, especialmente. Y todo ello, pese a que la infraestructura de recarga sigue siendo manifiestamente mejorable.
El petróleo, otra variable de la guerra comercial
El petróleo tiene la particularidad de que su sumisión a la sacrosanta ley de la oferta y la demanda está un poco limitada, porque los productores deciden, cuando les conviene, abrir o cerrar el grifo, afectando así a su precio. En estos momentos convulsos, con unas expectativas económicas que apuntan más hacia abajo que hacia arriba, la OPEP+ –el mayor cartel productor– ha decidido abrir el grifo, y con el aumento de la producción (y la guerra comercial), el barril apunta a los 50 dólares. Así las cosas, Donald Trump, presidente de EE UU e impulsor de los aranceles, puede defender ante su electorado que la gasolina está barata. Lo que se le complica es su decisión de aumentar el fracking en EE UU, que con estos precios no es tan rentable. Pero eso ya es otra guerra por luchar.
La frase
Yo no quisiera que la comunicación entre el presidente Trump y servidora, entre Estados Unidos y México, fuera a través de los medios y declaraciones a los mediosClaudia Sheinbaum, presidenta de México
Inteligencias artificiales hay muchas, madre solo una
Por mucho que uno intente evadirse de la IA, ya sea por rechazo humanista o por no alimentar a la próxima Skynet (el villano de Terminator), no hay manera. La IA está hasta en la sopa, e incluso aplicaciones que a priori no necesitan especialmente de esta herramienta la incorporan. Los usuarios de WhatsApp, por ejemplo, se encuentran que, tras la última actualización, pueden chatear con Meta AI, un chatbot al estilo ChatGPT. Hay muchos millones en inversión que justificar. Conviene, eso sí, que estos no lo confundan con una persona, y tengan claro que están hablando con una base de datos que les responde lo que más probabilidades tiene de ser respondido. Conviene, también, que hablen más con sus madres, y no solo en su día. Que IA hay muchas, pero madres...