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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El gran apagón: fragilidad y explicaciones

El Gobierno, tras conocer al detalle las causas, debe empeñarse en proporcionar una necesaria calma

La presidenta de Redeia, Beatriz Corredor.
CINCO DÍAS

España volvía este martes poco a poco a la normalidad después de afrontar en el arranque de semana el mayor apagón de su historia. Un cero energético –como se define en el argot del sector– que provocó un auténtico caos en las ciudades –con problemas de toda índole, desde la movilidad a las comunicaciones–, pero que, sobre todo, generó un sentimiento de fragilidad en la ciudadanía que no será fácil de superar. Para ello, lo primero, son las explicaciones. Redeia –antigua Red Eléctrica– y después el Gobierno aludieron a “una oscilación muy fuerte de los flujos de potencia” como la razón del colapso. Obviamente, no debe confundirse la causa con el efecto. La cuestión de fondo es por qué se produjo esa “oscilación”.

Consciente, la propia Redeia bajó ayer al terreno y, al menos, orilló la posibilidad de un ciberataque, concentrándose en la tesis de una caída de la generación solar, cuyas causas están por determinar, como causa preliminar del apagón. No era un escenario ajeno a las previsiones del operador de red. En su último informe anual, publicado en febrero, ya alertaba de que “el cierre de centrales de generación convencional, como las de carbón, ciclo combinado y nuclear (consecuencia de requisitos regulatorios), implica una reducción de la potencia firme y las capacidades de balance del sistema eléctrico, así como su fortaleza e inercia. Esto podría aumentar el riesgo de incidentes operacionales que puedan afectar al suministro y la reputación de la empresa”, asumía.

La mayor presencia de renovables en el sistema obliga a los profesionales de Redeia a un ejercicio de casación complejo y cada vez más exigente. Hasta ahora, en un sistema que disfruta de poca inercia por la falta de interconexiones, y sin perjuicio de lo que detalle la investigación en marcha, la gestión se había ejecutado sin fallas, al punto de consolidar con los años el prestigio internacional del operador de red nacional. No obstante, a la vista del apagón y sus consecuencias, no es mal momento para revisar si su estructura, su capacidad inversora y sus propias dotaciones son las ideales para las actuales necesidades del sector, acometiendo las modificaciones oportunas.

El consumidor debe estar en el foco de cualquier decisión política. El desconcierto provocado ayer por la debacle de un sistema que se creía robusto y eficiente se une a otros desafíos geopolíticos que no ayudan a apaciguar los ánimos. El Gobierno, tras conocer al detalle las causas, debe empeñarse en proporcionar esa necesaria calma.

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